Capítulo 31

1.2K 245 15
                                    

¿Quién era él?, ¿Quiénes eran los demás?, ¿Tiene importancia ahora?

Ya no queda nada de ellos, solo cenizas en el aire. Fueron quemados, calcinados, todo por la furia de alguien más fuerte, todo por…una burla. Diana no pudo soportar encontrarse en aprietos aquí, es por ello que fue por los más débiles.

Yo había sido una de ellos alguna vez. Débil. Indefensa. No había tenido la oportunidad siquiera de defenderme. Al menos ellos sí lo hicieron, fueron feroces contra los Seguidores, pero terminó. Para ellos se acabó.

Un lamento llena el campamento cuando el Oliam recibe la noticia, uno que cuenta una historia. La piel se me eriza.

Estoy equivocada, los muertos no solo son cenizas en el viento. Su vida queda grabada en esos lamentos, en las palabras, en los ojos extraños de las personas que los amaron. Ellos no desaparecen como yo pensaba, siguen aquí, en las personas que los conocieron.

En mí. Porque sigo siendo yo en todas partes.

Quien era él tiene importancia ahora, por ese lamento, por esa vida. Era alguien que se enfrentó a mis peores pesadillas y no pudo sobrevivir, yo tampoco lo había hecho.

Pero sigo aquí, sigo aquí en todas partes.

—Quiero ir con los Seguidores que capturaron.

Hay algo en mi mirada o quizás es la forma en la que lo digo, que hace a más de uno palidecer. Johan es sabio en negarse y soltar una baja advertencia. Sus ojos de esmeraldas están inundados de gravedad.

—Llévame con ellos o yo misma los encontraré —amenazo.

Nadie interfiere, nadie se mete entre él y yo. Cuando me doy cuenta la habitación ha quedado vacía, fría. Él no se mueve, permanece regio con su decisión y yo lo respeto, tiene sentido, pero no me quedaría aquí como él, viendo una habitación vacía y atormentándome con los lamentos del alado.

El olor a magia penetra mis fosas nasales, casi opacando todo lo demás, busco otra clase de olor, el de la magia siendo contenida. Marcho hacia allí sintiendo la suave brisa contra mi piel y la grama bajo mis botas.

Johan me sigue en silencio.

*****

No están al aire libre como lo estuvieron el arco de cinco flechas. El resto de Seguidores se encuentran encarcelados en los calabozos de la ciudad, apretados los unos con los otros dentro de las celdas fétidas. Hay muchas guardas contra la magia allí y metales debilitantes para los sobrenaturales con fuerza extraordinario.

Los guardias que me ven pasar pierden la sangre de sus rostros y mascullan una plegaria. Uno de ellos le dice a otro: —Los va a masacrar. Me percato de que Johan les hace una seña minúscula hacia mi dirección, ninguno de ellos le obedece y quiero reírme por ello en su cara.

Más fuerte es el miedo hacia mí que el respeto hacia él.

En voz baja pido que me abran la puerta para poder caminar entre las celdas. Escucho cerrojos y llaves tintinar mientras espero, cuando la puerta se abre veo los rostros de los Seguidores, cansados, destruidos y aun así…sisean, gruñen insultos y escupen hacia mí.

—Lilith, no lo hagas —intenta Johan.

—Tengo que hacerlo —es lo que le digo sabiendo que él no lo entenderá.

Observa al monstruo, Johan.

*****

Camino entre las celdas mirando sus rostros, los dientes que exponen ante mí y sobre todo…el miedo. Saben quién soy, saben lo que he hecho, pero… ¿es ese miedo más poderoso a las palabras de Zachcarías?

La sangre de los mágicosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora