DESPRENDER

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Una vez que ya estaban en la mansión dejaron a la persona que trajeron consigo en una habitación peculiar que ordenó el peliverde, una sala especial para hacerle un interrogatorio apropiado, una vez que lo dejaron ahí aún inconsciente se dirigieron todos a sus habitaciones para cambiarse de ropa a una más cómoda, los trajes y la ropa formal no eran algo que acostumbraran a usar.

Izuku se hallaba en su habitación cambiándose de ropa mientras pensaba en lo sucedido con Bakugo hace unas horas atrás, recordar el momento en que esa mujer se aferraba a él hizo que se tensara y llenara en él una gran molestia.

Lanzo su ropa a un contenedor para lavarla más tarde y se acercó a su espejo, contemplar aquel peliverde del reflejo lo hizo dudar, porque actuó de esa manera cuando lo vio cerca de alguien más, acaso eran celos, no podía, sentir algo por él era inaudito e imposible, como la espera de la lluvia en tiempos de sequía.

Negó para sus adentros mientras dejó caer un golpe a su cómoda, no podía permitirse sentir esas cosas por él, no se lo merecía.

Por un instante esas emociones se disiparon como la niebla y una pequeña partícula de esperanza y amor inundó su ser y su corazón, era leve como una brisa en un día caluroso, pero reconfortante, dulce y cautivadora.

Sostuvo su corazón y pensó si realmente lo odiaba, le dolía aún el hecho del pasado, de su desconfianza y del no haber creído en él, de dejarlo solo y no haber hecho nada, pero también un destello de esperanza apareció y cambió el panorama, pensó que talvez Bakugo estuviera cambiando, que tal vez intentara enmendar las cosas, no lo sabía.

Pero recapacito y aún con esa posibilidad no podría seguirla de la mano, no podía permitirse el amor por la persona en que se había convertido, por las acciones que había cometido y por las cosas que había vivido. El único amor que conocía y podía permitirse era el que sentía por Hitori, por Suni y por su madre.

Un huracán de emociones golpeaban con fuerza en su interior, no sabía que pensar, en que razonar o la forma en la que debía actuar, intento hacer de lado aquello y volvió al presente, tenía que actuar en un interrogatorio y saber sobre cómo acabar con Momobami y las dagas negras, olvidó sus emociones por un lado y una vez preparado y listo salió de su habitación a la sala de interrogatorios.

Todos ya se hallaban afuera de este esperando al peliverde.

-Y bien, ya despertó?-pregunto el pecoso.

-Si, hace unos minutos, lo atamos a una silla como nos indicaste- respondió Todoroki.

-Muy bien-

-Midoriya, queremos hablarte de algo?- dijo Kirishima.

-Que cosa?-

-Pues pensábamos Bakugo y yo que fuéramos nosotros quienes lo interrogaramos- dijo con un poco de nervios.

-Y porque crees que ustedes deberían hacerlo?-

En ese momento interfirió Katsuki.

-Nosotros ya hemos interrogado a varios criminales por mucho tiempo, sabemos como actúan estos idiotas, creo que deberías dejarnos hacer esto-

Izuku meditó su respuesta mientras lo observaba con detenimiento.

-Ok, los dejaré interrogarlo-

Bakugo y Kirishima asintieron victoriosos por haberlo convencido.

-Pero-

Ambos chicos dejaron de celebrar en su interior.

-Si no consiguen que diga nada en media hora yo lo interrogare, ustedes deciden-

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