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Harry

Me senté frente al retrato, ahí estaban Godric Gryffindor, Salazar Slytherin, Rowena Ravenclaw y Helga Hufflepuff.

Los cuatro me miraban con curiosidad, yo los observé por turnos. Al final, Salazar habló.

—¿Eres mi heredero? —preguntó, casi maravillado.

—Oh, no. Ni siquiera soy de Slytherin, pedí prestado el uniforme.

—¿Cómo te llamas?, ¿Cuál es tu casa? —me cuestionó Helga, con una sonrisa en grande.

—Soy Harry Potter, pertenezco a Hufflepuff —dije, tal vez más orgulloso de lo que admitiría nunca.

Helga chilló con felicidad, al final Godric la mandó a callar, de la manera más respetuosa que había escuchado nunca, me impresionó, por lo general los chicos de su casa eran de todo menos caballerosos.

—¿Cómo has llegado, muchacho? —Rowena alzó una ceja—. Se supone que Salazar modificó las entradas para que solo se abrieran ante la lengua Pársel.

—Bueno, puedo hablar la lengua de las serpientes, claro, pero realmente el espectro del último heredero de Slytherin lo abrió por mí, me guio hacia la entrada, luego lo destruí —me encogí de hombros.

—Seguro muchacho, ¿de que no eres de mi casa? Donde los astutos residen.

—Tan seguro, señor, como de que soy un Potter.

***

Al final, el retrato de Slytherin me había dejado quedarme para leer sus diarios y algunos libros de más, la mayoría estaban en Pársel, increíblemente me pasaba como con el griego, no tenía ninguna dificultad para leerlo, lo entendí todo a la perfección.

Al final, hice la pregunta de Oro.

—Mitcha no está aquí para purgar el colegio —gruñó Rowena.

—Claro que no, está aquí para proteger a los alumnos, realmente. Cualquier peligro y Mitcha tiene orden de salir para proteger a todos los que lleven el uniforme del colegio.

—Riddle la había estado usando para atacar a los alumnos, hasta el momento hay algunos petrificados, un chico de mi casa, dos Gryffindor y una chica de Ravenclaw.

—Antes de irte puedes hablar con Mitcha, siempre que hables en Pársel todo estará bien.

Al anochecer (básicamente, cuando comenzó a darme hambre) comencé a dejar todo en su lugar, le puse un marcapáginas al libro que leía en ese momento y lo dejé en la librera, me despedí con la promesa de volver al día siguiente.

Salí de la biblioteca y fui a la cámara de Mitcha, comencé a susurrar en su lado que debía de dejar de atacar, que nadie estaba en peligro, ella murmuró algo como que volvería a dormir.

***

Me escabullí de regreso a la sala común de Hufflepuff bajo la capa de invisibilidad, entré y me dirigí a mi habitación, ahí me quité el uniforme de Draco y lo dejé junto al mío en el canasto de ropa sucia, tomé un baño y esperé a que se dieran las ocho de la noche, para que los prefectos pasaran para llevarnos al Gran Comedor.

Le escribiría a Percy apenas terminara la cena, tenía que contarle todo, así posiblemente todo estaría más tranquilo, al menos yo podría dejar de preocuparme por un horrocrux poseyendo a una niña y que la obligara —no creía, pero le daría beneficio a la duda— a hacer cosas a cuestas de su conciencia.

¡Con un demonio! Pudo haber matado a más alumnos de los que cree. Una completa basura.

...

"Mi querido Pececito;

Campeón [finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora