Capitulo 5: Folletos

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—Ya sé—dije caminando de un lado a otro—No sé que haré pero deja de restregármelo—dije furiosa fulminando con la mirada a Ximena que estaba sentada en mí cama con sus piernas cruzadas—Bájate de mi cama—la señalé y después dirigí mi dedo índice a la cama de ella para que fuera ahí.

—No te enojes—rió—Estoy segura de que estarás en el equipo, fuiste la mejor...y lo digo en serio—dijo tirándose en su cama boca arriba—Yo estuve del asco pero da igual—se escuchaba poco porque le estaba hablando al colchón.

—Claro—dije sarcástica—¡Luego no entro y que mi dignidad queda más perdida de lo que ya está!—desordené mi cabello como una psicópata con mis dos manos.

—Relájate—suspiró—Los resultados de las que quedan los ponen mañana, en la pizarra de notas y equipos que está por los salones—informó Victoria abrazada a un perro de peluche (según nos había contado un chico de primer curso se lo dio de la nada y nunca volvió a hablarle).

—Ojalá haya quedado...—hice una pausa—...nada de "ojalá"—hice comillas con mis dedos—Tengo que quedar sí o sí—me reí varias veces algo exaltada, nerviosa, estresada, en resumen una mezcla extraña de sentimientos que solía experimentar cuando me expulsaban.

Las chicas estaban a punto de arrancarse el cabello de dos jalones por mi estrés y nervios con lo del equipo pero, si no quedo insisto: mi orgullo caerá al subsuelo y hablo en serio.

***

Eran las cinco de la mañana, fue la hora en la que puse mi alarma para dirigirme a la pizarra porque más tarde iba a estar muy lleno y tardaría más para ver mi nombre. Y porque sabía que las coordinadoras ponían todo a las cuatro y media de la mañana.

Corrí hacia aquella pizarra saliendo en pijama del edificio hacia el edificio que era como el instituto académico. Noté que el campus estaba tan tranquilo, ni una sola alma más que las personas ansiosas y responsables del instituto. Me di cuenta de cuanto me estresaba la gente, todos los gritos, gente corriendo y sentada por todo lado para que te tropezaras.

Llegué a tiempo, solo habían dos chicas en la pizarra viendo la hoja de teatro.

Busqué mi nombre en toda esa gran hoja de papel rojo chillón (ese color llamaba la atención a kilómetros), busqué en la letra "D", ya que claramente iba en orden alfabético por apellidos.

El único problema no era lo difícil de encontrarme entre tanta gente con apellidos con la inicial mía, sino el hecho de dudar que me hubiesen aceptado.

No encontraba mi maldito nombre en ninguna esquina de la hoja. Me va a dar algo, un ataque al corazón o un momento para entrar en una crisis existencial bastante fuerte. Terminé la hoja, la leí de principio a final y viceversa unas cuantas veces. Comencé oficialmente a entrar en crisis.

Mi nombre no estaba ahí. Estaba decepcionada de mi misma, deseaba estar en ese equipo porque sentí que lo hice bien, lo sé y me lo dijo la entrenadora que estaba supervisando, junto a otras chicas que también estaban aplicando.

No era solo lo que pensaran el resto, sino que era mi ilusión y ganas de formar parte en algo, ya que siento que ni formo parte de mi familia creí que me sentaría bien formar parte de un equipo de mi deporte favorito.

....

Volví a la habitación sin la sonrisa con la que me fui, creo que se quedó en el camino. Me lancé boca abajo a mi cama y me puse a llorar. Tal vez de tristeza, decepción o simplemente cólera, no lo tenía claro.

—¿Qué pasó Adriana?—preguntó Victoria despertándose con ojos achinados y saliva seca en la mejilla derecha.

—Adriana—dijo moviéndome Ximena. Ya que yo estaba boca abajo con la cara hundida en la almohada.

El internado #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora