Capítulo 25: Balas a traición

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Mis nudillos arden mientras golpean una y otra vez el rostro ensangrentado del tipo que se retuerce bajo mi cuerpo. Mi ira llega a un nivel en el que no me importa el dolor agudo que me cubre desde mis nudillos hasta mi antebrazo, en mi mente solo se reproduce una y otra vez como este bastardo asesinó a sangre fría a mi familia. Por su culpa termine en este mundo, con esta vida que lamentablemente me gustó, pero eso no quita que justo ahora quiera estar lo más lejos posible de un arma.

Y me alejaré solo después de volarle la cabeza. Unos brazos me toman de la cintura y como si de una pluma se tratara, me levantan con facilidad. Me giro y lanzo un puñetazo, pero es detenido por una mano firme y es ahí donde veo el rostro contraído de Dante mientras sus ojos brillan con curiosidad. Me giro con brusquedad hacia el tipo que trata de levantarse y sin pensarlo dos veces golpeo su rostro con la suela de mi bota y este cae de espalda mientras se cubre su asqueroso rostro.

—¡Maldita perra! —grita y cuando trato golpearlo de nuevo, Dante me detiene.

—¿Qué tienes, Alessandra? —pregunta en un susurro, pero yo solo doy unos pasos hacia el hombre y lo tomo del cuello de su camisa.

—¡¿Para quién trabajas?! —grito conteniendo mis ganas de matarlo lenta y dolorosamente.

Este ríe mirándome a los ojos y sin responder a mi pregunta. La sangre corre por mis venas sintiéndose como si fuese lava.

—Si no me dices ahora mismo para quien trabajas, me encargaré de que sufras hasta que te dignes a decirme. Y si no colaboras, te arrancaré cada parte de tu cuerpo y te prometo, te juro que voy hacer hasta lo imposible para que te mantengas consiente hasta que yo decida que debes morir.

Él suelta una carcajada y dejándome llevar por la ira, me lanzo sobre él y golpeo su rostro con toda la fuerza que mis brazos me permiten.

—¡Maldito hijo de puta! —Grito y con rapidez tomo la navaja y la coloco en su cuello— ¿Para quién trabajas? —susurro lentamente mientras lo miro a los ojos.

— ¿Tú que crees? —dice haciendo que la sangre mezclada con la saliva salga de su boca y recorra su rostro hasta su barbilla para terminar en pecho empapando su camisa.

—¡¿Para stidda?! —grito y este se carcajea para después mirarme fijamente a los ojos y con un susurro burlón confesar:

—Para Abramio Bellucci.

Y todo de algún modo se detiene y al mismo tiempo va más rápido de lo normal; ya que en segundos entierro la navaja en su ojo con fuerza y él suelta un grito desgarrador. Sin esperar, saco la navaja y la encajo en su sien y este se retuerce; hago lo mismo en su mejilla, su otro ojo, su nariz, su frente, para después pasar a su pecho y apuñalearlo hasta abrírselo y que de este salga sangre a borbotones. No me detuve, Dante tampoco lo intentó; solo me dio la espalda mientras yo me dedicaba a usar toda la rabia que sentía para poder enterrar la navaja una y otra vez en su cuerpo hasta que dejó de removerse y yo de moverme. Solo observe el rostro desfigurado de la persona que había asesinado a mi familia mientras sostenía la navaja aun encajada en su pecho. Y de pronto la ira se intensificó; no solo hacia Abramio, sino hacia mí.

Había trabajado para el asesino de mi familia.

Le había sido leal al único hombre que debía odiar.

Le había servido.

Lo había admirado.

Lo había protegido.

A él...

Al que arruinó mi vida.

Pero de cierto modo ya no me importaba, ya no me importaba haberle servido. Ahora lo único que importaba era una cosa muy simple y tan clara que no creí poder retroceder:

Matarlo, y no sigilosamente...

Yo, Alessandra Caravaggio; no iba a esconderme más, iba a ir a por él de frente. Y me aseguraré de que cuando la navaja atraviese su cráneo, sus ojos estén fijos en los míos.

Esto ya no se trata de huir, se trata de vengar.

De matarlo...matar al verdadero asesino de mi familia.

SICARIA [Codicia #1]✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora