Dyanna Waters - la bastarda de Jaime Lannister - siempre se sintió sola en Desembarco del Rey.
Sin saber siquiera quién es su madre, anhela conocer su herencia, pero su padre no está dispuesto a compartir.
Cuando la Guerra de los Cinco Reyes empieza...
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En lo alto de los cielos de Volantis un dragón zafiro volaba- bailando por las nubes. Ocasionalmente soltaba un grito ensordecedor que hacia que la gente local se agachara con miedo.
Dyanna no fue a Volantis para infligir miedo en la gente de aquí, sino que fue a Volantis por un barco. Ahora que ninguna de ellas tenía pertenencias, salvo las que llevaban en la espalda, no tenían nada con que pagar sus pasajes.
Pero sí tenían un dragón.
Rhaenyra bajó bruscamente, deteniéndose frente a Dyanna y Alys. Estaban ante un capitán, quien tropezó hacia atrás ante el shock de ver a un dragón en carne y hueso.
"Qué es lo que quieren?" Tartamudeó, cayendo al suelo mientras Rhaenyra lo observaba cuidadosamente.
"Pedimos pasaje." Alys dijo con una sonrisa maliciosa.
"Pasaje a Meereen." Dyanna finalizó, metiendo un mechón de cabello rubio detrás de su oreja.
El capitán sacudió su cabeza. "Qué hay posiblemente en Meereen para ustedes?"
"Daenerys Targaryen está liberando Bahía de los Esclavos." Dyanna continuó. "Meereen es la más grande de las tres ciudades-estado, y por lo tanto sabemos que llegaremos a ella."
El capitán vaciló de nuevo, pero Rhaenyra lanzó otro feroz grito. "Las llevaré a Meereen."
"Me alegro de que hayamos podido llegar a este acuerdo." Alys sonrió, extendiendo su mano al dragón azul que estaba delante de ellos. Rhaenyra giró su cabeza para permitir que su nueva amiga le prestara atención. Puede que no fuera la atención de su madre, pero lo apreciaba de todas formas.
Antes de que el capitán pudiera decir otra palabra, un niño gritó desde la multitud, y Dyanna se dio la vuelta de repente.
"Por favor, ayúdenme!" Gritaba mientras corría hacia ellos. Rhaenyra saltó para defender a su madre, pero Dyanna extendió su mano repentinamente para evitar que el dragón lastimara al pobre niño.
"Keligon." Ordenó al dragón que se detuviera, y obedeció inmediatamente mientras Dyanna se giraba hacia el niño quien se derrumbaba en el suelo ante ellos. "Estás bien?"
"Debe ayudarme." Suplicó, y ahora que estaba más cerca, Dyanna pudo finalmente estudiarlo.
Era joven- tal vez alrededor de 15 años. En sus mejillas había pequeños tatuajes de moscas que volaban alrededor de su piel. Las marcas de un esclavo.
"Debe liberarme." Miró hacia arriba, y Dyanna se sintió instantáneamente protectora sobre él. "Tiene que ayudarnos a todos."
"Ven con nosotras." Dyanna se agachó para estar a la altura del niño, pero el sólo negó con su cabeza.
"No puedo." Le dio una sonrisa triste. "Estoy atado a mis maestros aquí en Volantis."
"Déjalos- puedes ser libre." Dyanna trató de animarlo, pero el negó con fuerza.
"No lo entiende!" Siseó, agarrando su mano ahora. "Daenerys Targaryen está liberando a los esclavos de Bahía de los Esclavos, pero se olvida de nosotros aquí. Por cada hombre libre en Volantis, hay cinco esclavos. Sé que ustedes dos no pueden conquistar Volantis por sí mismas, a pesar del dragón que tienen, pero les pido que regresen con un ejercito y una Reina."
"Te lo juro." Dyanna agarró su manos entre las suyas. "Cómo te llamas?"
"Aevar, milady." Sonrió con gratitud.
"Aevar, te juro por el honor de mis Casas que volveré aquí. Volveré con la Reina Dragón y sus ejércitos, y te liberaré."
"Si hace esto, Daenerys Targaryen no será mi Reina." Sonrió mientras una solitaria lágrima caía sobre su mejilla. "Usted lo será. Cuál es su nombre?"
