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Annabeth

Cuando todo finalmente terminó, volvimos al Campamento de manera más permanente, Nueva Roma tenía un montón de promesas a nuestra espera y deseaba con toda mi alma poder cumplir mi sueño y asistir a la Universidad ahí.

Miré a Percy, estaba sujetando en sus manos una carta presumiblemente de Harry.

Estaba llorando.

—Harry quiere un tiempo —me dijo—. Quiere que nos demos un tiempo hasta que el vuelva de la misión que le dio el tío H.

Dejé mi mano sobre su hombro a manera de apoyo, Harry debía de estar enojado porque tan pronto como Percy volvió se fue a una misión que le pudo costar la vida, ¿pero darse un tiempo? No suena como algo que Harry diría.

Una vez en la cabaña seis, sobre mi litera encontré una carta.

"Yo soy el último horrocrux, Annie.

Tengo que morir para terminar con este cuento".

La carta se resbaló de mis dedos debido a la impresión, la recogí tan rápidamente como pude, continuando con la lectura.

"Por eso puedo hablar pársel, por eso mis sueños se conectan a él, no es sólo porque soy un legado, aparentemente va más allá. Creí que mi padre abría, tal vez, retirado esa fracción de alma que hay en mí, pero según la profecía Voldemort es quien debe de hacerlo.

Por favor, por lo que más quieras, no se lo digas a Percy".

Harry

Había sido duro llegar a este punto, más de medio año manipulando unos cuantos hilos con Bellatrix, su amor enfermizo, su deseo de hacerme su hijo, terminó por romperla, revelando la ubicación final del horrocrux, advirtiéndome que su señor había creado uno nuevo.

Había acertado, la copa de Helga Hufflepuff era el que estaba esperando en la bóveda de los Lestrange.

Una vez en Gringotts pedí que me llevaran a mi bóveda, el duende me llevó sin muchos rodeos, le agradecí bastante mientras entraba y dejaba la caja de madera enterrada entre algunos galeones. La había sellado para que sólo pudiera abrirse con si sangre, traté de no recordar lo que mis padres habían dicho cuando hablé con ellos al sostener la piedra entre mis dedos y girarla —tal y como decía en el cuento de Beedle el Bardo.

—Desmaius —susurré hacia el duende después de que este cerrara mi bóveda, lo sostuve mientras me fundía entre la sombra y seguía el camino que la punzada en mi hombro me señaló, usé una de las manos huesudas del duende para abrir la bóveda perteneciente a los Lestrange.

Lo dejé recostado en la loza de piedra mientras entraba a la bóveda, mis ojos fijos en la copa de Helga Hufflepuff que estaba entre otros menesteres.

La metí en un bolsillo con extensión indetectable y nos regresé al frente de mi bóveda, mientras el duende recuperaba la conciencia, lancé un confundo.

—Oh, cierto, tenemos que regresar arriba —me dijo, guiándome hacia el vagón.

Salí de Gringotts con un siguiente destino en mente.

*

Grimmauld Place era un lugar tranquilo en estas épocas, Sirius no estaba, habiendo ido con Remus a Estados Unidos para tratar de hablar con Sally Jackson.

Aunque claramente les había dicho que no se entrometieran.

Entré a la habitación que había pertenecido a Regulus, había sido bastante ordenado.

Seguramente tenía algún diario en su posesión.

Y, de hecho, él hacía.

"Mi último acto de redención será dejar a cargo de Kreatcher el guardapelos real, cambiándolo por uno falso, ese será el mismo que dejaré en la cueva. Espero que mi hermano pueda perdonarme algún día por unirme al lado contra el cual él lucha".

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⏰ Última actualización: Dec 03, 2023 ⏰

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Campeón [finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora