Capítulo 26: El abismo del diablo

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—Alessandra —la voz de Dante se escucha melancólica y lo miro con los ojos entrecerrados.

— ¿Qué? —pregunto para después levantarme y caminar hasta él.

—Lo lamento.

—No tienes nada que lamentar —respondo y le tiendo un arma.

—Lo sé, pero...

—Debemos irnos —digo y sin esperar a que responda, me giro sobre mis pies y camino rumbo a la carretera.

Mientras camino por la orilla de la vía, miro mis manos ensangrentadas y adoloridas. Escucho pasos tras de mí y luego una mano rodear mi codo, hala de mí y sus ojos oscuros recorren mi cuerpo con meticulosidad y frunzo el ceño.

—¿Qué? —pregunto ácidamente y él asiente con la cabeza.

—Solo quería ver si estabas bien —susurra para después pasar a mi lado.

Dejo salir un suspiro y lo sigo en silencio. Pasan horas mientras caminamos por la solitaria carretera y mis parpados pesan al igual que mis piernas.

—Es mejor que descansemos —habla Dante y asiento con la cabeza mientras apoyo mis manos a mis piernas.

—¿No hay nada cerca?

—No, si no me equivoco —dice señalando la larga carretera—lo único cerca es una estación de servicio como a unas dos horas —agrega y dejo salir un bufido.

—¿Dónde nos quedaremos? —pregunto algo agitada y señala algo a mi lado, giro la cabeza y solo me encuentro una cosa; bosque.

—¿Ahí? —pregunto casi en un grito y este sonríe.

—Sí, o si prefieres caminar unas cuatro horas más...

—Bosque —suelto y lo escucho reír.

—Como digas —dice y me encamino al frondoso bosque.

Entramos en la oscuridad del mismo y miro a todos lados en busca de un lugar acto para pasar la noche. Dante toma mi mano y me guía por un pequeño camino hasta un lugar despejado rodeado de árboles y en el centro veo unos troncos frente a un pequeño montón de leña. Frunzo el ceño al ver a Dante dejarse caer frente a lo que supongo es una fogata, para después buscar algo en su chaqueta.

—¿Qué es esto? —pregunto, pero me ignora.

Saca algo pequeño de uno de los bolsillos y luego de mover un par de pequeñas varas se hace una chispa que enciende todo el montículo de leña convirtiéndolo en una enorme fogata.

—¿Qué es esto, Dante? —pregunto dando pequeños pasos hacia él.

Él gira su cabeza y me dedica una sonrisa ladeada que hace que un hoyuelo aparezca.

—Lindo, ¿no? —dice y miro a todos lados con el ceño fruncido.

—¿Lo hiciste tú?

—Siéntate —pide señalando el pequeño tronco a su lado.

Dudosa, camino hasta él y me dejo caer a su lado, él acerca sus manos al fuego y yo solo me dedico a observar el fuego chispeante mientras mi mente se encarga de recordarme lo imbécil que he sido todo este tiempo.

¿Por qué Abramio haría eso? ¿Por qué no lo hizo conmigo?

Él no maneja prestamistas, no que yo sepa...aunque ahora me doy cuenta que nunca llegué a conocerlos realmente. Adriano me traicionó vilmente y ni hablar de Abramio; son una porquería, una que hay que eliminar.

—Mira —La voz emocionada de Dante me saca de mis pensamientos y me giro para verlo.

Él tiene su brazo extendido hacia arriba y una sonrisa estampada en su rostro; sigo la dirección de su mano solo para encontrarme con la luna.

SICARIA [Codicia #1]✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora