Capítulo 22: El diablo y una navaja

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Me remuevo bajo su agarre tratando de liberarme, pero gracias a que tiene todo su cuerpo apoyado en mí, me es imposible. Maldigo un par de veces en lo que trato de idear una manera de salir de esto sin que me maten, pero el olor llega a mi nariz y tal cosa me paraliza.

—Te pregunte algo, respóndeme —susurra, pero lo ignoro y sigo intentando liberarme—habla, Alessandra —pide de nuevo y esta vez logro levantar mi tacón y enterrarlo en su pierna.

Me impulso hacia atrás, él retrocede mientras se queja y es ahí donde me percato que no fue en su pierna donde terminó mi tacón. Sonrío al verlo llevar sus manos a la entrepierna y me cruzo de brazos.

—Ay, lo lamento tanto.

—¿Qué haces aquí? —masculla y me acerco a él.

—Vengo a matarlos —susurro cerca de su rostro y entrecierra los ojos.

Con rapidez toma mi rostro entre sus manos y estampa mi espalda contra la pared, sus manos descienden hasta mi cintura y la toman con fuerza al tiempo que sus labios devoran los míos. Trato de apartarlo, pero él toma mis manos y las sostiene sobre mi cabeza, llevo mi rodilla hasta su entrepierna y lo golpeo con fuerza haciendo que retroceda mientras deja salir un jadeo.

—¡Deja de hacer eso! —exclama y rio.

—Ni se te ocurra volver a tocarme —le suelto y me acerco a él para después tomar su rostro entre mis manos y besarlo con ferocidad.

Sin decir nada, toma mis muslos y me levanta haciéndome rodear su cintura con mis piernas, me estampa contra la pared y mientras masajea mis pechos siento como su respiración se acelera.

—Maldita seas, Alessandra —jadea contra mi cuello y sonrío.

Rodeo su cuello con mis brazos y él camina a través del pasillo hasta una puerta pequeña, la abre y entra dejándome ver el lugar a oscuras. Va hasta la cama y me deja caer en ella, con rapidez vuelve a meterse entre mis piernas y devora mi cuello haciéndome imposible no gemir. Sus manos recorren mis piernas y yo vuelvo a su boca con necesidad, mis manos se van hasta las solapas de su saco y me deshago de él, comienza a mover sus caderas haciendo que la fricción entre nosotros aumente igual que la presión en mi vientre, me deshago de su corbata y beso su cuello asegurándome de dejar una marca, él clava sus ojos en mí y sonríe con picardía.

—Me imagino la cantidad de mujeres que han pasado por aquí —susurro contra su boca y su agarre en mis piernas se tensa.

En un movimiento rápido termino sobre él y comienzo a mover mis caderas, él clava sus manos en mi trasero y lo beso. Tomo sus manos y las sostengo sobre su cabeza mientras le sonrió y este me corresponde. Pero su sonrisa desaparece cuando me levanto y cruzo mis brazos, él se remueve y trata de liberar sus manos que ahora están atadas a la cama.

—¿En serio creíste que volvería a caer en tu juego? ¿En serio eres así de estúpido? —suelto con desprecio y me acerco a él.

Tomo su rostro con mi mano y acerco nuestros rostros lo más posible

—Eres una mierda, Adriano Brambilla —le suelto y dejo un beso corto en la comisura de su boca.

—¡Alessandra, por favor! —exclama y sonrío.

—¡No me hables como si fuese la mala aquí!

—Perdón, no debí dejar que ese malnacido me llenara la cabeza de mierda y...

—¿Qué?

—Adolfo, toda esta mierda es su culpa. Soy un estúpido por seguir su maldito juego —suelta y niego.

—¿Hiciste todo esto por él? Eres más imbécil de lo que creí.

—Lo sé, pero él me dijo que tú estabas con ese chico, que te acostabas con él y eso me descontroló —responde y sonrío.

SICARIA [Codicia #1]✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora