VAS A QUEDARTE

564 55 4
                                    

                                             DANIELA CALLE

Enciendo las luces al entrar al departamento, las cajas sin abrir siguen por todos lados y un hilo de agua se extiende por el pasillo. me desplazo por la pieza, abrumada  y con el corazón a mil por lo que acaba de ocurrir. los labios de Poché todavía se sienten  sobre mi mejilla y me maldigo en tantos idiomas conozco  por no haber desplazado la cara lo suficiente para gritarle todo lo que me hace sentir con un beso.

La poca cordura que puedo conservar ahora, me ha hecho desistir de pedirle quedarse esta noche  aquí; en mi camino al ascensor, ni siquiera pude girar para verla irse, y al asomarme por la ventana, la carroza de mi princesa había desaparecido.

Julian me grita desde la ducha, obligándome a abrir caja tras caja hasta encontrar todo lo que necesita para secarse y vestirse. Le acerco todo lo necesario, sale del cuarto de baño con el cabello húmedo y nos movemos en silencio. Tomo la segunda ducha de la noche, me entretengo en ver bajar las gotas formadas por el vapor en la puerta corrediza, y a pesar  de que el agua cae hirviendo sobre mi piel, no logra superar la temperatura que se concentra en donde se han posado aquellos labios. Me he mostrado seria con mi hermano, justo cuando la felicidad no cabe en mi pecho, porque por mucho que nos esforzamos, no hay modo de ocultar que Poché y yo no sabemos actuar de otra forma cuando estamos juntas, todo está ahí, frente a nuestros ojos, dispuesto a ser rearmado, pero ninguna de las dos sabe cómo empezar.

Al estar frente a ese pequeño demonio de cabello castaño y nariz respingada, solo lo observo detenidamente. Parece realmente concentrado en el iPad, lanzando aves de todos los colores a un puñado de pájaros verdes que la hacen enfadar como si estuviesen burlándose de el. Yo también pretendo tener asuntos que resolver en la computadora, doy sorbos cuidadosos a una taza llena de café salido de la máquina que he tenido que encontrar entre todo mi desastre.

Mi hermanito bosteza, se frota el rostro con las manos, estira los músculos y apaga la tableta, por la expresión de fastidio sé que no ha podido pasar el nivel.

J: Voy a dormir, Dani.

C: No, eso tendrá que esperar.

J: Son más de las 11.

C: Tú y yo vamos a hablar sobre lo que ocurrió esta tarde.

J: ¿No crees que tendré suficiente  cuando vea a mamá y papá? Van a partirme en dos, por favor no lo hagas tú también.

C: Eso es otro asunto, solo quiero que hablemos. Julián. ¿Puedes...? - le indico un sitio a mi lado en el sofá, se deja caer con pesar y baja la mirada, apenado - ¿Qué sucedió?

J: Después de que hablamos, no me sentí bien, y quise salir. Tú lo hiciste ayer, Dani.

C: Eso no justifica que tú lo hagas.

J: No eres la única que necesita un respiro.

C: Pero soy mayor de edad. Julian, ¿tienes idea de lo peligroso que es salir así, a tu edad? Quedaste expuesto a quien sabe qué cosas, nadie está exento de ser dañado, ni siquiera yo, pero esta no es una ciudad en donde un niño de 13 pueda ir por ahí, solo.

J: ¡No soy un niño!

C: ¡Lo eres para mí! Te parece exagerado, pero tienes que entender que me preocupa lo que hagas, y si te digo estas cosas es por tu bien. Desde que naciste, mamá y papá se han pasado los días diciéndome que cuide de ti, y no me molesta hacerlo, porque eres mi hermano y te amo -Julian lo piensa por un momento, comienza a entristecerse y casi de inmediato me abraza -. No vuelvas a irte así.

J: Lo siento, Dani.

C: Me basta con que comprendes, no necesitamos más problemas de los que ya tenemos enfrente.

Inevitable AmarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora