Maldito esclavo

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¿Quién demonios se levantaba a las 3: 00 de la mañana para ir al trabajo?

Pues, ese día, Jin

Sus ojos ardían y caminaba embobado por toda la casa sin querer soltar su mullida almohada. Las 3:00 de la mañana era su habitual hora de acostarse a dormir después de llegar de la calle, no de levantarse. Por dios, era un vampiro, bastante que había habituado su horario al de un humano para tener energía para trabajar al otro día.

Maldito el buenaso de su jefe.

Le había exigido esperar en los bajos de su edificio a las 4 de la mañana donde lo pasarían a recoger. No sabía para qué, cuando la reunión no era a esa hora. No creía que nadie trabajara a esa hora.

Suspiró acomodando su cabello medianamente con una bolsa de sangre en su boca chupando de sorbito en sorbito. Estaba tan sediento que era doloroso. Deseaba que llegara el otro día. Necesitaba ir de nuevo al mismo bar donde se había emborrachado ya que por culpa de cierta persona no había podido ser. Quizás el individuo que se había convertido en su esclavo fuera allí y por arte de magia lo encontraría.

Le pondría una gruesa correa para que no se escapara ahora que su vida dependía de él. Tendría que mandar a remodelar su apartamento para hacerle una habitación escondida donde lo mantendría.

Se sacudió la mente. Su mente sádica que hacía años no se manifestaba volvía a relucir.

Deseaba tanto beber de él. La sangre que tomaba en ese momento sabía asquerosa y sus ojos estaban húmedos de las arcadas que retenía para no escupirla. Suspiró una vez que dejó la mitad guardada y miró el reloj. Ya casi era hora.

-Adios Toby- se despidió de un enorme perro de peluche que descansaba en el sofá y que era lo único que se había mantenido a su lado a lo largo del tiempo. Estaba viejo y con algunos parches pero prefería eso a algo que pudiera dejarlo de lado.

Con su habitual vestuario bajó la escalera de su edificio de tres pisos. Él vivía en el último en un pequeño pero acogedor apartamento que para él era suficiente. Lo que más le gustaba era la terraza donde solía disfrutar de la brisa nocturna. Y por suerte no tenía vecinos chismosos al lado.

Se sentó en el muro de afuera y esperó. En dos minutos en lujosos auto negro con las ventanas nevadas se detuvo delante de él. La ventanilla del conductor se abrió.

-Entra, el jefe espera-

Pero cuando entró no encontró al supuesto jefe.

-Él no está aquí-

-Está en otro lado- le dijo el chofer antes de arrancar y comenzaron el recorrido.

Jin pensó que este hombre era demasiado recto. Luca, ese era su nombre. Era el secretario de Victor y su asistente personal, guardaespaldas, chofer y todo lo que podía hacer un hombre al lado de su jefe.

El vampiro se preguntó su serían amantes. Una ceja se le alzó pícaramente.

Sería interesante saber quién era el que recibía aunque Luca tenía más el prototipo de ser el pasivo. Claro si se comparaba con su jefe.

Al igual que Victor era muy alto, con espalda ancha y músculos que se notaban definidos por debajo de la tela. Su mirada siempre era fría y Jin temió que si soltaba algún comentario de esos que su mente formulaba y que no eran apropiados lo más seguro era que le arrancara la lengua.

Tomaría nota de esto. Aprovechando la comodidad del asiento se dejó caer hacia atrás y cerró los ojos. No había dormido, tenía trabajo, mucho trabajo por lo que estaba agotado y eso que no sumaba su situación actual.

Esclavo por equivocación (vampiros)®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora