"¿Por qué les está haciendo eso, mami?", fue una de las cosas que escuché mientras estaba encargándome de los hombres que habían intentado asesinarme. Había algunos niños allí, no me di cuenta de ello. No escuché lo que le respondió su madre, pero tuve que detenerme, porque en mi mente esa niña era la que había estado en mi sueño, era yo, la humana que había sido.
Pensé en las veces que hice esa pregunta, pero mi madre no estuvo allí para responder, nadie lo estuvo, solo el silencio que fue llenado por la voz de Zachcarías.
"¿Por qué estás haciéndome esto?", me ahogaba con mi propio llanto. Me dolía. ¿Eran las inyecciones?, ¿Era él?, ¿O solo mi inagotable sufrimiento?
Yo recuerdo mucho de mi tiempo como humana junto a Zachcarías, pero hay algunos momentos, como lagunas, en las que sus palabras ya no están, tampoco hay silencio, solo el espacio para la certeza de que allí existió algo. Una respuesta. No vi a la niña ni a su madre, pero me vi a mi misma preguntando, viendo con ojos de inocencia la sangre goteando de las manos de la crueldad. Me devolvía la mirada y también era yo. Era yo en todas partes.
¿Quién era ? ¿Qué era yo? ¿El monstruo? ¿El asesino? ¿Era todos los demás conteniendo la respiración? ¿O era la niña?
Me detuve, por primera vez comenzó a importarme la forma en la que me estaban percibiendo... y todo porque yo no podía encontrarme.
¿Qué mierda era yo?
-Pasta.
Enarco mi ceja hacia Kortian, me invitó a la cocina con él después de todo lo ocurrido, me dio medicina y ajustó mis vendas antes de ponerse a cocinar.
-¿Qué? -cuestiono confundida.
El anciano rueda sus ojos y estira su brazo por el frente de mi nariz hasta un recipiente que está al lado de mi cabeza.
-Quería que me pasaras la pasta, pero ya no importa, ¿Qué te tiene tan disgustada?, ¿es por Johan?
-Johan puede irse a la mierda si quiere, no me importa.
Cruzo mis brazos.
Allí estaba Johan en medio de la multitud horrorizada, pero él estaba molesto, dijo que era por mí, por mi forma de perder el control, aunque también aceptó que era su culpa, porque él ya me conoce lo suficiente como para predecir que perderé los estribos. Me gritó que debía aprender a controlar la forma en la que actúo delante de los demás mágicos.
"Ellos saben quién eres. Que tienes autoridad. Pero tú inspiras, Lilith, y no de la mejor manera, puedo sentir como sacas lo peor de todos y eso puede ser peligroso. Tienes que aprender a controlarte, maldita sea". Eso vociferó antes de marcharse como un maldito anciano quejándose de algo que debía arreglar. Es un imbécil, tiene razón, pero es un maldito imbécil, ni siquiera Kortian que sí es un anciano se queja tanto.
-Ahora eres alguien famosa, Lilith -Kortian me apunta con una pasta-. Y todo el que es famoso debe cuidar la forma en la que es percibido. Ya todos saben que eres bestial, salvaje, una criatura cruel con sus enemigos, pero lo que le preocupa a Johan y a todos nosotros es que cualquier mágico sienta la libertad actuar como tú. Eso no podemos permitirlo.
Muerdo la pasta que sigue manteniendo en mi dirección, mis dientes quiebran el trozo duro produciendo sonidos.
-Lo entiendo -digo-. Eso no va a pasar.
Le arrebato algunas pastas más antes de permitirle echar el resto en el agua hirviendo. Kort emite un suave sonido con su garganta, niega.
-¿Cómo pretendes evitarlo?
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La sangre de los mágicos
FantasyUn héroe no terminará con esta guerra. Un monstruo sí. Nota: No es necesario haber leído ninguna historia anterior, aunque puede resultar beneficioso.