Capítulo 6

1.8K 302 67
                                    

Todavía puedo sentir la jaula apretándose contra mi piel irritada por el metal, mi cuerpo recuerda y por siempre recordará los calambres, el dolor, el cansancio de estar en una misma maldita posición durante días, embarrada de mis propios deshechos. Nadie tiene derecho a pedirme compasión cuando todo por lo que sueño es porque nadie viva de la forma en la que me obligaron a hacerlo.

Cuando la bruja Ivonnet hizo el portal para sacarnos del bosque, no estaba consciente de que sería mi primera vez en uno, no pensaba en cómo se sentiría, hasta que lo sentí. Sabía que debíamos estar viajando a una velocidad extraordinaria, así debía ser, pero yo lo veía todo perfectamente, la oscuridad, la luz, grietas, era confuso, pero incluso escuché voces, su idioma no era el que yo usaba, pero podía entenderlos, algunas de esas voces fueron como la caricia del sol o el frío de la oscuridad. Decían: El mundo se ha roto. Alguien renació. Alguien revivió. Alguien fue creado. Un nuevo dios está pisando la tierra de los mortales, camina en sus pieles. Me dolió la cabeza, porque estaba perdida buscando a los dueños de las voces, mi camino se estaba acabando y yo aún no descifraba nada.

Lo último que escuché fue: Ten cuidado con el nuevo dios que camina entre los mortales.

Al principio no podía recordar más que el hecho de que terminé vomitando sobre alguien cuando llegamos a Gardeen. El lugar donde estábamos no me gustó tanto como los otros lugares en lo que había estado, Gardeen es muy diferente, no es que no pudiera disfrutarlo, por supuesto que sí, está lleno de bosques húmedos, lloviznas, niebla, personas y ruido. Mucho ruido. Es una ciudad, lo entiendo hasta cierto punto, pero no es eso lo que me incomoda, es la profunda melancolía que puedo sentir en la tierra, es la sensación de pánico en el aire, de terror.

Johan me contó sobre la batalla en donde murió Zachcarías, me dijo que antes de eso él había poseído y asesinado a un montón de niños mestizos, los había quemado y torturado, les había quitado el control de sus cuerpos para hacerlos ir en contra de su propia gente. Toda esa muerte había marcado este lugar y…algo más. Algo prohibido. Pero nadie sabe nada sobre eso, más yo presiento que algunas personas sí.

Habíamos llegado hace un día y estoy segura que me siguen ocultando cosas.

Es cuando me doy cuenta de eso que recuerdo las voces del portal. Y también recuerdo algo de lo que no había sido consciente antes. Había visto a alguien allí. Una mujer.

—¿Qué has hecho?

Me giro en la silla —quisquillosamente cómoda— del escritorio de Johan, el tipo tiene alguna extraña obsesión con el orden y la limpieza, cuando llegué a este estudio había encontrado un lugar inmaculado, nada comparado a lo que es ahora.

—Estaba aburrida —bostezo, no existe palabra para describir la expresión de su rostro, creo que uno de sus parpados ha comenzado a temblar—. Y cuando estoy aburrida averiguo cosas.

Su semblante cambia cuando desvía la atención de sus cosas hacia mí.

—¿De qué estás hablando?

—Les daré una segunda oportunidad para que me digan toda la verdad, porque si no, tu pequeña ratonera no será lo único que destruiré —me pongo de pie—. Y por si no lo has entendido, sí —camino hacia él—. Estoy convocando a una reunión ahora.

No comete la estupidez de intentar detenerme, en el pasillo escucho sus gruñidos, los guardias se estremecen pero yo me rio. Sus pequeños soldaditos ni siquiera se atreven a mirarme de reojo, han escuchado los rumores, saben que yo no dudo ni parpadeo cuando le clavo las garras a alguien en el intestino.

*****

Mi lugar favorito para estar es afuera, no soporto estar dentro de un lugar cerrado durante mucho rato, ni siquiera para dormir. Cuando llegamos a la manada de Johan —porque ya no tengo dudas de que es un alfa— quisieron darme una habitación, yo la tomé, pero de ninguna forma iba a dormir bajo un techo teniendo una noche repleta de estrellas afuera. Ayer había escogido la azotea para dormir, lo intenté, pero no pude hacerlo, había tanto por ver, oler y escuchar.

La sangre de los mágicosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora