Me muevo rápido hasta quedar detrás de un pequeño muro que divide las secciones del lugar. Trato de ver entre los estantes, pero no logro encontrar a Dante. Escondiéndome lo más que puedo, saco el revólver y después de confirmar que está cargado lo devuelvo a la cinturilla de mi pantalón. Me levanto y me coloco la capucha de la sudadera. Me introduzco entre la gente que ve un pequeño espectáculo en el centro del lugar y por fin puedo ubicar a Dante saliendo del baño. Me muevo rápido y él me mira frunciendo el ceño. Le señalo con la cabeza la salida, pero este no parece captar el mensaje ya que va con toda la tranquilidad del mundo hasta el espectáculo ahora a metros de mí.
—¡Maldición! —exclamo y segundos después mi espalada golpea la pared y tengo un brazo presionando mi cuello.
—Barbie, ¿Cómo te va? —susurra el hombre de larga cabellera.
—¿A mí? Muy bien —respondo con dificultad, pero manteniendo una sonrisa.
—Me alegro. A mi jefe le encantará hacerte cambiar de parecer —informa y rio.
—Sí, eso no va a pasar —suelto clavando mi navaja en su cuello y se lleva las manos a la herida—no me agarraste las manos —expreso batiéndolas en el aire mientras lo veo caer desangrado.
Miro a todos lados, me encuentro a una anciana pálida y con la boca abierta. Ruedo los ojos y me acerco a ella.
—Tranquila, era un ladrón —informo para que no se vuelva un problema, pero claro, la gente no suele comprender mis mensajes.
—¡Ayuda! —chilla y maldiciendo busco a Dante, al verlo observar unas manzanas, corro hacia él y lo tomo de la manga de su cazadora halándolo hasta la puerta trasera.
Veo a la anciana hablando con el guardia de seguridad y este después de observarme, habla por su radio. Salgo del lugar y maldigo mil veces por no ser invisible ya que, frente a mí, hay siete hombres de dos metros de alto y con órdenes estrictas de cortarme la cabeza.
—Mierda —susurra Dante al mirar hacia el frente.
—Toma —digo y le paso el revólver, él duda unos segundos y giro mi cabeza para verlo— ¡toma!
Vuelvo a mirar al frente y ahora un par de ellos me dedican una sonrisa macabra y no puedo evitar sonreír cuando el cosquilleo en mis manos aparece. Dejo salir un suspiro caminando decidida hasta los hombres; uno de ellos me mira de arriba a abajo y levanto mis cejas.
—Toda una muñeca —dice y frunzo los labios.
—Todo un imbécil —respondo y no dudo en atinarle un puñetazo en la mandíbula para luego clavar mi pie en su abdomen. Este cae al suelo y alguien me toma del cuello y avienta contra el concreto haciendo crujir mi espalda.
—Mierda —mascullo tratando de incorporarme, pero el dolor es insufrible.
Sus rodillas aprisionan mis manos y saca una pistola de su chaqueta. Me remuevo tratando de liberarme, pero es muy pesado y fuerte. Grito, frustrada, pero me quedo inmóvil al sentir el frio del cañón en mi entrecejo. Me quedo rígida bajo la mirada del cerdo sobre mí y me resigno a que hasta aquí llegó todo. Siempre estuve en peligro, siempre supe que podría morir en cualquier momento y eso jamás me preocupo.
Siempre vivía mis días como si fuera el último, de cierta forma lo eran y eso no me molestaba. Pero ahora no quiero morir, no a manos de unos matones. Ya no me da igual morir; aunque eso me confunda, no me importa, no me importa la razón por la cual no lo quiero hacer. Lo único importante aquí es que no lo haré, no le permitiré que me arrebate mi oportunidad de vivir libremente, ¿es esa la razón? Tal vez lo sea, tal vez no; eso ya no importa.
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SICARIA [Codicia #1]✔️
AcciónLas traiciones son mortales cuando de la mafia se habla, un mundo lleno de maldad y muerte que te consume a penas tocas su puerta. Sin necesidad de más, tu vida puede convertirse en un paraíso lleno de lujos o un infierno ardiente que te llena de te...