Las clases acabaron rápido... Eiden y Naomi se tomaban su tiempo para llegar a casa, contándose cosas triviales que habían pasado en su día y en cuánto llegaron a la casa de la rubia se encontraron con Tiffhany Grenwèder empacando sus cosas.
—¿Que haces aquí?, Pensé que estarías trabajando— habló Eiden extrañada por la presencia de su madre
—se nos presento algo y tuve que venir a avisarte— hablo la castaña sentándose sobre el brazo de uno de sus sillones
—¿Que hice?— susurro la rubia a Naomi junto a ella
—hoy nada, ayer disparate sin querer la bomba de agua— le susurro Naomi disimuladamente
—¿Que pasa mami?— preguntó inocente la chica de grandes ojos azules
—tu padre y yo nos vamos a Luxemburgo...— la mujer suspiro —por un año— y eso hizo que una lluvia de cosas penetrante en la mente de Eiden
—¡No!— se apresuró a decir de repente sin darse cuenta
—Eiden sé que no te gusta quedarte con Yael, pero él es tu hermano no puede odiar a alguien sin una razón— se quejaba su madre como si rogara por su comprensión
—¡No me quedo aquí!, Si quieres mándame de nuevo al reformatorio ese pero no, no aquí sola— aseguro Eiden
—no te preocupes, te enviaré a un lugar mañana después de la escuela, ten tus cosas listas— la mujer no estaba convencida de si era lo mejor o no, pero no podía obligar a su hija si no quería
Eiden se dirigía a las escaleras para subir a su habitación, Naomi la iba a seguir cuando Tiffhany la detuvo.
—Naomi, necesito que lleves esto a la primera propiedad, y que se lo entreguen a una persona mayor— habló Tiffhany tendiendo un sobre a la castaña
Naomi asintió y curiosa partió hacia la primera propiedad, que aunque la casa de los Grenwèder era la segunda propiedad ambas estaban muy lejos la una de la otra, así que no se pueden imaginar lo que había caminado la pobre Naomi.
En cuanto llegó al terreno central, que en realidad paresia un parque central, detuvo su caminar para descansar y después se quedó mirando la gran casa de cristal y paredes blancas al final del gran campus.
Con alivio camino hacia allí permitiéndose tocar el lujoso timbre de la casa.Se tardaron unos minutos y la puerta se abrió mostrando unos encantadores ojos azules, los mismos de esta mañana, el rubio se tardó unos minutos en recuperar la noción que había perdido al ver a la castaña.
—sis... ¿Si?— preguntó y después arrugó las cejas dándose cuenta de lo horrible que se escuchó
—tengo un presente, es para la persona más mayor de la casa se lo envía...— la chica hablaba mientras le pasaba el sobre al chico rubio
—Eres.. Naomi ¿Verdad?— habló el chico interrumpiendo
—si... ¿Cómo lo sabes?— pregunto la chica haciéndose la estúpida
—tenemos historia juntos— el chico se señaló así mismo —si necesitas ayuda pued...— comenzó a hablar el rubio muy entusiasmado
—escucha, llévale esto a tu mamá y después me hablas ¿Si?— la chica se dió media vuelta
—¡Te ayudaré aunque no quieras!— le gritó el rubio desde la puerta haciendo que la castaña se rompa a reir
(...)
Eiden llenaba sus maletas de ropa necesaria para su gusto, y sus ojos cayeron específicamente en un suéter de estrellas que había sobre el perchero, era negro de estrellas azules oscuro tal vez ahora sí le quede bien después de todo antes se le veía súper grande.
ESTÁS LEYENDO
Un Contratiempo Infantil
PertualanganEiden Grenwhèder vive en su propio mundo, no ha madurado a pesar de tener dieciocho años, es experta en poner el mundo de cabeza, al punto de rozar los absurdo. Eiden necesita que la cuiden, y para ello recurrieron a los Miller. Myke, distinguido y...