Capítulo 4

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— Hoy es el día — tomé aire y exhalé

Me acerqué a mi armario, saqué un polo negro, unos jeans y unas zapatillas. No tardé mucho en cambiarme, luego desayunar y, por último, dirigirme al inicio de la prueba. O como yo le decía, la purga.

Cuando llegué sorprendentemente ya estaban todos ahí, incluyendo al profesor que estaba sentado en su escritorio.

— Buenos días Velez — me miró y volvió su mirada al libro que estaba reposado en el escritorio.

— Buenos días... profesor — eché un vistazo y no había un asiento vacío, ni siquiera estaba Avril — mi as...

— Tu salón si no me equivoco es el quinientos diecisiete — alzó la mirada y apuntó a la dirección de la derecha.

— Okey... — me di media vuelta y salí.

¿Qué acaba de pasar?

Toqué la puerta, abrí y vi a todos en su lugar, solo quedaba un asiento vacío.

— Buenos días profesor — lo miré y señaló al último asiento.

Me dirigí a él rápidamente y me senté. Cuando de pronto escucho la voz de alguien diciendo "Alexia, Alexia, ¡Alexia!". Volteé y vi a Avril.

Por fin algo bueno.

— Avril... — dije en un susurró, pero emocionada.

— Separaron a todos en distintos salones — me dijo poniendo sus manos alrededor de su boca — tal cual decía el folleto.

Cierto, el folleto. Recuerdo leer algo al respecto. Eso lo explicaba.

— Ahora sí, jóvenes. Necesito que presten atención — entrelazó sus manos el profesor.

Avril y yo volteamos rápidamente.

— Empezaremos con el sorteo de los grupos, cada uno pondrá en esta bolsa su apellido y nombre, en ese orden respectivamente. Vayan escribiendo en un papelito. — volvió a su escritorio y puso un separador entre las hojas del libro que estaba leyendo — Ahora sí, pasen de atrás los papelitos, hacia la parte de adelante.

Hice lo que pidió, cuando volteé, vi que Avril recién acaba de escribir y rápidamente pasó el papel.

Se acercó a las primeras filas y recogió los nombres que poseían en dichos papeles, llenándolos en la bolsa y revoloteándolos — Comencemos, las cinco primeras personas que salgan serán el primer grupo, las otras cinco el segundo y así sucesivamente. Nos miró a todos — ¿entendido?

No espero una respuesta, metió su mano dentro de la bolsa y empezó a dictar.

— Primer grupo: Ramírez..., Manzzini...

Me giré hacia Avril — ¿crees que nos toque juntas?

Sonrió — Alexia, estamos en un libro, es más que obvio que nos tocará juntas.

— ¿Qué? — la miré divertida.

— Es broma, pero ojalá si sea así.

Asentí.

— ¡Tercer grupo!, Desme..., Leroi... — Y siguió otra cantidad de apellidos.

Mi corazón se aceleraba cada vez que sacaba más nombres.

— ¡Quinto grupo! — suspiró y aclaró la garganta — Smith, Louis; Fontana, Avril...

Maldita sea. Avril.

Nos giramos al mismo tiempo para vernos y cruzamos los dedos para que me tocara en su grupo.

— Lambert, Harry... — Se escuchó un grito de un chico a lo lejos — Anderson, Verónica...

Solo quedaba un nombre y había muchas posibilidades, demasiadas.

— Velez, Alexia... 


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