Después de un buen rato corriendo, llego a casa de Lore.
No me abre. Pico varias veces más y nada. Me siento en las escaleras de su porche y me tapo la cara. Las lágrimas no paran de salir. ¿Qué me pasa? No quiero sentirme así. Al momento, alguien se sienta a mi lado y pasa su brazo por mis hombros. Me recuesto en Lore mientras ella me acaricia la cara con la otra mano.
—¿Lo has visto verdad? —Asiento con la cabeza. —Sé fuerte Deni, no llores más por él. —Me calmo un poco y seco las lágrimas que corretean por mi cara.
—Es muy fácil decirlo Lore.
—Lo sé cariño. —Coge mi mano con fuerza. —Pero tarde o temprano, tendrás que pasar página.
—Estaba con su madre cuando de repente ha entrado con una chica riendo y al verme se ha callado de golpe. —Limpio la lágrima que se resbala por mi mejilla. —Y al pasar por su lado, me han venido todos nuestros recuerdos de golpe. Su olor, es lo que me ha matado.
—Venga entra en casa. Te preparo un café para que te despejes. —Asiento con la cabeza y entramos dentro.
Me siento en el sofá mientras Lore me prepara el café.
—Toma. —Me tiende el café. —Y toma también esto. —Ahora es mi móvil. Que ganas tenía de tenerlo.
—Gracias por todo. —Le doy un pequeño sorbo al café.
—Además, tengo una sorpresa para ti. Esta a punto de llegar. —Sonrío de oreja a oreja como una niña pequeña.
—¿Qué es? —Al momento de preguntar, suena el timbre. Lore se levanta corriendo para abrir. Se escucha como se dan dos besos y se asoma por la puerta.
—Aquí tienes tu sorpresa. —Abel se asoma con una sonrisa en su cara. Dejo el café encima de la mesa y voy corriendo hacia él. Me abraza con fuerza.
—Dios mío, te he echado mucho de menos. —Le beso toda la cara.
—Yo a ti también, muchísimo. —Nos separamos y pasa su mano por mi cara. —Vaya cara tienes.
Nos sentamos los cuatro, su hermanito pequeño estaba justo detrás de él y nos empieza a explicar como le ha ido en Madrid. Teóricamente iba a volver dentro de unos días como me dijo pero al final, al enterarse de que nosotras volvíamos hoy, ha adelantado la fecha para volver. Su hermano Daniel, nos explica que ha conocido a unos niños en el parque y que se lo ha pasado muy bien con sus abuelos. Abel en cambio, dice que les ha ido bien pero que quería volver. Se le hace muy duro vivir en una casa donde hacía prácticamente quince años que no iba. Y que la relación con sus abuelos y demás familiares no era tan buena como esperaba.
En fin, no lo ha pasado mal pero tampoco de lujo. Cuando acaba, Lore y yo le explicamos todo acerca de Londres y de nuestros nuevos amigos. Lore no se puede callar y no pasa por alto a Ian. Nada más nombrar los hechos, Abel se le nota enfadado y un poco decepcionado. Creo que sigue pillado por mi y le duele que haya sido otro en vez de él.
Un par de horas más tarde Abel nos dice que se tiene que ir, pero que aproveche el viaje para llevarme las cosas que me quedan aquí, ya que él va en coche. Eso hago. Los tres nos ponemos a empaquetar mis cosas y cuando estamos, las subimos al coche.
Aparca justo en frente de casa de mis tíos.
—Deni, sabes que si quieres puedes venirte a mi casa. —Me coge de la mano para que no salga aún del coche.
—Lo sé pero prefiero no molestaros.
—Deni, quiero que vengas a nuestra casa. Es muy grande y dará mucho miedo por las noches. —Añade Daniel. Es tan bonito.
—Dejadme que al menos esté unas semanas aquí y luego ya iré a vuestra casa.
—¿Me lo prometes? —Vuelve a decir Daniel. Me giro para mirarle a los ojos.
—Te lo prometo. —Miro a Abel ahora. —Lo tienes muy bien enseñado. —Nos reímos.
Con su ayuda, bajamos todas mis cosas y las deja en mi porche. Subimos una a una las cajas a mi habitación y nos tumbamos en mi cama. Daniel se ha quedado en el suelo dibujando con unos lápices que le he dado.
—Por fin. No sabes la de veces que he movido estas cajas y las maletas. —Se ríe.
—Mi casa podría ser tu último viaje. —Sonrío tímidamente.
—Abel... —Quedamos uno en frente del otro. —Dame unas semanas que vuelva a adaptarme a la rutina. —Asiente con la cabeza.
—Me he puesto un poco celoso. —Confiesa mientras se toca el cabello. —Del tal Ian ese. —No sé que decirle. Me mira a los ojos. —No te he olvidado sabes. Te he echado mucho de menos y no solo como a una amiga.
—Abel por favor. Ahora no. No me lo hagas más difícil.
—Sabes que ese tal Ian podría haber sido yo perfectamente. Además conmigo tienes mucha más confianza que no ese imbécil. —Le acaricio la cara para que se tranquilice.
—No te pongas celoso que no estoy enamorada de él.
—Solo de Iván. —Mi giro para mirar al techo. Lo ha tenido que sacar. —Lo siento mucho Deni. No era mi intención joderte.
—Lo sé. Tranquilo. —Me abraza. —Solo quiero olvidarlo.
—En tres meses exactos es tu cumpleaños. —Mierda mi cumpleaños. —Son tus dieciocho, te haremos una fiesta por todo lo alto.
—¡No! No quiero nada de fiestas. —Se sienta en la cama para mirarme mejor.
—No jodas Deni, tienes que celebrarlo, al menos con nosotros. —Asiento con la cabeza.
Mi cumpleaños. El 27 de septiembre. Lo que me faltaba ahora. Sé que quedan tres meses aun pero joder, no me apetece nada. Hemos quedado esta noche los tres para celebrar nuestra vuelta. Iremos a una discoteca que hay en el centro de Barcelona. Solo quiero emborracharme y olvidar aunque sea una noche y con alcohol.
...
Llegamos a la entrada y el de seguridad después de mirarme de arriba abajo me deja entrar. Asqueroso. Vamos directos a la barra para pedir chupitos de tequila.
—¡Camarero! ¡Dos chupitos! —Se me queda mirando.
—¿Qué edad tienes? —Pongo una sonrisa provocativa. A veces puedo ser muy zorra.
—Dieciocho, ¿algún problema? —Muevo las pestañas.
—Está bien. —Dice no muy convencido. Pone tres vasos delante de nosotros y los llena con el líquido. Nos acerca los limones y la sal.
—A nuestra salud. —Chupamos la sal, bebemos el tequila de un trago y mordemos el limón. Esto sienta de maravilla. Repetimos otra ronda más y luego pedimos un cubata.
Abel al ser el que conduce, no ha pedido más. Quiere estar decente para coger el coche luego. Toda la noche bebiendo y bailando. Doy tanto asco con esta calor y voy tan borracha.
—Voy al lavabo, ahora vuelvo. —Corriendo entro al cubículo y sin cerrar la puerta vomito todo el alcohol en el váter. Ya no bebo más, lo juro. Noto unas manos que sujetan mi cabello con cuidado. Con su ayuda me levanto y lo enfoco bien. Es Iván.
—¿Qué pasa, que ahora me sigues? —Le digo lo más seca posible.
—No. Solo estaba aquí con mi novia y te he visto pasar. —Le aparto y me lavo la boca con el agua que cae del grifo. Me la seco con un poco de papel y me giro para hablar con él.
—Eres un gilipollas.
—Solo quiero hablar contigo. —Le pego en el pecho.
—¡Pues yo no quiero hablar contigo! —Se acerca a mi y tapa mi boca para que no chille más. Le aparto de un golpe. —Déjame.
—Quiero que sepas que nunca quise hacerte daño. —Me río como una loca.
—Déjalo. Sé lo que pasó y sé lo que hiciste. No te voy a perdonar nunca. —Se pasa la mano por su pelo y se apoya en el lavabo.
—Hugo me tendió una trampa Deni.
—¡Déjame de una vez! —Me aparto de él. —Vete con tu novia. —Se acerca desafiante y me acorrala en una pared.
—Es eso. Estás celosa. —Se ríe a lo que yo le miro con asco.
—Claro que no.
—Claro que sí. —Susurra encima de mis labios.
—Claro que no Iván. —Le aparto. —En Londres me lo he pasado muy bien. —Ahora él arquea las cejas y frunce el ceño. Se está enfadando.
—¿Qué quieres decir?
—He estado follando como una loca con un chico mil veces más guapo que tú. —Se acerca enfadado hacia mi.
—Dime que eso es mentira.
—Iván uno. —Hago una pausa. —Deni uno. —Antes de poder salir por la puerta. Me agarra del brazo con cuidado de no hacerme daño.
—Deni no quiero esto. —Nos señala. —Quiero que volvamos. —Hace una pausa larga. —Te amo.
—¡Para ya! ¡¿Tú crees que te he olvidado?! Pero me haces daño cada vez que estoy contigo. —Le hago callar. —Solo fui un juego para ti, admítelo ya. Quiero que no te acerques más a mi.
—Deni por favor.
—¡Cállate! —Al momento entran Abel y Lore. Abel al verlo se abalanza encima suyo. —Abel déjalo, no vale la pena. —Iván se suelta de su agarre y antes de salir por la puerta se gira a mirarme.
—Fuiste solo un maldito juego para mi. —Dicho esto. Sale dando un portazo.
Lore me abraza muy fuerte mientras las lágrimas caen como locas. Abel en cambio, está en una esquina del baño con los puños rojos de la ira. Me acerco a él y la abrazo por la espalda.
—Vámonos de aquí. —Susurro.
Hoy dormiré en casa de Lore. No quiero estar sola después de todo lo que ha pasado.
Llevo dos horas dándole vueltas en la cama sobre lo que ha pasado antes. Iván sonaba tan sincero cuando me ha dicho que fue engañado y que me ama pero luego al enterarse de que yo tampoco he estado quieta con Ian se ha arrepentido de todo lo que había dicho. ¿Me quiere o solo soy un juego? Esto es una mierda.
...
Me levanto sin ganas y me despido de Lore, tengo que ir a mi casa a darme una buena ducha y cambiarme de ropa.
Cuando llego, me meto directamente en la ducha. Al acabar, bajo a la cocina a comer algo. Necesito que se acabe esta resaca. Con las pocas cosas que quedan en la nevera, me hago un bocata delicioso. Antes de poderle dar el primer bocado, pican al timbre. Me levanto de mala gana y voy a abrir. Es Hugo.
—¿Cómo estás? —Me río falsamente.
—¿Cómo te atreves a preguntarme eso? Sabes perfectamente como estoy. —Se encoge de hombros. Este tío es más raro.
—Me alegro de que por fin sepas la cruda verdad. Los dos disfrutamos mucho tu estado de ánimo. —Se ríe. —Ahora tiene una nueva chica que le da lo que tú no le podías dar.
—Eres un hijo de puta. ¡Largo de mi casa! —Pone su mano para que no pueda cerrar la puerta.
—El día que te violé tendría que haberte matado puta.
—¡Fuera! —Me deslizo por la puerta con lágrimas ya en mis ojos. Por qué sigue atormentándome. Respira Deni, respira. No me da tiempo a ponerme de pie cuando vuelven a picar.
Editado el 25/09/2020
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Yo ballet y tú hip hop
Teen FictionElla una profesional del ballet. Él un aficionado al hip hop. Ballet y hip hop, dos tipos de bailes muy diferentes pero a la vez muy iguales. ¿Qué pasaría si su prima estuviera metida en el asunto? ¿Qué pasaría si su ex volviese con ganas de acabar...