Capítulo 11

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—¡Buenos días señora Novak! —Jane saludó a Stella con una sonrisa ancha cuando la vio entrar al estudio.

—Buenos días Jane —Devolvió su saludo amigablemente—No encorves tanto tu espalda —La castaña asintió un poco emocionada y rápidamente mejoró su postura.

Admiraba muchísimo a Stella, era una de sus bailarinas favoritas de toda la vida y cualquier comentario que podía provenir de ella, para Jane era lo máximo.

—Quiero presenciar la clase de hoy, ya que desde que comenzó el programa no pude verlos —Se sentó en una silla cerca del pianista —Espero que no me hagan arrepentirme de elegirlos.

Mientras miraba a la directora, Lìa pensaba que la mala suerte la seguía al dejar que viniera justo en día de pas de deux. No le disgustaba bailar en pareja, pero con el compañero que su profesor le había asignado y su retundo no ante la propuesta de cambiarlo, comenzó a odiar estas clases con todo su ser.

—¡Vamos de vuelta! ¡Desde el principio! —Gavrel gritó levemente. Jane, Max, Zoe y Hunter se posicionaron en una esquina con rapidez y esperaron a que la música sonará para comenzar el adagio.

—Veo que estás haciendo un buen trabajo —Se unió a su hijo en el análisis de la técnica de sus alumnos. Él sonrió sin quitar la vista de ellos.

—Eso estuvo excelente —Dijo al finalizar la música —Ahora, los que faltan, por favor.

Gavrel llevó su mirada a Aiden, Lía y a otra pareja más para indicarles que seguían ellos.

Las benditas cargadas venían haciéndole la vida imposible a Lìa pero principalmente a su compañero Aiden. A pesar de que ella era extremadamente delgada, él era aún más delgado y eso lo dificultaba bastante. Siempre terminaba desistiendo después de fallar mil veces.

—No estoy preparado para hacerlo —Murmuró el rubio al examinar la cargada con una sola mano que sus compañeros parecían hacer con gran facilidad.

—¿Cómo que no estás preparado? —Gavrel frunció el ceño. El rubio se dio cuenta que lo había oído y se maldijo por dentro —¿Tan poca fe te tienes? 

—Todavía no logro entender donde debo colocar mis manos al momento de alzarla.

No quería perder sus muñecas en el intento.

Al escucharlo él pelinegro miró a su alrededor para buscar una alumna y se encontró con Lìa. Cruzaron miradas y rápidamente sus cuerpos se tensaron.

Todavía se podía apreciar la incomodidad entre los dos, desde la declaración de Gavrel y el abrazo de Lía.

—¿Puedo? —Pidió permiso con timidez para usarla como ejemplo. Ella asintió sin decir nada y aflojó su cuerpo colocándose a su lado.

Hubiese preferido que eligiera a otra compañera, pero no podía negarse. Era su profesor y si él la necesitaba para poder enseñar, debía aceptar.

Se arrodilló a su lado y su rostro quedó junto a su cadera.

—Pliega tu pierna —Le indicó con una voz suave y ella rápidamente levantó su pierna hacia atrás.

Afirmó una mano sobre su pierna y colocó la otra en su trasero. Lìa se estremeció al sentir el contacto repentino con él. Sus manos estaban frías. Gavrel tomó impulso y se puso de pie, elevando el cuerpo de la castaña. La pierna de la cual la sostenía quedó recta mientras que ella colocaba sus brazos hacia arriba formando un ovalo.

En tanto que estaba arriba con su vista en las cabezas de sus compañeros, Lía pensaba que si cada vez que Aiden no pudiera alzarla Gavrel tendría que tocarla con sus fuertes manos para enseñarle, tal vez no sería tan terrible.

Me quedaré contigo una noche más ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora