Delicioso dolor

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Victor atravesó toda la discoteca evitando tocar a cualquier persona que tuviera la intención de tirársele encima. Solo tenía un objetivo en mente. Encontrar al chico de esa noche y enseñarle quien era el que mandaba. Y sabía a quién debía ver para saber su paradero. Era un hombre inteligente después de todo.

Recordaba haberse despertado algo aturdido después de aquel devastador orgasmo que le había perder la conciencia encontrando al chico dándole la espalda. En aquel momento no le importó fijarse bien en su rostro que aparte del cargado maquillaje y las luces que no ayudaban, no se había interesado por guardar sus rasgos. Como hacía con todos. Nadie era tan importante para que lo recordara a menos que le reportara grandes beneficios.

Fue la primera vez que se arrepintió de no haberlo girado y de paso despertado. Solamente le había dejado una nota al lado de la mesita de noche y Bye Bye. Estaba seguro que el chico lo llamaría, su ego era tan grande como para estar convencido de ello, pero el muy imbécil no lo había hecho.

Claro, nunca sabría que ese mismo chico ni siquiera había tenido cabeza para darse cuenta de la tarjeta de contacto.

Y no era menos el caso. No había sido solo él el único que se asombró. Victor no había notado lo nuevo en su cuerpo hasta llegar a su casa y después de una ducha mirarse al espejo. Había llamado al hotel, mandado incluso a Luca de nuevo a la habitación a buscarlo pero esta estaba vacía.

Y al final se quedó con las manos vacías y un collar tatuado en su piel.

Maldito desgraciado vampiro. Estaba muy equivocado si podía tomar de su sangre en el momento que le diera la gana.

Con el ceño fruncido desfigurando su rostro de dejó caer en uno de los banquillos de la barra. Pronto una copa con un líquido, similar al de aquella vez, fue puesto delante de él.

-Caras bellas regresando- Mary le sonrió divertido sabiendo la razón del regreso del hombre. Era más que evidente.

-¿Dónde está el chico?-

-¿El chico?- una sonrisa divertida se formó en el rostro del bartender- ¿Qué chico?-

La mirada azulada de Victor se puso aún más gélida.

-Sabes muy bien a quien me refiero-

Mary dejó a parte la diversión. No era porque le tuviera miedo al humano delante de él aunque su aspecto podría intimidar, la situación es que su amigo estaba al maldito hijo de puta que se notaba a la legua que le daría más problemas de los que el vampiro tenía.

Entrecerró los ojos y se inclinó hasta estar algunos milímetros del rostro de Victor, sus respiraciones eran casi audibles. Sus pupilas cambiaron ligeramente de color aunque no del todo, quería ver que tanto sabía ese hombre.

-¿Qué negocios deseas con ese chico?-

Victor no se sintió intimidado por quien estaba delante de él que supo al momento que era.

-No me vayas a encajar tus colmillos al igual que tu amigo porque te los arrancaré- su voz sonó extremadamente calmada a pesar de su fría expresión.

Mary sonrió levemente.

-¿Sabes lo que somos? No pareces muy conmocionado-

El humano alzó una ceja. Agarró la nuca de Mary y tiró de él hasta que su oído quedó a la altura de sus labios y le murmuró para que nadie del alrededor los escuchara. La imagen parecía que estaban en un momento íntimo de coqueteó. Nada más lejos de la realidad

-No tengo la intención de ser el esclavo de sangre de ninguno de ustedes-

Si, si sabía y muy bien. Mary se soltó de su agarre y se enderezó con una sonrisa.

Esclavo por equivocación (vampiros)®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora