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El dragón continuaba creciendo- algo que empezaba a preocupar a Dyanna

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El dragón continuaba creciendo- algo que empezaba a preocupar a Dyanna. No podría esconderlo bajo su camisa para siempre.

El par continuó su viaje hacia Bastión de Tormentas- permaneciendo fuera de los caminos y usando el sol para poder indicar hacia donde se dirigían.

Una mañana cuando empezaban a moverse, los arbustos empezaron a crujir de una manera que no era natural, y los pájaros parecían dejar de cantar. Dyanna acalló su historia, y su dragón se escondió rápidamente bajo la tela de su camisa.

Una mujer salió detrás de los arboles e hizo contacto visual con Dyanna. Todo en la mujer era rojo- su pelo era de un profundo color carmesí, y sobre su cabeza había un chal escarlata.

"Dyanna, hija del Matarreyes. Mi nombre es Melisandre. Soy una sacerdotisa de R'hllor."

"Qué quieres de mi?" Dyanna retrocedió.

"Vengo como advertencia. El Señor de la Luz ha estado vigilándote de cerca, y ambos pensamos que es una mala idea viajar en este camino."

"Necesito llegar a Essos." Dyanna la ignoró. "Hay alguien que debo conocer."

"Lo sé." Melisandre sonrió. "Pero el campamento del Rey esta delante de ti si sigues así, y algo me dice que deseas permanecer inadvertida. Dirígete a Cabo de la Ira, y allí encontrarás un barco que te llevara a Essos."

"Cabo de la Ira?" Dyanna frunció el ceño. "Pero-"

"Es al sur de aquí." Melisandre apuntó a la derecha de Dyanna. "Dirígete hacia allí y no te perderás."

"Por qué tengo que escucharte?"

Melisandre se detuvo un minuto para reflexionar su respuesta. "No tienes que hacerlo, pero deberías. Llevas una posesión tan valiosa que el resto del mundo le gustaría verlo muerto o que fuera suya."

"No sabes nada." Dyanna se puso a la defensiva, cómo podía saber ella del dragón? "No tengo nada."

"Zaldrīzes buzdari iksos daor." Melisandre sonrió. "Bien. Puede que no creas que es tuyo, pero te equivocas, Dyanna. Se han unido."

"No sé a que te refieres." Dyanna continuó haciéndose la tonta- retrocediendo ligeramente. "Qué dijiste?"

De debajo de su capa, Melisandre sacó un viejo libro- los bordes desgastados. "Me dijeron que te gusta leer? Eres igual a tu madre."

"Qué sabes de mi madre?" Dyanna sentía que quería gritar. "Quién eres? Responde mis preguntas!"

Melisandre no respondió al instante- simplemente hizo una pausa mientras miraba a la chica rubia. "Tu madre era poderosa. Tal vez la mujer más poderosa de los Siete Reinos."

"Tienes que estar mintiendo." Dyanna siseó.

"De verdad crees que un Lannister podría incubar un huevo de dragón?" Melisandre agarró el libro en sus manos. "Toma este libro y dirígete al sur a Cabo de la Ira."

Caminando hacia adelante, Melisandre le pasó el viejo libro a una sorprendida Dyanna. "Lee esto, y alcanza tu potencial."

Melisandre se dio la vuelta y se alejó sin decir nada- desapareciendo en lo profundo de los arbustos en segundos.

Por el peso de sus palabras, Dyanna se arrodilló en el frio suelo, y su dragón se asomó por encima de su hombro para ver también el viejo libro. Había palabras en la primera pagina, que a Dyanna le resultaban imposibles de leer. Al abrirlo, vio una adición tardía a las paginas: la escritura  en su lengua.

Mi querida hija, Dyanna.

Siento no poder ser nunca una madre para ti, y siento que nunca nos conozcamos.

Dejé este libro en posesión de una vieja amiga sabiendo que llegaría a ti eventualmente, sin embargo. No sé quién eres y en quién te has convertido.

Sé que no arregla nada, pero siento la vida en la que naciste, Dyanna. Tu padre se preocupó por mí cuando nadie más lo hizo, y yo lo amé mucho por todo lo que me dio, pero lamento que no nos hayamos casado, porque no mereces la vida de un bastardo. Te merecías la vida de un dragón.

Tengo la esperanza de que te hayas reunido con tus hermanos- con Rhaegar y Viserys. Sin embargo. Aerys espera que lo bendiga con otro niño. No estoy segura. Si hay uno más espero que sea otra niña para que no te sientas tan sola en este mundo.

Siento divagar, Dyanna, pero no creo que vuelva a tener esta oportunidad. Mi marido descubrirá que fui infiel y me castigará. Solo puedo rezar para que permanezcas a salvo de su ira.

Te he regalado este libro para que puedas abrazar este lado de tu linaje. Has crecido con la ferocidad de un león ahora, así que sólo puedo esperar otorgarte el cerebro del dragón. Este es un libro de nuestra historia escrito en la lengua antigua. He traducido cada palabra a tu lengua para que puedas aprenderla a tu propio ritmo. Puede que no signifique nada para ti ahora, pero esto es parte de nuestra cultura y espero que puedas asumir la responsabilidad de abrazarlo.

Nunca podré decirte estas palabras en persona, así que rezo para que las escuches ahora.

Te quiero, hija mía.

Firmado por tu madre.

Reina Rhaella Targaryen, esposa del Rey Aerys II.

Dyanna no tenía palabras. Se acurrucó sobre la parte superior del viejo libro mientras su dragón se acurrucaba en su pecho mientras ella lloraba.

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