Capítulo 35: Y al final, el león nunca cae

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Mis parpados pesan mientras siento como una ola de dolor intenso recorre mi torso hasta concentrarse e intensificarse en mi costado. Mi cara está entumecida mientras siento como algo caliente baja por mi frente hasta caer por mi barbilla. Me es imposible moverme, pero al abrir los ojos me encuentro con una enorme estructura de concreto con ventanas algo deterioradas. De inmediato, noto que estoy siendo arrastrada hacia ella por unos hombres que me toman de los brazos. Mis pies se arrastran por el suelo mientras yo trato de buscar fuerzas para defenderme, pero el dolor es tan intenso que me es inevitable no jadear haciendo que este se intensifique aún más y me impida moverme.

Mi visión se nubla cada tanto y todo mi cuerpo se estremece cuando la enorme puerta de metal chirria avisándome que ya estamos adentro. Al abrir los ojos me topo con el mismo panorama de hace tres meses; mesas de metal repletas de dinero y mujeres organizándolos mientras algunos hombres enormes las vigilan. De entre un grupo de hombres logro ver el rostro horrorizado de Cecilio el cual no duda en venir hacia mí.

—¡¿Alessandra?! —grita corriendo hacia mí, pero se detiene en seco cuando posa sus ojos tras de mi—señor —dice con un leve asentimiento de cabeza.

—Llévenla a una de las fosas, iré en un momento —ordena y trato de removerme cuando soy arrastrada por entre medio de las mesas bajo las miradas horrorizada de las mujeres.

Mis ojos se conectan con unos azules los cuales me recuerdan a Adriano y no puedo evitar que mis ojos se llenen de lágrimas. La chica me mira asustada y yo solo logro articular ‹‹ayúdame››. Ella mira a todos lados y siento como mi alma regresa a mi cuerpo cuando la veo asentir como confirmación. Atravesamos una enorme puerta doble de metal que nos adentra a un largo pasillo lleno de puertas y no se detienen, solo van hasta el fondo y abren una la cual se encuentra oxidada y el panorama frente a mí no es nada alentador; unas escaleras iluminadas débilmente por un bombillo sobre ellas. El olor a sangre y putrefacción inunda mis fosas nasales y mi estómago se remueve mandando lo poco que comí sobre el concreto.

—¡Eres una asquerosa! —grita uno de los hombres y siento como poco a poco voy perdiendo la visión.

Comienzan a bajar las escaleras y me remuevo presa del miedo al notar como el olor a muerte se hace más fuerte, no logro ver nada más después del final de las escaleras y no puedo intentar ver ya que mi cuerpo deja de funcionar y mi mente no tarda en hacer lo mismo.

****

Mis ojos se abren de golpe al sentir el impacto de algo en mi pierna y dejo caer la cabeza hacia atrás, pero la levanto cuando vuelven a golpearme y mis ojos se clavan en el pelirrojo que sostiene un bate mientras sonríe.

—¡Despertaste! —exclama y mi respiración se acelera cuando mis ojos recorren el lugar.

Las paredes llenas de moho y sangre, el piso en el mismo estado y el lugar iluminado por una lámpara de gas la cual cuelga del techo igual que yo. Las arcadas me atacan cuando veo la mesa repleta de instrumentos de tortura y me es inevitable no sentir miedo cuando noto que observa el bate con clavos que reposa en la ella. Mi corazón se dispara cuando pasa las yemas de sus dedos por el objeto, pero la aleja cuando la puerta chirrea. Se gira hacia mí y sonríe al tiempo que Abramio hace presencia con Cecilio. Abramio se posa frente a mí para observarme con asco.

—¿En esto querías terminar? ¿Por él? —dice señalándome.

—¿Por qué? —Logro preguntar y él ladea la cabeza.

—¿Qué? —inquiere serio y trato de normalizar mi respiración para poder responder.

—Porque simplemente no dejarlo ir y ya, podías tener a miles de mujeres y por lo tanto más hijos. ¿Por qué tanto empeño en hacerle la vida mierda? —digo entre jadeos y noto como su cuerpo se tensa.

SICARIA [Codicia #1]✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora