Al sentarnos en el banco desenlazo nuestros dedos para separarme, cada día pienso que me han echado un mal de ojo, que no pertenezco a esta vida. Tendría que haber nacido en otro momento y en otro lugar. No aquí, en Barcelona, en una familia desestabilizada, con unos tíos pasotas que se tuvieron que hacer cargo de mí porqué no les quedó otra, una prima malnacida, luego un cabrón de ex novio y por último, el tío del que estoy enamorada otro imbécil. Las únicas personas que se salvan de mi triste vida son Lore y Abel, las únicas que han mostrado un ápice de emoción por mi vida.
Tomás me saca del trance.
—¿Cómo llevas todo? —Deja caer su mano encima de la mía mientras me muestra una cara de compasión.
—Bien, mucho mejor. Gracias por preguntar. —Le sonrío dulcemente.
—¿Qué vamos a hacer esta tarde?
—Estar tumbada en el sofá viendo mi seria favorita. ¿Os queréis unir? —Hoy no sirvo para hacer nada.
—Si claro, una mierda Deni. —A Lore se le ilumina la cara. —¡Los cuatro nos vamos al parque de atracciones! —Que pereza, con lo bien que estaría yo en mi sofá.
—No, no, claro que no. Me da miedo. —Digo como excusa.
—Eres una mentirosa, pero bueno, estará Abel contigo para darte la manita. ¿Mejor? —Le doy un leve empujón. No podemos evitar soltar una carcajada. Me encanta los parques de atracciones, las alturas, la adrenalina, pero no ahora.
—¿Aceptas? —Ahora es Abel quien me pone cara de cachorrito a lo que ruedo los ojos.
—Acepto.
...Llevamos tres horas arriba y abajo del parque, es increíble, en verdad me apetecía muchísimo divertirme de esta manera. Nos sentamos en una mesa para descansar y merendar algo. Nada más entrar nos han hecho una fotografía super bonita, me gustaría acordarme de ir a pagarla luego, estos momentos son los que realmente valen, estar con tus amigos es lo mejor del mundo.
—¿Estás bien Tomás? —Pregunta Abel sentándose a mi lado con un frankfurt en la mano. Tomás se pone la mano en la boca y corriendo se levanta para perderse entre la multitud. Lore entrecierra los ojos y sale corriendo detrás de él.
—Si que está bien sí. —Reímos. —¿Te lo estás pasando bien? —Le doy un sorbo a mi bebida.
—De maravilla, este sitio me encanta. ¿Y tú señorita?
—Es perfecto. Los días soleados en un sitio como este y con vosotros, no los cambio por nada. —Sonríe para después darme un beso en la mejilla.
—Eres preciosa, ¿te lo había dicho antes? —Ruedo los ojos, pero no puedo evitar sonrojarme.
—Cállate. —Me da otro beso, esta vez más cerca de mis labios, pero se aparta un poco de mí cuando ve a lo lejos a Lore y a Tomás. Se apresura a acercarse a mi oreja para rozarla con sus labios, erizando mi piel.
—Salvada por la campana. —Susurra.
Se sientan enfrente nuestro para continuar comiendo y descansando. Nos lo merecemos.
—Bien, ahora que ya estamos todos, ¿qué tal si vamos a la montaña rusa? —Miramos a Abel con mala cara, Tomás el primero. —Venga, no me miréis así, será divertido. —Hace un puchero.
—Mejor id tirando vosotros, yo me quedo aquí con este. —Dice Lore sentándose a su lado.
—Per-fec-to. —Ruedo los ojos mientras me levanto, Abel aprovecha para cogerme de la mano y tirar de ella para recorrer medio parque hasta llegar al lugar.
Hacemos cola durante veinte minutos y al fin nos toca. Abel se acerca a mi oído.
—Preciosa, primera fila. ¿Estás preparada? —La verdad es que sí. Me giro para quedar cara a cara con él, acercándome a su rostro hasta rozar nuestros labios.
—Preparada. —Consigo apartarme antes de que me bese.
Nos sentamos cada uno en nuestros sitios preparándonos para lo que viene, bajamos el arnés de seguridad y empieza la cuenta atrás. Salimos lentamente para luego girar una curva y subir lentamente la enorme y empinada cuesta. Estamos llegando al final, Abel me mira sonriente mientras me coge de la mano, se la suelto para después levantarlas, esta parte es la mejor. El vagón sale disparado hacia abajo, gira y gira, vuelve a subir y a bajar. Esto es una maravilla, la mejor atracción del mundo. "Clic", la cámara ha hecho de las suyas.
Una vez finalizada la atracción, nos bajamos y paramos en la caseta donde muestran todas las fotografías tomas durante la atracción. Rápidamente nos encuentro y no dudo en apoyarme en el pecho de Abel para reírme.
—¡Esto es buenísimo! La mejor fotografía de la historia. —Me separo de él para fulminarle con la mirada. —Que cara tienes.
—Deja de reírte estúpido. No soy la única que sale horrible. —Pone una mano en su pecho para luego hacerse el ofendido.
—Perdona amiga, salgo precioso porque yo si sabía cuando hacían la foto. —Ruedo los ojos y salgo de la caseta perdiéndome entre la gente dejando a Abel en el sitio.
Llamo a Lore para dirigirme hacia donde están. En la otra punta del parque, genial. Será mi orgullo la que hace que no quiera ni esperar a Abel por lo imbécil que se ha comportado. Después de diez minutos caminando busco a Lore con todas mis ganas.
—Menos mal que te encuentro. —Me siento a su lado.
—¿Se puede saber donde has dejado a Abel? —Levanta la ceja.
—Ni idea.
Las nueve de la noche, hora de irnos. Nos dirigimos a la entrada para pagar la fotografía, veintitrés euros, esto se sale de mi presupuesto, pero tendré que hacer una excepción. Una vez en el coche, esperamos impacientes a Abel que aún no ha dado señales de vida, encima no coge las llamadas. Pican a la ventanilla sacándome de mis pensamientos, es él. Abro la ventanilla para no darle tanta importancia.
—¿Se puede saber dónde te habías metido? —Rueda los ojos para subirse al otro lado del coche.
—Pues no te lo creerás, pero me he peleado con un niño. —Tomás enciende el coche para salir del parque de atracciones.
—Ya puedes estar contando. —De detrás suyo, saca un peluche, exactamente una rana con los ojos saltones.
—Esto es para ti. —Lo cojo para inspeccionarlo. Sonrío de lado.
—No me digas que te has peleado con un niño por el peluche Abel. —Rueda los ojos.
—Lo había ganado yo primero pero el niño muy astuto se coló entre mis piernas para cogerlo, obviamente no se lo regalé como puedes ver. Total, que llamaron a los guardias y todo el rollo, y la cosa se quedó en un malentendido. —Me acerco un poco a él para darle un beso en la mejilla.
—Muchas gracias Abel.
—Todo por ti Deni....
Este día será genial, lo presiento. Cojo una falda tejana y un top blanco para ponérmelo, aliso mi cabello y lo sujeto en una cola alta. Me veo bien después de todo, el parque de atracciones me devolvió la sonrisa.
Bajo corriendo las escaleras para entrar a la cocina, cojo un par de galletas mientras bebo un vaso de zumo. Me apresuro a darle un beso a mis tíos, hoy no puedo darme el privilegio de llegar tarde, examen a primera hora. Intento escaquearme pero mi tío bloque el paso situándose enfrente de la puerta.
—¿Y el chico de ayer? Cuéntanos. —Guiña un ojo, no me gusta cuando empiezan así, son insoportables.
—El chico de ayer nada tito, déjame pasar que si no llegaré tarde. —Mi tía se asoma y se atreve a preguntar.
—¿Sois novios?
—¡No, claro que no! —En mi cabeza solo ronda Iván.
—Queremos que nos lo presentes. —Levanto una ceja. —Cuando salgáis formalmente digo. —Añade mi tía.
—Anda, dejadme pasar o al final llegaré tarde.
Eso hacen, se apartan y vuelven a la cocina no sin antes darme un beso de despedida. Hoy los chicos no podían venir a recogerme, por lo que toca ir andando y corriendo a este paso. Emprendo mi camino hasta que Iván sale de unos arbustos para plantarse delante de mí. Tiene un aspecto horrible, los ojos hinchados, unas ojeras se podría decir que como las mías y con la cara más triste del mundo.
La verdad es que me duele verle así, no voy a mentir, pero ¿y yo? yo estuve así hace ayer y antes de ayer, y así durante bastantes días y semanas por todo lo que me ha hecho sufrir. Ahora le toca joderse y aprender de los errores.
—Deni. —Susurra detrás mío, ya que le he adelantado. —Deni, escúchame por favor. —Sigo ignorándolo. —Mi amor por favor espera. —Cierro los ojos, no puede venir y llamarme así, lo único que me causa es más dolor. Paro en seco y me giro para mirarle a los ojos.
—¿Qué quieres ahora Iván? ¿Volver a pedirme perdón? Estoy harta de todo, de ti. Cansada de mentiras, de falsas promesas. Tus disculpas ya no me sirven, son muchas veces ya las que me faltas el respeto y yo no soy tu juguete. Búscate a otra con quién jugar y engañar. —Se lo digo con tranquilidad. Continúo mi camino hacia el instituto. Nuestra "amistad" o lo que fuera se ha acabado para siempre.
...
Dejo los libros en la taquilla para salir al patio. Busco a Lore y a Tomás pero no están, decido sentarme en el banco sola, ya vendrán. Al rato se sienta a mi lado Abel con una cosa envuelta en las manos.
—Toma, un regalo para la chica más guapa que conozco. —Me tiende el regalo con una sonrisa de oreja a oreja. La desenvuelvo y sonrío al verla, la fotografía que nos tomaron en el parque de atracciones, será imbécil.
—Muchas gracias. —Me abalanzo a abrazarlo. —Pero eres un imbécil.
—Este imbécil se ha peleado con todo el mundo para que tú ahora mismo tuvieras esta fotografía entre tus manos. —Levanto una deja. —Mejor lo dejamos para otro día, larga historia.
Lo abrazo, no puedo evitar mirar a lo lejos a Iván, que me mira con tristeza y rabia por vernos así. Se lo merece.
Editado el 20/04/2020
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Yo ballet y tú hip hop
Novela JuvenilElla una profesional del ballet. Él un aficionado al hip hop. Ballet y hip hop, dos tipos de bailes muy diferentes pero a la vez muy iguales. ¿Qué pasaría si su prima estuviera metida en el asunto? ¿Qué pasaría si su ex volviese con ganas de acabar...