Capítulo 12

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—Hola —Gavrel atendió la llamada de su padre.

—¿Qué tal hijo? —Preguntó con cierta serenidad propia de él.

—Estoy trabajando, ¿Qué necesitas? —Necesitaba una conversación directa y breve.

—Quería avisarte que estaré unos días en la ciudad por tu cumpleaños.

Gavrel se quedó mudo, ¿Estaba oyendo correctamente?

Supuso que Borja debía saber que vendría y tenía razón, pero su hermano prefirió no comentarle nada, decidió que se enterará por él mismo.

—Me gustaría que tomáramos un café —Murmuró al no escuchar respuesta —¿Estás libre ahora?

—No, puedo por la tarde —Realmente no tenía ganas de verlo, sin embargo se consideraba mejor persona así que accedería de todas maneras.

—Excelente, ¿En el café Vibian?

—Ok —Respondió y colgó.

Cuando él pelinegro llegó a la cafetería, vio a su padre sentado en una esquina. Lo observó a lo lejos mientras caminaba en su dirección. Seguía igual, nada había cambiado en él. Era consciente de que solo pasaron tres años, pero cuando dejas de ver a una persona todos los días, el paso del tiempo se ve a simple vista.

—¡Gavrel! —Edward irradiaba alegría con su rostro, su hijo no.

—¿Cómo estás, papá? —Se sentó frente a él.

—Increíble, ahora que te veo —Levantó su mano para atraer la atención de la camarera —¿Tú cómo te encuentras?

—Supongo que estoy bien —Encogió los hombros ligeramente —Mi trabajo no es complicado, eso hace que no me queje y si no me quejo de mi trabajo... ¿Eso quiere decir que estoy bien? Sí, estoy bien.

—Borja me contó que eres profesor en la ABF, felicitaciones.

—Gracias —Hizo una media sonrisa.

La camarera se acercó y les tomó el pedido. Un café esspreso para Edward y uno americano para Gavrel.

—Mañana es tu cumpleaños, ¿Tienes pensado hacer algo?

—Sí, en la noche haré una cena. Podrías venir si quieres —Le dijo lo que quería oír, sabía que no se invitaría solo.

—Irá tu madre... —Objetó.

—No es un problema.

—Te lo preguntaré a ti porque no quise tocar el tema con tu hermano... ¿Cómo esta ella? —Preguntó volcando todo su interés.

—Estupendamente.

Gavrel tomó su café. Era más flexible con él que Borja, a pesar de que también había dejado de recibir el amor de su padre cuando era muy pequeño, exactamente cuándo comenzó a bailar ballet.

Según Edward, sus hijos tenían el destino muy claro, ser hombres de negocios y específicamente, de su empresa, pero su hijo menor se había descarrilado, o al menos así pensaba. Cuando se dio cuenta, era demasiado tarde, Gavrel ya amaba la danza antes que cualquier otra cosa, ¿Qué podía hacer ante esto? Si ya lo llevaba en la sangre.

Por eso, a comparación de su hermano, no le había afectado tanto lo que ocurrió con su madre. Borja nunca se esperó algo así de su padre por más terrible que fue con él desde básicamente siempre. No creía que caería más bajo de lo que ya había caído toda su vida.

—Te contaré algo porque siento que deberías saberlo —Edward lo miró atento —Pero tienes que hacer de cuenta que no lo sabes —Asintió —Mamá está en una relación hace varios meses y seguro vendrá con él.

Me quedaré contigo una noche más ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora