«27: A la mierda.»

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— Yoongisito~ ¿puedo pasar?— la voz chillona de la rubia sonaba detrás de la puerta mientras seguía golpeando la madera.

Taehyung y Yoongi se miraron alarmados, y de inmediato se separaron, levantándose de la cama, sin saber que hacer, entrando en pánico, porque sabían que sería demasiado raro que el moreno no haya entrado por la puerta de la casa, pero aún así estuviera dentro.

— Yoongi~ ¿Estás ahí?— preguntó la rubia a través de la puerta, a sabiendas de que el pálido estaba adentro por los pasos apresurados que oía de un lado a otro.— tus padres me dijeron que te venga a ver...— añadió.

Yoongi empujó al moreno que lo acompañaba dentro del armario, que era prácticamente una mini habitación con chaquetas y ropa en colgadores. El pálido cerró la puerta blanca frente al moreno como si se tratara de algún juguete que estaba metiendo en una caja, sin cuidado ni nada, solo con rapidez y su corazón latiendo por la adrenalina de ser descubiertos.

Tenía un poco de miedo, pues en realidad la puerta era una especie de persiana corrediza, que por suerte, por la oscuridad en el interior del armario no se podía ver hacia adentro, pero Taehyung si podía mirar hacia afuera por las pequeñas franjas de luz, notando como Yoongi le abría la puerta a la rubia desconocida para él.

Hizo una mueca difícil de entender incluso para él mismo. Una mezcla entre celos y confusión por tratar de descifrar quien era aquella chica, o al menos, que tipo de relación llevaba con Yoongi.

— ¿Que haces aquí?— cuestionó sin filtro el pálido cuando abrió la puerta.

— Ay Yoongi... ¿Acaso no puedo venir a visitarte a tu habitación?— la rubia se hizo la ofendida, mientras miraba alrededor curiosa. Yoongi no dijo nada, solo la miró con cautela, levantando una ceja al no saber sus intenciones.— vaya... Tu cuarto sigue igual que antes de irme.— notó Madeline, caminando hacia el telescopio.

— sí, no me gustan mucho los cambios.— acotó Yoongi, dirigiéndose hacia ella. Una cosa que odiaba de Madeline, entre tantas cosas más, era que siempre se metía a su habitación a desordenar y juguetear con sus cosas. Curioseaba de aquí a allá sin importarle que Yoongi estuviera justo detrás vigilando que nada se saliera de su lugar.

— lo noté, pequeño.— habló Madeline con superioridad y un distintivo tono coqueto que solo ella poseía las veinticuatro horas del día.— ¡vaya! Esto es una antigüedad...— se burló del telescopio con el que jugaba, moviéndolo de un lado al otro y ajustando el lente, lo que perturbaba a Yoongi pues ni siquiera se dignaba a mirar a través del artefacto, solo lo manoseaba sin importarle romperlo o dejarlo desordenado.

— Basta.— exigió el pálido, sorprendiendo a Madeline con su repentina revelación, pues nunca le había tratado así.— si no vas a ocuparlo bien, no lo uses.—le regañó. Pero a ella no le gustaba este Yoongi que la regañaba, a ella le gustaba el pequeño Yoongi que se cohibía cada vez que ella estaba cerca, y que acataba a lo que ella quisiera sin chistar. El pequeño Yoongi que conoció hace años había cambiado, pero ella sabía cómo cerrarle la boca para estar al control de la situación.

— Lo siento, bebé...— le dijo la rubia, haciendo un puchero falso mientras se acercaba peligrosamente al pálido, quien dió un paso atrás.— no sé mucho sobre cómo ocupar esos artefactos largos...— hizo una pausa mirando el telescopio, y luego volvió su miraba coqueta a Yoongi, con una sonrisa ladina.— pero si sé ocupar otras cosas largas...— miró con poco disimulo hacia el pantalón de Yoongi y luego subió su mirada al rostro del pálido, que como predecía, se quedó callado ante esas palabras.

Asco. Sentía asco tal como todas las veces que la tenía cerca, pero ella sabía controlarlo. Sabía que con ese tipo de insinuaciones siempre se quedaba atónito, sin saber qué responder... Y no, no era para nada que le gustarán, pero no sabía que responder sin antes sumergirse en la vergüenza.

¡Maldito Club de Shipers!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora