99

1.3K 84 11
                                    

POV Alba
-Pues listo, pañal limpito

Acababa de cambiarle el pañal porque se había hecho caquita y la verdad que el olor no era de lo más agradable. Alma se giró en el sofá y se puso a cuatro patas y gateó hasta a mí hasta abrazarse a mi cuello como un monito

-Ay que me quiere mi niñaaa- la cogí y la volví a tumbar en el sofá para hacerle cosquillitas por todo su cuerpecito

No dejaba de reírse y a mí eso me daba la vida. Una musiquita empezó a sonar así que me levanté del sofá para ir a por el teléfono.

-Quédate ahí, Alma

No sabía hablar pero entendía muchísimas cosas de las que Natalia y yo le decíamos.

Me llevé el teléfono a la oreja y contesté, era mi hermana.

-Hola tata, ¿qué tal por allí?

-Hola, aquí estoy jugando con la pequeñaja y Natalia en el cuarto tocando la guitarra- respondí mirándo a Alma en el sofá tan tranquila moviendo las manitas

Sonreí al verla tan tierna y tan graciosa.

-Ahh, ¿me la pones?

-Claro

Me acerqué a ella y puse el manos libres para que pudiese escuchar a mi hermana.

-Hola Alma- dijo Marina con mucho entusiasmo

Alma respondió con una risa y me quitó el teléfono de las manos, se lo fue a meter en la boca pero se lo quité a tiempo.

-Ey no, caca- ella me miró con los ojitos brillosos y ya supe lo que iba a pasar

Empezó a llorar y es lo que más odiaba, verla llorar porque yo sufría al verla así.

-Jolin Marina te dejo, me voy a poner a jugar con ella de nuevo para que deje de llorar

-Vale, luego me llamas cuando puedas

-Va- colgué y dejé el teléfono en la mesa

Miré a Alma que seguía llorando con las manos en los ojos. La cogí en brazos y la senté en mi regazo.

-Cucu...TA- hice con sus manos quitándolas de su cara

Paró de llorar pero no reía así que repetí el gesto hasta que volvió a reírse. La senté en el sofá de nuevo y me levanté para dejar el teléfono en el soporte y cuando me giré, me quede paralizada en el sitio.

-¡NATALIA!- grité lo más alto que pude

Ella salió corriendo del cuarto con cara de susto.

-¿Qué pasa?

Señalé con ma cabeza a la niña. Estaba de pie entre el sofá y la mesita, con ambas manis en cada uno de los dos muebles, y con una sonrisa de oreja a oreja. Natalia me miró con la la misma cara que me quedé yo al ver nuestra hija así. Nunca antes se había bajado del sofá sola, básicamente por miedo.

Ambas la mirábamos expectantes y sin esperarlo, Alma movió su piececito hacia delante y dio un paso, sin dejar de agarrarse a la mesa y al sofá. Dio otro paso. Y otro. Y así hasta que ya no tenía donde agarrarse y se quedó quieta en el sitio.

Natalia y yo nos miramos asombrada y cuando dirigimos la mirada de nuevo a nuestra hija, se encontraba varios pasos más adelante. Y siguió andando con cierta dificultad y muy lentito. Natalia se agachó y abrió los brazos para que fuese hacia ella y eso hizo, recorrió la poca distancia que había hasta acabar en los brazos de su madre. Yo seguía sin reaccionar. No sabía en que momento mi hija de un año y medio había aprendido a caminar.

Manchame de tíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora