ANILLO DE COMPROMISO

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Poché

P: ... Y gracias a esa intervención, abrí la posibilidad de que ese pequeño gatito consiga una prótesis, eso es lo más interesante que ha sucedido  en el trabajo hasta ahora.

Habló con emoción y soltura, mientras el viento se empeña en echar mi cabello contra mi cara. Disfruto de la conversación, a pesar de que no recibo ninguna respuesta, solo aquella que me dan las ramas de los árboles al ser sacudidas por la fría corriente. Pienso en la última vez que estuve aquí, sola, justo como ahora, y es increíble lo mucho que han cambiado las cosas desde entonces. Los últimos rayos de sol ya están cayendo, formando una imagen d escalofrío al colarse entre las lápidas y árboles, definitivamente no son horas para estar en un cementerio.

Me hubiese gustado traer buenas noticias a mi madre, venir con buena cara y darle el gusto de verme feliz, progresando. Qué pena no poder cumplir con eso, es triste no poder evitar llorar al contarle de lo mal que la estoy pasando por la misma chica de la que hablamos hace meses. La ausencia de Daniela pesa, 24 horas sin ella y mi corazón todavía no sabe qué hacer, mi parte emocional se golpea contra una pared por haberme permitido dejarla ir.

P: ¿Recuerdas que la última vez que estuve aquí me escuchaste hablar, por primera vez en mi vida, de una chica? Daniela, seguro recuerdas a Daniela. Te dije que la había encontrado, que ya había alguien en mi vida haciéndome sentir aquello que creí imposible. La amé, la cuidé, la procuré siempre, me esforcé por hacerla feliz, la escuché, le di mi confianza, siempre estuve para ella, hice todo eso y más, todos los días. Hice todo lo que jamás pensé y lo hice con devoción - una pizca de alegría brota en mis palabras antes de volver a la realidad marchita que me envuelve -. Ayer tuve que pedirle que se marchara, porque pasaron muchas cosas entre nosotras, al parecer no logré que confiara en mí. Jamás te hablé de Mario, pero lo menciono porque las cosas terminaron de forma parecida, tanto con el como con Daniela, en ambos casos, sus labios estaban besando a otra mujer. Con Mario ya lo esperaba, porque era natural escuchar anécdotas sobre lo divertido y talentoso que era Erubey. Por otro lado, Daniela jura que lo suyo fue un desliz, algo que sucede cuando hay demasiada bebida encima, pero, a pesar de las circunstancias, yo no veo diferencia en ambos actos, ¿sabes? Ambos los sentí como una caída en picada, lo que quizá sí es diferente es que  con Mario pude abrir el paracaídas y salvarme de acabar estrellada, pero con Daniela no pude hacerlo y me desplome con todo sobre el suelo, y todavía duele. Supongo que esto es como cuando murió el perro de papá, Junior, o cuando el gato escapó, o cuando falleció la abuela, o cuando mi amiga de preescolar dejó de hablarme, o cuando dejaron de convocarme a las inferiores de Estados Unidos, o cuando intentabas explicarme dónde estaba papá cada vez que yo preguntaba por él. Tú me lo dijiste en cada ocasión, son cosas que pasan y no queda más que vivir el dolor y sobreponerse. Es terrible pensar en la situación en la que estamos Daniela y yo, aunque yo crea que solo necesitamos tiempo, porque las cosas cambian de forma repentina. Todavía eres la primera persona con la que quiero hablar cuando las cosas van así de mal, y vine aquí buscando sentir que estás conmigo, porque ya no sé qué hacer. Todo lo que podía ver con claridad para el futuro no es más que niebla y estoy completamente anulada por el miedo, porque a pesar de lo que sucedió, la quiero, ¿ pero qué va a pasar conmigo si ella dejara o ya ha dejado de sentir lo mismo? Supongo que ya no tendría caso atesorar aquello que pusiste en mis manos antes de irte, y aunque sé que te sentirás mal, voy a regresártelo, porque no creo que alguien más soporte el peso de algo tan especial.

Hay toda una historia detrás de esas últimas palabras. El silencio es tenebroso en este lugar, tan marcado que puedo escuchar cómo el tabaco se va quemando  cuando aspiro el filtro. Disfruto de ese tenue sonido, que quiebra por completo la monotonía del ambiente, y mantengo los ojos bien puestos en el horizonte, tomando un respiro de una ciudad que parece ya no poder ofrecerme nada, ya nada se siente igual.

Inevitable AmarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora