Eiden estaba en la ducha siendo aliviada por las maravillas del agua, después de eso se puso unos converse blancos unos jeans azules y una camiseta blanca, secó su pelo con una toalla y lo dejo tal y como estaba aunque se veía horrible.
Con su mochila de Doki en su hombro izquierdo y arrastrando las maletas con prisa, salió de su gran habitación.
—¿Ya te vas?— preguntó Yael saliendo de la cosina a lo que Eiden asintió —iba a hacer waffles pero olvide que te ibas, yo... espero que la pases bien— y como si hubiera Sido ensayado este se retiró después de decir aquello
(...)
Cuando había salido de casa era temprano algo así como las cuatro de la tarde, ahora todo dirigía que casi eran las siete o las seis, pues ya no tenía noción de tiempo.
Había ido a ocho casas que no eran la correcta y para descansar tomó asiento en el banquillo de un parque gigantesco rindiéndose. ¿Cómo era posible que no encontrara la primera propiedad?, Bueno solo Eiden podría pasar por algo así.
Respiro hondo y después se permitió quejarse y lloriquear del dolor de sus pies.
La rubia se rascó la nuca acomodándose en el banquillo y ladeó la vista en la carretera, a la izquierda se encontró con una casa gigante de color blanco y cristales. Una hermosa casa que despertó un vago recuerdo.
Así que se levantó de su asiento y arrastró sus cosas hacia allí.Se mordió el labio con nerviosismo y después se permitió tocar el timbre... Nadie, volvió a hacerlo, se tardaron y cuando iba a volver a tocar un castaño de ojos café que tenía una pajilla de soda en la boca, abrió la puerta.
Se le hizo conocido.
—¿Si? ¿Que necesitas?— preguntó el chico apoyándose del umbral de la puerta
—dime por favor qué esta sí es la primera propiedad...— la chica habló muy rápido haciendo que el castaño se saque la pajilla de la boca y la mire raro
—tranquila— el chico se rió de la paranoia de la chica —si, esta— le aseguró el castaño
—¡¿Si?!, ¡Gracias a Dios!— la chica levantó sus brazos al aire —tengo que hablar con el mayor — sonrió la chica poniendo nervioso al castaño
—pues, pasa entonces— el chico abrió la puerta a la par dejando que la chica pasara con sus maletas y mochila.
En la sala habían unos cuatro adolescentes con la misma camiseta de fútbol que el castaño, Eiden les sonrió pero ellos simplemente no entendieron eso de ser amables.
Así que simplemente se dispuso a ver por el pasillo que desapareció el castaño que le había abierto la puerta.
Se escuchaban murmullos, que en realidad eran gritos de hombres.El que abrió la puerta regresó por el mismo pasillo con tres chicos más detrás de él.
—¿Cuál es el problema?— preguntó uno de ellos de pelo castaño y ojos azules, de unos veinte años tal vez
—ella— el castaño señaló a Eiden en medio de la sala, y todos pusieron su atención en ella
—¿En qué te podemos ayudar?— el joven de veinte y tantos le sonrió con amabilidad
—aamh...— Eiden miró a su alrededor nerviosa —mis padres me enviaron aquí— soltó sus maletas
—¿Con que objetivo?— esta vez hablo otro, rubio de mirada azulada y curiosa
—bueno es... un tanto difícil de explicar de hecho... no estoy... segura... es por estadia y...— la chica iba a responder pero fue interrumpida
—¿Qué tenemos?, ¿un puto reformatorio?—
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Un Contratiempo Infantil
AdventureEiden Grenwhèder vive en su propio mundo, no ha madurado a pesar de tener dieciocho años, es experta en poner el mundo de cabeza, al punto de rozar los absurdo. Eiden necesita que la cuiden, y para ello recurrieron a los Miller. Myke, distinguido y...