Capítulo 14

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Tengo la sensación de que hoy será un día increíble, fuera las penas y los dramas por un momento. Cojo un cojín mientras salto encima de la cama.

—¡Levántate koala! —Empieza a moverse de un lado a otro con cara de querer asesinarme.

—Bennet, te mataré. —Tapa su cabeza con la sábana.

—Venga, son las nueve y tenemos que ir al instituto un par de horas y ya está. ¡Se acabó!

—Solo por eso me has convencido.

Se levanta perezosamente para a continuación vestirse, hago lo mismo. Bajamos a desayunar junto con mis tíos y mi prima, la situación se vuelve un poco incómoda. Shaina ni nos mira y mis tíos no paran de avasallar a Lore con preguntas íntimas, pobrecilla. Al rato se levantan despidiéndose para irse a trabajar quedando solo las tres, más incómodo aun.

—Bueno nosotras ya nos vamos. ¿Vienes? —Pregunto con total amabilidad. Se levanta de la silla para quedar a mi altura.

—Estás de broma ¿no?

—No entiendo Shaina, ¿qué pasa? —Cada vez su cara está más roja del enfado que tiene.

—Que mi novio me ha dejado por ti, es patético.

—Yo, no sabía que pasaría, lo siento. —Busco la mirada de Lore para pedirle ayuda con la situación.

—¡¿Qué lo sientes?! ¡Maldita zorra!

—¡A mi amiga no le hables así payasa! Iván te ha dejado por arpía y por amenazarlo! —¿Cómo?

—¿Qué quieres decir?

—Luego hablamos Deni, ahora no. Esta chica se tiene que enterar que no es el centro del mundo y que vosotros os queréis.

—Asquerosa relación la vuestra. —Sonríe con falsedad.

—Le quiero, vaya que estoy enamorada de él y no tengo miedo de salir con él por ti. Y si, eres patética. —Hago una pequeña pausa. —Vámonos Lore.

...

Las cuatro horas encerrada en estas cuatro paredes más rápidas del mundo. Se acabó, por fin. Tendremos que venir otro día a recoger las notas y obviamente graduarnos, pero ya no tendré que volver aquí nunca más.

Abel, Lore y yo después de la clase de ballet hemos pensado en ir a la playa a tomar unas cervezas, no está mal desahogarse de vez en cuando. Tenemos tanto "feeling" los tres cuando estamos juntos, menos cuando Lore se enfada y se aleja de nosotros sin previo aviso.

Entramos al estudio, saludamos a la recepcionista para después pasar al vestidor para vestirnos. Empiezo a desnudarme para cambiarme cuando noto una mirada puesta en mi. Al mirarlo, desvía su mirada rápidamente, seguramente por vergüenza o por nostalgia. Estuvimos en dos ocasiones muy juntos, literalmente y una fue exactamente donde estoy sentada justo ahora. Me ruborizo nada más pensarlo.

Pasamos a la sala donde se encuentra mi profesora esperándonos, no tiene muy buena cara.

—Chicas e Iván, acercaos, me temo que tengo malas noticias. —Nos acercamos poco a poco.

—Profesora, qué pasa, nos estás asustando. —Dice Sara una compañera.

—Han habido cambios en las batallas y me temo que tendréis que cambiar la canción de vuestra coreografía individual. —Empezamos a murmurar. —El consejo ha decidido que la música tiene que ser más moderna y fresca. Lo siento chicas, a trabajar. —Esto es increíble, no queda mucho para las batallas.

—Es injusto. —Responde Lore.

—Lo sé muchachas, solo tendréis dos semanas, no puedo alargarlo más.

—¡Tanto tiempo y esfuerzo invertido para esto! ¡Maldito consejo de mierda! —Todas se giran horrorizadas por lo dicho. Solo ruedo los ojos, al girarme para irme choco con Iván. —¡Mira por donde vas!

Salgo directamente a la calle, necesito aire y respirar hondo. Malditas injusticias, siempre acabamos pagando las que no tenemos culpa. Seguro que podré sacar un buen baile, estoy muy bien calificada pero tanto esfuerzo invertido a la basura, todo por una maldita beca. Iván se sienta a mi lado.

—¿No quedamos en que no me molestarías? —Le miro directamente a los ojos. Teóricamente, hoy debía de ser un buen día y lo está siendo por partes.

—Bueno sí. —Duda si seguir hablando, pero lo hace. —Te lo digo sin rodeos. Quiero invitarte a mi cumpleaños, tal vez no debería pero quiero que vengas. —Abro los ojos. Al querer decirle algo me corta. —No me digas nada, solo ven. Será en la playa, tres días. —Me tiende un folleto para luego levantarse e irse.

¿Cómo me hace esto? En verdad es lo que quieres Deni, deja de negarlo. ¡Cállate subconsciente! Eres muy pesada, si no te hicieras tanto la dura ahora estaríais juntos. ¡Se acostó con mi prima, ¿te parece poco?

Sacudo un poco mi cabeza, no debería de hablar sola, se pensarán que estoy más loca. Decido llamar a Abel para que venga a buscarme. Primer tono, segundo tono.

—¿Hola?

—Abel necesito que vengas a por mí ahora por favor.

—¿Qué ha pasado? —Suena realmente preocupado.

—Luego te cuento.

Cortamos la llamada, en diez minutos aproximadamente estará aquí. Aprovecho lo que me queda volver al vestuario para cambiarme de ropa. De nuevo, me dirijo a la calle para esperarlo pero como lo suponía, ya está aquí.

—Sube. —Camino hacia el coche para dejarme caer dentro. —¿Estás bien? —Miro por la ventanilla y veo como Iván nos mira desde su coche. Desvío mi mirada.

—Arranca. —Es lo único que sale de mi boca. Abel obedece. Pasamos varias calles en silencio hasta que decide romperlo.

—Deni, cuéntame. —Nos miramos directamente a los ojos.

—Las batallas me están volviendo loca. Ahora tenemos que cambiar la base de la individual y es una faena, empezar totalmente de cero.

—Me lo creo. Cuando en baloncesto nos cambian el día del partido o sin previo aviso se lesiona un jugador y lo tengo que sustituir es una mierda. —Nos reímos.

—Bueno, cambiando de tema. ¿Vamos a la playa? —Niega con la cabeza. —¿Entonces?

—Sorpresa. Llama a Lore, tal vez le gustaría saber el por qué nos hemos ido sin ella.

Toda la razón, soy una mala amiga. En vez de llamarla, le dejo un mensaje diciéndole que se lo compensaremos. Ella al segundo me responde con un emoticono enfadado y que ya hablaremos. Me matará, eso seguro.

El viaje se está haciendo eterno, no sé cuanto llevamos en el coche pero seguro que más de media hora. No dudo en resoplar.

—¿Puedes dejar de resoplar? Llevas todo el camino así.

—Si me dijeses cuanto queda no estaría así. —Frena en seco y yo levanto una ceja con media sonrisa ladeada.

—Ya hemos llegado señora pesada. —¡Por fin! Bajo del coche y estiro mis piernas.

Me fijo un poco más en el lugar y es increíble. Estamos en un parque realmente bonito, con un puesto para hacer pícnics, un lago enorme, una zona reservada donde hay animales y un pequeño restaurante con vistas al lago. La vegetación está muy bien cuidada, con alguna que otra flor escondida.

Abel se coloca al lado mío sonriente por haber acertado de lugar.

—¿Te gusta? —Le miro a los ojos.

—¿Estás de coña? Este lugar es magnífico. —Deja escapar una carcajada.

—Anda vamos. —Entrelaza nuestros dedos para caminar hacia el interior del parque.

Nos lleva hasta la zona de pícnics, suelta nuestras manos para dejar caer un mantel y dejar la comida encima. Aprovecho para sentarme y él hace lo mismo.

—He traído pasta con tomate, de beber cervezas y de postre fresas con chocolate. —Sonrío. Amo las fresas con chocolate.

—Me encanta todo, muchas gracias. Lo siento por no haber esperado a Lore, me parece mal que se pierda todo esto.

—Ya lo repetiremos otro día, ella lo entenderá. —Aprieta mi pierna para luego sacar abrir el tupper con la pasta.

Comemos entre risas, nuestras conversaciones son totalmente estúpidas, sin sentido. Al rato, se crea un silencio agradable, nuestras miradas se cruzan al ver que queda la última fresa.

—Cómetela tú. —Dice limpiándose la boca. Sin pensármelo dos veces, la cojo y le doy un muerdo. El sabor es apoteósico. —Te has manchado aquí.

Se acerca un poco a mi y pasa su pulgar por mi labio, luego lo chupa de manera muy pero que muy sexy. Estos hombres me matarán algún día. Se acerca un poco más y pega sus labios en los míos para fundirnos en un beso bastante excitante. Nuestras lenguas juegan mientras Abel tira un poco de mí para ponerme a horcajadas encima de él y yo le tiro del cabello hacia mí. Debería pararlo, esto no está bien, pero a la vez es excitante y no sé que hacer. Noto su erección debajo de mi por lo que abro los ojos de golpe. Separo nuestros labios y me coloco a su lado para recuperar la respiración.

—Abel. —Respiro hondo. —No puedo, no solo te estaría engañando a ti, sino a mi también. —Pone sus manos encima de su bulto para intentar ocultarlo, me ruborizo solo de pensar lo que habría pasado si no lo hubiera parado.

—Lo sé, ya sé lo que hay, no te preocupes. Lo que pasa es que me gustaría intentarlo si algún día decides no solo sacártelo de la cabeza sino también del corazón. Me gustas mucho, pero no quiero que afecte a nuestra amistad, eres muy importante para mí.

—Gracias Abel, por todo. —Le abrazo. Suena mi móvil.

—¿Lore?

—Estoy muy enfadada que lo sepáis, podrías haberme avisado, ¡solo estaba a unos metros de ti!

—Perdóname enserio. Hemos estado hablando y lo volveremos a repetir, te lo juro.

—Más os vale. —Hace una pequeña pausa y continúa. —Que me haya tenido que enterar por Iván antes que por tu mensaje es increíble.

—¿Iván?

—No te hagas la sorprendida que os vio marcharos juntos. ¿Y sabes qué? Estaba muy enfadado.

—Pues como se entere de lo que acaba de pasar. —Susurro.

—Tú y yo tenemos que hablar, te espero en una hora en mi casa sin rechistar. Dile al estúpido de Abel que le den, chaito.

Cuelga sin dejar que le responda.

...

La vuelta con Abel no fue incómoda como la esperaba, al contrario, charlamos sin parar. Lore al final, cambió el rumbo y hemos quedado en el centro comercial, que por cierto no la encuentro.

—¿Se puede saber dónde estás? —Se ríe detrás del móvil.

—En la primera planta, dentro de la tienda de bañadores.

Vuelve a colgar sin dejar que la responda. Antes de que me mate ella, la mato yo. De camino a la tienda, me paro a mirar el escaparate de una joyería, los anillos son tan bonitos, al igual que caros. Al entrar en la tienda de bañadores, veo a lo lejos a mi amiga con muchos bikinis.

—Se puede saber donde vas con todo esto? —Deja escapar una carcajada.

—Amiga, la mitad son para ti. Vamos a ir a la fiesta de Iván te guste o no.

—¡No pienso ir a su fiesta! —La gente de la tienda se gira para mirarme, he gritado mucho. —Estás loca, no voy a ir a ninguna fiesta y menos la suya.

—Ignora que estará él y sí, será su fiesta pero será un fiestón Deni. El fiestón que tanto estábamos esperando para despedirnos bien del curso. —En verdad tiene razón, será un fiestón.

—Antes de que piense un poco más, acepto pero juro que si dices su nombre otra vez, te mato.

Sonríe y sin pensarlo dos veces deja caer la mitad de los bikinis encima mío indicándome con una mano que pase al probador. Hay de todo, de colores bastante chillones, de todas las formas posibles, con formas raras, con volantes, de flores. Me decanto por el amarillo y por el de flores, amo las flores y más en esta preciosidad de bikini.

Salgo del probador para pagarlos, Lore está al final de la tienda hablando con Tomás. ¿Qué hace él aquí? Me acerco a ellos y le saludo. Está aquí con unos amigos y se ha acercado a saludarnos. Pasamos por un par de tiendas más para comprar algo de ropa de verano y por último, paso de nuevo por la joyería.

Tomás se ofrece a llevarnos a casa, primero me deja a mi obviamente, yo no soy su novia. Sin hacer ruido entro a mi casa y escucho a mis tíos hablando con unos amigos suyos en el salón. Paso medio corriendo para ir a mi habitación, necesito desahogarme. Estúpido Iván, estúpida Lore, seguro que lo tenía todo preparado. Me cambio de ropa y de nuevo, salgo de casa. Necesito correr un poco para despejar mi mente, si se puede claro.

Al llegar a mí banco no dudo en sentarme. Sí, mi banco. Este sitio siempre está muy vacío por lo que ahora será mío. Abro el móvil y le envío un mensaje a Abel.

—Hola precioso. ¿Qué tal el resto de tu día?

—Bueno, he tenido que llevar a mi hermano al médico, tiene gripe y hemos estado dos horas esperando.

—Ostras, pobrecito. Dale un beso de mi parte para que se mejore.

—Muy bien. ¿Y tú con Lore?

—Mira, me ha llevado a comprar bikinis para la fiesta de Iván, me ha obligado a ir aunque yo no he puesto mucha resistencia. Ven conmigo.

—Iría, pero no me invitado. Era lógico ya que tú me gustas y a él le gustas. Solo gana uno. —Me siento muy mal por esta mierda de situación, no se lo merece.

—Lo siento.

—Tú no tienes la culpa Deni, mañana hablamos y tu tranquila, que quedan cuatro días para que la fiesta, sobrevivirás.

—Hasta mañana.


Dejo mi móvil a un lado y miro las vistas. Tiene razón, sobreviviré.


Editado el 27/04/2020

Yo ballet y tú hip hopDonde viven las historias. Descúbrelo ahora