Capitulo 4: El desayuno

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Decidí salir a tomar aire fresco, porque estar encerrada sola, me ahogaba emocional y físicamente. En lo que iba caminando con mis audífonos puestos y la música a todo volumen, vacilé con un chico que me topé de frente. Nos reímos por haber, prácticamente, bailado. Pero en lo que hice a irme para continuar con mi camino, doblé mi pie un poco y caí en sus brazos, él se mantuvo fuerte así que no se cayó, pero me sostuvo muy cerca.

—Lo la...—abrí la boca para decirlo pero solo sentí que jalaron mi cabello, con fuerza, despegándome de él antes que yo lo hiciera.

—¡Eres una atrevida, él es mi novio, zorra!—hizo a darme una bofetada, pero tomé su mano con fuerza.

—No pa...—al parecer nadie me iba a dejar terminar mis oraciones porque escuché la voz de la directora.

Vi todo ese sitio, la dichosa dirección y ya detestaba estar ahí. Por mi expediente, era difícil que no me expulsaran y después de aquí no me aceptarían más en colegios, tal vez en una correccional sí.

—Niñas—juntó sus dedos posicionando la punta de estos en su barbilla pero solo de los dos dedos índices.

—Me llamó zorra y luego me pegó un puñetazo —solté al instante cruzándome de brazos para dar un paso hacia atrás—Ah no, trató de pegarme un puñetazo—dije divertida.

—Señorita—me miró retadora, haciendo que me encogiera de hombros.

—Discúlpe—levanté mis manos rendida.

—No aceptaré estos actos de violencia en el instituto y... —después de eso me aburrí de escuchar y me metí en mi burbuja que se explotó al escuchar mi nombre—...así que no las expulsaré, señoritas Adriana y Karina—dijo viendo a cada una al pronunciar el nombre con las cejas un poco levantadas—Además, porque ni venimos empezando el curso, así que si se meten en otro problema terminarán fuera, yo no doy terceras oportunidades.—Se pueden retirar—señaló la puerta de salida de esa dirección con su dedo índice y una mirada seria.

—Gracias—dijimos Karina y yo al unísono.

Salí de la dirección y la vi a ella con odio, obviamente ella no se quedó atrás e hizo lo mismo. Nos dimos la espalda para irnos por el lado contrario de la otra, ella a la derecha y yo izquierda, como de película. Pero luego recordé que tenía que irme a la derecha y sentí pena.

Ni sabía para donde iba, sólo quise hacer ese giro dramático como en las películas, porque además, iba a ser muy incómodo si nos íbamos por el mismo sitio después de ese intercambio de miradas tan agresivo.

Caminé hacia la parte de la piscina porque era la parte más relajada en donde se podía estar, lastima que no me podía meterme en ella. Sentarme en las graderías y ver a la clase de natación practicar me relajaba completamente, más porque solo se escuchaba el agua y la voz del profesor porque si alguien hablaba con otro o decía alguna queja él los echaba de la piscina.

Saqué mi iPad del bolso que andaba y abrí Candy Crush Saga. Un juego que se había vuelto bastante adictivo para mi cerebro.

—Te gusta ver a chicos sin camisa y en calzoncillos nadando con gorritos de goma y lentes para agua—escuché una voz femenina que iba cada vez más acercándose a mi.

—Me encanta—levanté una ceja y crucé la pierna, apoyé mi codo en mi muslo, posicionando mi cabeza en mi mano.

La chica con el cabello teñido de un color blanco, se rió de mi respuesta y se sentó a mi lado, le dio un vistazo a mi iPad que estaba en mi juego.

El internado #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora