Epílogo

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2 años después.

—¡Oh por dios! ¡Estás preciosa! —Gritó Jane entrando a la suite de Zoe con su hija en brazos. Traía puesto un vestido largo y sencillo de color rosa claro.

Se dirigió con prisa hasta ella y observó más a detalle con una sonrisa emocionada como una muchacha la maquillaba. La rubia carcajeó, solo con entrar a la habitación ya podía sentir la buena energía que su mejor amiga desprendía.

—¡No puedo esperar a verte con el vestido puesto! —Volvió a gritar la castaña.

—Estuviste conmigo cuando me lo probé en la tienda —Protestó Zoe divertida.

—¡Pero hoy es el gran día! —Excusó, la rubia rodó los ojos riendo.

Estaba agradecida de tenerla en un día tan importante como ese.

—¡Tía Jane! —Sky corrió hasta ella y la abrazó.

—¡Sky! ¡Te ves hermosa! —Exclamó observando el vestido beige con flores rosas de la pelinegra. Ella sonrió.

—¿Puedo jugar con Phoebe?

—Claro, cariño —Murmuró amigable y dejó en el suelo a la pequeña de dos años.

Sky tomó de la mano a su prima y fueron hasta la sala de estar. Desde que Phoebe dejó de vomitar y dormir todo el día, se habían vuelto inseparables. Comenzaba a decir sus primeras palabras y una de ellas era el nombre de su prima mayor. También, Sky se encargaba de enseñarle a decir los números y decía que pronto le enseñaría a sumar y restar. Contaba ya con diez años y su pasión continuaba siendo las matemáticas.

Phoebe, hija de una fanática de Friends, era igual a su madre. Cabello castaño y largo, ojos verdes y un rostro angelical. Llevaba un vestido blanco con volados en los hombros.

Estaba creciendo en una familia que la adoraba no solo por ser la más pequeña junto a Sky, sino también porque se lo había ganado. Era la niña más tierna y su risa aguda llenaba el lugar donde se encontrase.

Su padre biológico, Max, no la conocía en lo absoluto, era un padre ausente con todas las letras. Hasta donde Jane y sus amigos bailarines sabían, residía y trabajaba en Moscú, Rusia en la compañía Ballet del Bolshoi. Para la desgracia del pelirrojo, Aiden tuvo el agrado de verlo cuando visitó la ciudad. El rubio no se privó de decirle todas las cosas que llevaba atragantadas desde hacía años, Max tuvo que escucharlo sin decir una sola palabra. De todas maneras, todo lo que Aiden le dijo fue en vano, ni siquiera tuvo el valor de llamar a la castaña para al menos saber cómo se llamaba su hija.

Pero no importaba, no lo necesitaba, ella y su madre tenían a al lado alguien muchísimo mejor que las cuidaba y las amaba como se lo merecían.

—¡Pero bueno, mira a quien tenemos aquí! —Dijo Jane al ver a su hermana melliza entrar a la suite. Ella sonrió vanidosa y se acercó a ambas.

Su cabello había crecido incluso más de como solía tenerlo antes de rapárselo, pasaba sus hombros y siempre lo dejaba al natural. Dio una vuelta para presumir su outfit mientras las chicas le lanzaban piropos, era un traje color rosa claro, el blazer estaba cerrado ya que debajo no llevaba camisa.

—¿Cómo estuvieron las vacaciones por el mediterráneo en el yate de lujo? —Le preguntó Zoe con curiosidad.

—Maravillosas —Respondió Lìa pensando en los espectaculares paisajes por los que navegó.

Desde el verano luego del primer año del programa, Lìa junto con Gavrel viajaban todas las vacaciones a diferentes partes del mundo, desde ciudades importantes a lugares paradisiacos.

Me quedaré contigo una noche más ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora