Los alados llegaron al campamento a la mañana siguiente, Wanda y Arnaldo los ayudaron a encontrarnos en la espesa selva, trajeron noticias, buenas noticias. Habían evacuado con éxito todos los pequeños pueblos cercanos al río y de nosotros sin hacer tanto alboroto. Ubicaron a varios de los alados en la ciudad principal de La encrucijada, la más concurrida, además de varios miembros de la manada de Johan y de otros gobernantes aliados. Es bueno, muy bueno, estábamos en todos lados y eso era exactamente lo que yo quería.
Me resulta consolador eso, que al menos algo esté saliendo como esperaba.
—¿Te gusta? —el aliento del alado remueve los cabellos cerca de mi oreja.
—Cierra la boca y sigue haciéndolo.
Sus pulgares presionan en mis omoplatos con firmeza, mis ojos se van hacia arriba cuando suspiro.
—Estás muy tensa.
—Y tú muy hablador, me parece que te di una orden, ¿o es que ya no te gusta jugar así?
—Pasamos días separados, solo quiero ponerme al día, sobre todo cuando luces tan cansada —expone.
Giro un poco mi rostro para mirarlo y me encuentro con su cuerpo desnudo, su piel dorada es algo que me sigue haciendo vacilar un poco, yo no era de las que encontraban admirable la desnudes de alguien, pero ahora no puedo evitar que mis ojos se pierdan en su cuerpo, las piernas musculosas, los huesos de su cadera, su piel dorada. Tasaer tiene un cuerpo hermoso, uno que no me hace pensar en matar.
—La primera vez no querías perder el tiempo con charlas.
Sus ojos color cielo se pintan con humor ante mi comentario y comienza a relamerse la boca de una forma atractiva.
—La primera vez mantuviste bastante ocupada esta lengua.
Sonrío sin poder evitarlo.
Vuelvo a girarme con mi mentón sobre mis brazos y él hace que sus manos trabajen en toda mi espalda, lo hace de maravilla. Su aliento en mi nuca hace que todos los vellos de mi cuerpo se ericen, siento tu lengua húmeda bajar por mi columna, mientras más abajo va sus manos van hacia mis pantorrillas y las separa, sus dedos se quedan durante unos segundos acariciando las heridas que aún están sanando.
—Estás son nuevas —comenta.
—Pequeñeces.
—Noté algo interesante cuando llegué aquí —suspiro con fastidio, al percatarse de ello lleva sus manos hacia mis muslos separados y comienza a acariciarlos—. Johan tiene tu olor encima, incluso tú tienes el de él, ¿te gustaría revelarme alguna cosa sucia?, También me di cuenta de que me miraba con algo de recelo.
Abro mis ojos.
Ese es el tema que no quería tocar con nadie, nunca.
—Peleamos —miento, aunque no es del todo mentira, él y yo siempre peleamos—. Se preocupa demasiado, quiere ayudar, pero yo resuelvo mis asuntos por mi cuenta. Y tú lo pones nervioso, los alados han demostrado ser egoístas en sus intereses y sigue preocupado por eso.
Desvío el tema del propósito principal.
—Es un hipócrita.
Aparto sus manos girando todo mi cuerpo hacia él.
—¿Por qué?
Levanta sus manos a modo de aceptación, frunce su ceño sentándose junto a mí, sus ojos perdiendo la seriedad mientras recorre mi cuerpo tomándose su tiempo.
—Sé lo que piensa de nosotros y lo mal que nos quiere hacer ver, pero él es igual, siempre lo ha sido. Se molesta en aparentar ser alguien correcto, pero cuando las cosas se salen de control, cuando la vida y la muerte están sobre la mesa, él siempre hace lo que sea necesario para que los suyos salgan con vida.
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La sangre de los mágicos
FantasyUn héroe no terminará con esta guerra. Un monstruo sí. Nota: No es necesario haber leído ninguna historia anterior, aunque puede resultar beneficioso.