«37: ayuda »

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Nota de autora: este capítulo contendrá algunas escenas de violencia y acoso sexual, así que si eres sensible te recomiendo saltarse esas partes (pondré este signo ••• cuando comience y termine, junto a un resumen.)

Su padre le volvió a gritar. Estaba borracho sin razón alguna, y le gritaba cosas hirientes. ¿Era algo a lo que debería acostumbrarse? Jimin solo quería aguantar un poco más, hasta ser mayor de edad y largarse de la casa. Por mientras solo se quedaba parado frente a su padre, dejándose insultar, sin defenderse, sino esté podría molestarse más.

¿Debía pedir ayuda? No. La única que podía ayudarlo era su madre, que se encontraba felizmente casada, en otra ciudad. Ella era tan buena con él, y Jimin no quería devolverle pesares, sino que también quería ser bueno con ella. Ella ya tenía otros hijos que cuidar, bueno, hijastros, y él no quería molestarla en su nueva vida.

Iba a visitarla fin de semana por medio, y ella lo recibía en su casa con los brazos abiertos.

"¿Como estas?"

"Bien, mamá" Mentía.

"¿Como te has portado?"

" Bien... " Mentía otra vez.

"¿Como está tú papá? ¿Ya ha dejado el alcohol?"

" El está bien, ya no bebe. " Mentía por tercera vez, finalizando con una sonrisa que parecía real.

Una lagrima cayó de su mejilla recordando esos momentos. Su progenitor seguía gritándole.

•••

— ¡¿Estás llorando maricón?!— cuestionó el padre, empujándolo con una mano, riéndose de él. Jimin casi cae al suelo.— maldito ¿Como te atreves? ¿Como puedes ser tan marica? Yo no soy así, y tú madre tampoco ¿De quién mierda se te pegó?— el hombre arrastraba las palabras, y seguía golpeando a Jimin, tomándolo del brazo y sacudiendolo.

— M-me duele...— sollozo Jimin, sin poder dejar de llorar. Las lágrimas cada vez caían más fuertes.

— ¡que te duela! — gritó el padre, proporcionándole una cachetada que lo dejó en el piso.— ¡Que te duela maldito maricón!— el hombre tomó su botella dispuesto a lanzarla contra la cabeza del menor, pero estar ebrio, y su mala puntería se lo impidió, cayendo centímetros al lado de Jimin.

— n-no hagas esto... P-por favor...— suplicó Jimin.

— ¡TE DIJE.— el hombre lo pateó con rabia.— QUE.— pateó otra vez.— NO TE PERDONARIA DE NUEVO!— terminó de gritar, dispuesto a seguir pateando a su hijo con violencia, pero Jimin de inmediato se levantó, con miedo y nervios salió corriendo de la casa a pesar del frío y de la noche.

••• [Jimin fue golpeado por su padre borracho, por lo que se escapó]

Corrió como si su vida dependiera de ello, llorando como nunca antes, con las piernas y el abdomen adoloridos, el moretón aún yacía en su ojo, y su corazón se sentía completamente roto.

No se dió cuenta de dónde iba, o donde estaba hasta que lo tomaron del brazo, haciendo que paré.

— ¡Auch!— soltó ante el agarré, y luego sus ojos se abrieron grandemente notando a quien tenía enfrente. — Kihyun...— musitó en sorpresa.

— Jimin, ¿que haces corriendo así a estas horas de la noche?—cuestionó, fingiendo preocupación. Recién ahí fue cuando Jimin notó que no estaba solo. Habían otros dos chicos fumando a su lado, apoyados en la pared, mirándolos de pies a cabeza. Kihyun los volteó a mirar.— largo.— basto esa palabra para que salieran de aquel lugar en un santiamén.

¡Maldito Club de Shipers!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora