Instintos salvajes y sexuales

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Victor se detuvo delante del viejo complejo de apartamentos, específicamente frente a la última puerta del segundo nivel. ¿En esa cochambre vivía uno de sus empleados? Les pagaba bastante bien como para que estuvieran viviendo en un cuartucho malucho como ese. Acaso este vampiro ni siquiera podía ser un buen partido y vivir en el glamour del que se jactaba su especie. O al menos eso había leído cuando era pequeño.

Actualmente no sabía más de lo necesario de su existencia, su relación más cercana era cuando fue atacado, rescatado y ahora aquella persona que era la que le había enseñado lo que era un esclavo. Y rezaba poder sacar de su mente el tema.

Temiendo de que si tocara la puerta con mucha fuerza se callera hizo sonar la madera tres veces. Odiaba aquello. Los timbres existían en pleno siglo XXI. Pero bueno, que podía esperar.

Un largo minuto después no había respuesta.

¿En serio?

¿Quién demonios se demoraba en abrirle la puerta a él? Precisamente a él.

Su pie dio varios toques en el suelo y volvió a tocar. Sino fuera porque ese chico le pertenecía todavía a la empresa, lo que lo hacía que le perteneciera a él. Por lo tanto tenía que terminar el proyecto a como diera lugar.

Con esa idea y con una llama dentro de él por la incompetencia del vampiro tocó nuevamente con más fuerza. Pero otra vez no hubo respuesta. Apretando los dientes volvió a insistir. Esta vez escuchó como el seguro era quitado.

-Mary…no jodas tanto…déjame morir…en paz- una voz sumamente grave, opaca e irreconocible salió de debajo de la gruesa colcha que cubría un cuerpo casi encorvado que estaba abriendo la puerta.

-Yo jodo, pero prefiero hacerlo sobre la cama- en cuanto a Victor, este miró desde arriba al encapuchado ridículamente que no se le veía nada de su cuerpo- Quítate eso, tenemos que hablar-

Pero Jinsu no se movió. Alzó la cabeza, aún conmocionado, por quien era la persona que estaba delante de él y solo pudo hacer lo que una persona impresionada y débil como él puede hacer.

Desmayarse.

Victor no lo vino venir por lo que tuvo que moverse muy rápido sujetando el cuerpo que se tambaleó hacia adelante para después caer hacia atrás. Al tomarlo entre sus brazos la sábana que cubría al vampiro se desplazó por completo dejando ver su estado actual.

Su piel estaba tan blanca que parecía traslúcida dejando a la vista las venas verdosas. Enormes ojeras bajo sus ojos cerrados. Sus colmillos visibles así como sus uñas largas y puntiagudas, rasgos distintivos de los vampiros de alta clase. Su cuerpo sumamente delgado y demacrado.

Pero eso no era lo más llamativo.

Sus ojos se desviaron hacia la marca que recorría su cuello y que se había extendido hasta la altura de su barbilla y se perdía en el borde del inmenso pullover. Estaba desfigurado, completamente diferente a como recordaba a como brillaba cuando lo había presenciado por primera vez o al suyo propio.

Entonces un dolor cegador lo recorrió a él y se apretó el cuello. No supo a qué se debía pero casi lo estaba asfixiando. ¿Podría ser el collar? Diversas líneas comenzaron a brotar desde el borde de cuello de su camisa recorriendo la piel hasta llegar a sus mejillas. Pues si no se equivocaba,

Victor chasqueó la lengua y cargó al vampiro cerrando la puerta con una patada. Había notado que la piel comenzaba a quemarse y quedar grisácea con la presencia de la luz del sol. Ahora entendía el por qué estaba encapuchado.

Tomando más paciencia que la que debía y cerrando sus ojos ante la debilidad y el dolor que también atravesaba su cuerpo, síntoma que a ambos le faltaba poco, el humano tomó una decisión.

Esclavo por equivocación (vampiros)®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora