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Todos observaban al niños ansioso que llevaba en su cabeza una corona de flores que curiosamente no se habían marchitado ni con los vapores de las pociones, ¿algún hechizo de conservación?

Lo observaron mientras sus manos temblaban y tenía un pequeño tic en la pierna, parecía estar a punto de salir corriendo.

Mientras tanto, Harry maldecía en su mente a todos, estaban a nada de las vacaciones de navidad, lo que quería decir que el castillo se vaciaría de manera considerable, por lo que podría descubrir la ubicación de un horrocrux en el séptimo piso, ya sería mucho decir.

Y también trataría de saber si Quirrell era un maldito envase para el alma de Voldemort o algo parecido.

—¿Está bien, señor Potter? —murmuró de mala gana Severus Snape.

—Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad —dijo como si fuera obvio—. Me cuesta mantenerme quieto por demasiado tiempo, y concentrarme en general, podría estar escribiendo y al segundo entretenerme con una pelusa en mi uniforme... ¡No es como si pase en su clase! —trató de excusarse.

—Bien, puede salir al pasillo...

—¡Gracias señor!

Y salió. No le molestaba para nada la clase, pero esta requería estar en silencio —cosa que lo ponía más alerta— y quieto en su lugar. Para un semidiós y, en su caso, un legado, era un verdadera tortura.

Caminó un poco más y regresó al aula antes de que la clase finalizara, sintiéndose más tranquilo.

***

Maldito "Riddle" y sus horrocruxes, lo odio...

—No debería de vagar por el castillo a esta hora, sr. Potter.

¡Mierda! —exclamó, con sorpresa, cubriéndose la boca casi de inmediato—. Lo siento, me sorprendí.

El hombre miró al niño con una ceja alzada, Harry solo quería huir y esconderse bajo una roca.

Aún no encontraba manera de llegar al horrocrux en el séptimo piso, de hecho, estaban frente al lugar exacto donde más le molestaba la marca. De manera inconsciente comenzó a rascar su hombro, nervioso.

Snape no sabía qué hacía Potter en ese lugar, pero lo vio despotricar en un idioma que no conocía durante minutos, caminando de un lado a otro, parecía mantener una conversación consigo mismo.

—Casi es el toque de queda, le sugiero que vaya encaminándose a su sala común, pero que gran sorpresa, mi despacho queda en esa dirección, lo acompañaré para que no pierda el camino.

Las mejillas de Harry ardieron casi en rabia, pudo esconderse en la sombra mientras pudo, pero prefirió caminar a lo largo del pasillo insultando a un hombre idiota.

***

"Úsala sabiamente".

Caminó un poco más, pero dio un giro equivocado, estando en el pasillo cerca de la biblioteca en lugar de ir al de las escaleras.

Rodó los ojos y entró a una clase abandonada, topándose con un espejo literalmente enorme.

—No te muestro tu... Cara... Sino de tu corazón... El... El deseo —murmuró y luego gruñó—. Maldita dislexia, se supone que tomé una poción para esto.

De repente comenzó a sentir una mirada insistente en su nuca que le molestó de sobremanera, murmurando de posibles fantasmas metiches.

—Espejo de Oesed... Espejo del Deseo. Suena interesante —dijo en un murmullo, sentándose frente al ornamento.

Miró su reflejo y se observó a él mismo, junto a Percy, a su abuela Deméter y a sus padres. Incluso estaban ahí Katie y Sally-Anne.

—Wow... ¿En serio deseo esto? Ya lo tengo, ya están conmigo —dijo, pero después vio algo diferente.

Además de su Abuela estaba su segundo dios Patrón, Hades, con una mano en su hombro y viéndose orgulloso, ¡Harry había cumplido con su misión con un gran éxito!

—Oh, Dioses...

Apartó su vista del espejo y se colocó la capa de invisibilidad, salió del salón abandonado y fue al pasillo del séptimo piso, caminando nuevamente de lado a lado en el pasillo, deseando poder llegar al Horrocrux lo más rápido posible para terminar con su misión, aunque tenía bastante tiempo, no sabía dónde podrían estar los demás.

Realmente se sorprendió cuando descubrió una puerta donde estaba el tapiz del hombre extraño, abrió la puerta con cuidado y encontró un lugar con cientos y miles de cosas.

Dio la vuelta a su muñeca y Skotádi apareció, tan oscura como la noche con media cuchilla brillante, pues era una extraña aleación de hierro de estigio y hierro mortal.

Caminó durante media hora hacia donde sentía la molestia en su hombro más potente, llegando a un busto de cerámica de... Creía que era alguna de sus tías, no estaba seguro.

Pero en su cabeza había una tiara con piedras de zafiro, la tomó en sus manos y sintió un terrible escalofrío, era un horrocrux.

Lo sabía.

Utilizó a Skotádi contra la tiara y una especie de nube negra cubrió la habitación, dejando un ruido chirriante a su paso y, se deshizo en el aire tan rápido como apareció.

Harry se sentía mareado, volvió a girar su muñeca y en lugar de una espada tenía una pulsera de cuero.

Uno de... Cinco.

Eso creía.

***

"Querido Perce:

¡He destruido un horrocrux! Ya solo faltan cuatro.

Estoy contento, me tenía con un estrés del tamaño de la cantidad de alcohol que el sr. D no ha podido ingerir.

¡Feliz navidad! Por cierto.

Adjunto dos pequeños presentes, espero y te gusten.

Siempre tuyo, Harry Potter".

Sonrió de manera inconsciente y cerró la carta, siendo observado por los profesores y pocos alumnos que se quedaron en Hogwarts, todos en una mesa.

Siguió comiendo con tranquilidad sus gachas de avena y balanceó sus pies, quería ver a Percy. Realmente lo extrañaba.

Campeón [finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora