Capítulo 9

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Entra Iván mirándome como antes, sin mostrar ninguna emoción.

—¿Puedes salir por favor? —Lore asiente con la cabeza mientra le levanta una ceja.

Antes de salir, dándole la espalda a Iván, me hace un gesto con la mano queriendo decir que la llame. Este se sienta en la silla situada al lado izquierdo de la camilla y a continuación deja caer su cabeza encima sobre esta para empezar a llorar. ¿Llorando? Le toco la cabeza para intentar que me mire.

—¿Por qué lloras? —Levanta la cabeza y se acerca mi.

—Porque te necesito. —Engancha sus labios a los míos. Dejo que pase unos segundos antes de separarme de él con una mueca en la cara.

—No quiero esto, esta situación. Está mal.

—No, no lo está. ¡¿Por qué siempre dices lo mismo?!

—¡Porque está mal!. Estás con mi prima, ¿no te parece suficiente?

—No la quiero y lo sabes. —Se lanza para atrás apoyando la espalda en el respaldo de la silla. Me mira fijamente sin soltar su cabello.

—No sé que hacemos hablando de esto, si ni siquiera me gustas, no quiero saber nada de ti Iván.

—Eres una mentirosa Denise Bennet. Te necesito como tú me necesitas a mi y lo sabes. Te dije que haría todo lo posible para que te enamores de mí y lo estás haciendo pero no lo quieres reconocer. —Le corto para que no siga hablando.

—No te necesito ¿Cuántas veces te lo tengo que decir? Te odio Iván. No quiero que te acerques a mí, no quiero que me hables, ni que me mires, ni que me digas lo mucho que te importo o me quieres porque no es nada más que una mentira, un puto juego.

—A ese juego solo has jugado tú.

—¿Y ha funcionado?

—Suficientemente bien. —Se levanta con fuerza y desvía su mirada de mi. —No creas que me rendiré con facilidad pero lo que hiciste me hizo daño.

—Ese era mi objetivo cariño. —Digo con maldad.

—Pero que sepas, que no soy como Hugo, yo no podría hacerte daño de esa manera. —¡Ha escuchado toda la conversación con Lore!

—¡Vete! ¿Cómo has podido escuchar la conversación? Iván lárgate por favor. No quiero verte nunca más, déjame en paz. —Se le nota triste y arrepentido por sus palabras.

—Deni. —Deja escapar en un susurro ya en la puerta para irse.

—Vete, necesito estar sola. —Cierra la puerta y mis lágrimas empiezan a salir.

No aguanto más esta mierda de situación.

...

Han pasado cuatro días, desde que me pasó lo del pie. Ayer por fin decidieron darme el alta y pude ir a mi casa pero me encontré con una sorpresa. Por la noche me llevaron a un restaurante a cenar en el cual estaban toda mi familia, no hablo de mis tíos y Shaina, que por cierto esta e Iván no dieron señales de vida, sino de mis primos lejanos, mis abuelos que viven en Francia y mi tía favorita. Ella es hermana de mi madre y bueno, al llevarnos tan solo quince años es bastante enrollada. También vinieron mis amigos de la secundaria, mi relación con ellos es buena pero no solemos quedar muy a menudo. Obviamente no pudo faltar Lore y hablando formalmente, novio. Vinieron todos a verme, no sabes como sienta eso, que todo el mundo que te quiere se preocupe de ti de tal forma que mi familia que vive en Francia coja un avión para verte, o mis amigos de la secundaria que viven a una hora de mi ciudad. Eso me hace muy feliz.

Estos días tanto en el hospital junto a Lore que en mi casa, estuvimos estudiando para los exámenes finales. Este curso es el definitivo para empezar una nueva etapa lejos de este maldito instituto, que qué quiero hacer después, la verdad no lo tengo muy claro, siempre me ha gustado el arte, por lo que quiero mirar algo relacionado, diseño de interiores, arquitectura, diseño de muebles, algo así.

Hoy vuelvo al instituto, eso significa tortura, sufrimiento y exámenes. Me visto con un vestido gris ceñido a mi cuerpo de tirantes y unas botas negras altas. Por suerte le dije adiós a la escayola, no aguantaba más con ella. Según los doctores me queda nada para que pueda volver a caminar como antes pero que aún tengo que llevar muletas.

Bajo las escaleras con cuidado de no hacerme daño para ir a la cocina a por mi desayuno, hoy Lore y Tomás pasan a recogerme por lo que no tengo tiempo de desayunar con tranquilidad. Salgo de casa y me dirijo al coche de Tomás, un Crossover blanco, malditos ricos.

—Buenos días chicos. —Hoy me siento distinta, podría decir que más feliz de lo que lo he estado durante estas últimas semanas.

—Buenos días, te ves feliz hoy.

—¡Siempre estoy feliz!

—Estás loca —Dice Tomás sonriendo.

Llegamos al instituto y me dirijo a mi taquilla como es costumbre a coger mis libros de la mañana. Se me cae uno al suelo, como no. Patosa, ese es mi segundo nombre. Me agacho como puedo sin hacerme daño para recogerlo, otra mano lo coge primero dejándome como una tonta en el suelo. Podía sola. Me levanto con su ayuda, no duda en sonreírme, levanto una ceja pero la bajo corriendo. No quiero que piense que soy una borde así de primeras. Le devuelvo la sonrisa mientras me devuelve el libro.

—Gracias, soy Deni. —Nos damos dos besos. Se separa un poco de mí para apoyarse encima de mi taquilla.

—Sé quien eres, he escuchado cosas de ti. Soy Abel. —¿Cómo?

—¿Qué quieres decir? —Levanto una ceja.

—Nada, solo que he escuchado que sales con Iván no te asustes y que no estáis pasando por un buen momento. —Arrugo la frente, pero que le pasa a la gente chismosa.

—Primero de todo, Abel, no salgo con ese estúpido. Segundo, no me lo vuelvas a nombras y tercero quien eres y que quieres. —Deja salir una carcajada, a este que le pasa.

—Tranquila, no quiero nada solo llevaba tiempo queriéndome a acercar a ti. No ha sido muy buena idea presentarme sacando otros temas, lo siento. ¿Podemos volver a empezar? —Ahora me río yo mientras asiento con la cabeza. —Vale, me llamo Abel, tu eres. —Me señala con un dedo mientras pone cara pensativa.

—Denise, pero puedes llamarme Deni. Por cierto, ¿a qué clase vas?

—Último curso, C. —Por eso no me sonaba de nada. Esa aula está en la otra punta del edificio.

—A claro, soy del A y tengo clase justo ahora, llego tarde. —Se reincorpora y me coge los libros para ayudarme.

Llegamos a mi clase notando miradas puestas en nosotros, odio la gente chismosa. Miro un poco más allá y veo a Iván observándonos con la vena de la frente hinchada de la rabia. Vuelvo mi mirada a Abel y le sonrío pícara.

—Si quieres luego podemos juntarnos en el patio. —Me tiende los libros.

—Eso está hecho.

Yo ballet y tú hip hopDonde viven las historias. Descúbrelo ahora