»◦✿◦« Capítulo 10 »◦✿◦«

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Jadeando por aire, Kagami se recostó contra el inodoro y cerró los ojos. Su estómago estaba hundiéndose, sus piernas y sus brazos temblaban. Jaló la palanca del inodoro y se echó agua al rostro pero aún su cuerpo estaba temblando. Se sentía muy débil cuando salió tambaleándose del baño, apenas notó algo.

Saliendo en silencio hacia la sala, Kagami se hundió en el sofá y se durmió casi de inmediato. Su mente estaba muy cansada para ser atormentada, el sueño la alejó de la confusa realidad que era su vida diaria.

Cuando despertó, no estuvo segura de cuánto tiempo había dormido. Abriendo los ojos, lo primero que ella registró fue el cobertor sobre su cuerpo, el cual no había estado cuando se durmió.

Se sentó y cuando su mente recuperó la coherencia, vio el enorme vaso con agua en la mesa de centro. Miró alrededor y vio la canela repantigada por todo el sofá. Emma.

Cualquier otro le habría preguntado a la niña por qué repantigó canela en el sofá pero no ella, aunque pensaba que su hija era extraña, sabía la razón tras esto. Emma siempre había tenido la idea de que la canela curaba a las personas, particularmente para las personas enfermas. La última vez que Adrien se resfrió, Emma cubrió la cama con canela.

Pasando una mano por su cabello, Kagami sintió un golpe de culpa. Miró alrededor pero cuando vio que su hija no estaba en la habitación, se tomó un momento para esconder el rostro en sus rodillas. No podía evitarlo, se sentía como una mala madre y permitió que sus ojos se llenaran con un poco de lágrimas. Debía ser más fuerte, por el bien de Emma y por el de Adrien. Pero Kagami sentía que su vida estaba revoloteando sin control y como antes, no había forma de detenerla.

Mientras tanto, Emma estaba sentada en su habitación, sosteniendo su muñeca de trapo con determinación.

Le había prometido a Adrien que cuidaría a su madre y eso haría, y bueno, no era el tamagotchi lo que le daba esa motivación. Se sentía pequeña e insignificante ante los problemas que sus padres tenían pero aún así intentaría salvarlos.

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Era común en la mayoría de personas, Adrien lo sabía, pero uno de sus más fuertes síntomas de la resaca era siempre la tristeza. Y ahora, comparado con su estado totalmente deprimido, Adrien estaba cayendo al punto en el que quería curvarse bajo el cobertor y nunca salir. Estar ebrio no había aligerado su dolor y estar sobrio y con resaca lo hacían peor. Ese era el por qué que Adrien había decidido ir a trabajar temprano hoy, necesitaba algo de tiempo para recomponerse y estar preparado para los ensayos, para las horas y horas de compartir una habitación con Marinette. Para nunca ser feliz otra vez, ese pensamiento hacía que Adrien sintiera miedo. Había sido lo feliz suficiente antes de saber que había alguien con quien sería más feliz de lo que consideraba posible.

Adrien caminó por los pasillos, mirando al frente con sus cansados ojos, y poco sabía que la habitación a la que estaba acercándose, no estaba vacía. Cuando abrió la puerta del salón de ensayos que compartía con MIRACULOUS, no vio a Marinette, al menos al principio. Le tomó solo el cerrar la puerta y caminar a mitad de la sala antes de verla, sentada en una esquina. La sangre en las venas de Adrien se congeló cuando se dio cuenta de la situación en la que estaba. Estaba a solas con Marinette, y sentía que era la cosa más maravillosa y más horrible que podría pasarle.

Marinette siempre había sido de llegar temprano. Estaba sentada en la esquina de la habitación, con la espalda recostada en el espejo, el bolso bajo sus rodillas, enviándole mensajes a Félix. Se sentía infinitamente agradecida con él por entender. La decepción de Félix había sido clara pero aparte de eso, había un caballeroso entendimiento en el cual sabía que esta situación no podía ser interrumpida. Respetaba el razonamiento de Marinette e incluso la vio irse sana y salva.

Coeur de Cender (Corazón de Ceniza) (Adrinette) AU +20Donde viven las historias. Descúbrelo ahora