MANCHESTER

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Dani

De pie en el aeropuerto, observo el ir y venir de personas apuradas. Caminan con decisión, con prisa, con equipaje en mano y sin titubear, con toda la seguridad qué a mi me hizo falta horas antes. Sentía como mis rodillas luchaban por no ceder, y al paso de los minutos en el viaje, no podía dejar de revivir el ultimo beso que Poché me regalo.

La evocación me golpea el pecho como si de un gong se tratara y el ardor en mi cuerpo se hace presente. Duele cada parte de mi en donde ella no tuvo problema de tatuar las huellas de sus manos y pensar en la presencia de sus labios  por toda mi piel consigue que cierre los ojos y tiemblé un poco. Solo han pasado unas horas.

Mi alrededor esta repleto de personas mirando hacia un espacio un poco menos concurrido, no puedo evitar que mi mente divague un poco. Que precioso sería observar a Poché esperando por mi, dándome la bienvenida a casa, cualquier lugar en donde estámos juntas. La imagino, la veo sonriendo entre la multitud con la mirada puesta en mi. Me derrito en esa imagen, presa de todas las sensaciones que me provoca tenerla frente a mi, tanto que incluso puedo sentir como mi corazón se detiene durante unos segundos, dando la impresión de un pequeño ataque cardíaco al admirar la genuina belleza en su sencillez.

Me imagino también a mi misma, devolviéndole la sonrisa con emoción,feliz de tenerla ahí, recibiendo los típico girasoles que sellaron el comienzo de la mejor decisión que he tomado: tenerla en mi vida. A pasos grandes y agigantados, me observó lanzándome a sus brazos, besando su boca y acariciando las suaves fibras de su cabello azulado. También proyecto el brillo en su mirada, como me mira tan absorta  como la primera vez. Todo se siente tan real, es impresionante la forma en que mi mente recrea todas esas sensaciones a tal punto de hacerme dudar sobre mi cordura.

Sin embargo, estoy sola, parada en medio de tanta gente que me da ligeros empujones al tratar de pasar a mi lado, mientras permanezco inerte soportando el pinchazo de realidad que me aqueja.No hay flores, no esta su sonrisa, no beso su boca ni sus ojos sacan chispas de alegría por verme. No hay rastro de sus brazos adheridos a mi cuerpo, ni el suave tacto de la piel blanca que me había hecho olvidar por completo la sensación del frió que justo ahora, en su ausencia, reconozco.

Al cabo de un rato, con decepción tremenda en el pecho, me olvido de mis fantasías y me dispongo a salir de ahí para reportar en la universidad y ser asignada en alguna residencia estudiantil.

En el taxi, no retiro mi vista de la ventanilla. Observo detalladamente las calles mientras me hago ala idea de que viviré aquí durante los siguientes 12 meses. El conductor, un hombre mayor de carácter agradable, hace más ameno el traslado. La velocidad de mi respiración se reduce de a poco a poco y trato de tomar con tranquilidad el que Poché no responda el teléfono .

En menos de media hora, estoy frente a la puerta principal del campus. Atravieso varios jardines totalmente embelesada con la arquitectura de las construcciones y demasiado nerviosa para entrar al edificio principal. Saludo amablemente a una mujer que parece ser parte del personal de limpieza, me dedico a pedir informes hasta que al final llego a la tercera planta.

De pronto, estoy en una oficina de muebles caoba sentada a sola esperando a ser atendida. Observo la placa dorada apuntada en mi direccion, grabando con cuidado el nombre de David Hulme. No pasa mas de diez minutos cuando la puerta se abre detras de mi.

D: Buenas noches, señorita Calle - le respondo de la misma forma, me pongo de pie para recibirlo dando un cordial apretón de manos y el me dedica una sonrisa. - Soy el profesor Hulme, es un placer conocerla 

C: Encantada - me hace una seña para tomar asiento y el rodea el pesado escritorio para ocupar la silla.

D: Es un gusto recibir a estudiantes como ustedes, bienvenida - le sonrió a modo de agradecimiento y segundos después él prosigue. - Se que la hora no es muy usual, se preguntará por qué necesitamos de su presencia con tanta premura.

Inevitable AmarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora