Capítulo 35

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Ha pasado una semana más y no sé cómo decírselo a Iván, merece saberlo, al fin y al cabo es su hijo también.

Salgo de la ducha dispuesta a retomar mi vida, las clases y el trabajo. Tendré que tener cuidado ahora en adelante pero saldré de esta. Me miro en el espejo y toco mi barriga. Saldremos de esta.

Recojo los libros y me dirijo a la parada del bus para ir al conservatorio. La mañana pasa lentamente, me gusta lo que hacemos pero no estoy demasiado convencida de haber vuelto. Iván me dijo que me ayudaría a preparar una coreografía que debo entregar, ahora en menos de una semana, y la dejamos a medias. Por la tarde voy al estudio y con una enorme sonrisa enseño a las pequeñas una nueva coreografía que he estado practicando estos últimos días. Les fascina.

Salgo del estudio y me dirijo a casa de Iván. Tiene que saberlo antes de que sea tarde. A los quince minutos llego a su casa. Me acerco a su puerta y antes de picar retrocedo.

¿Estás segura Deni? Doy un paso hacia adelante.

Sí, estás segura.

¿Y si dice que no lo quiere? ¿Qué harás? Al final también es su hijo y su decisión. Doy un paso hacia atrás. Muerdo mis uñas sin saber qué hacer.

¡Deni aclárate!

¡¿Qué quieres hacer?! Esa pregunta retumba dentro de mi desde hace semanas.

Decírselo. Pico al timbre antes de echarme atrás. Al momento abre la puerta Cloe. Me mira sonriente y no duda en abrazarme.

—Deni, qué sorpresa. No te esperábamos después de todo. —Se echa a un lado y me deja entrar. Nos dirigimos a la sala de estar donde se encuentran los demás primos sentados en el sofá. Sonrío al verlos y ellos tampoco dudan en venir a abrazarme. Al acabar de saludarnos me siento en el sillón vació que se encuentra diagonalmente del sofá donde están ellos.

—¿Está Iván? —Me miran confundidos.

—¿Estás segura de que quieres verlo? —Dice Cloe sin quitar la vista de mi.

—Sinceramente no lo sé. —Hago una pausa. —¿Está? —Niega con la cabeza.

—Se ha ido y no sabemos cuando volverá.

—¿Le puedo esperar aquí? —Cloe se acerca a mi y me coge la mano sin dejar de mirarme a los ojos.

—Se ha ido Deni. Se fue hace unos días a Francia y no sabemos cuando volverá. —Mi cabeza no para de dar vueltas. Me levanto y al segundo mi vista se torna oscura.

...

Abro los ojos y me encuentro en el hospital de nuevo. Lore está a mi lado y se acerca sonriente al verme despierta.

—Lore. —Susurro a lo que ella me manda a callar.

—No hagas esfuerzos. El doctor nos ha dicho que estás débil, descansa todo lo que puedas que yo no me moveré de aquí, ni Abel tampoco.

—¿Está aquí? —Niega con la cabeza haciendo una mueca.

—Lo siento. —Susurra.

Dentro de mi deseaba que estuviera aquí, esperando que despertara, a mi lado. Pero nada de eso va a suceder de nuevo, no ahora que se ha ido.

—Te desmayaste en casa de Iván y sus primos te trajeron corriendo al hospital. —Me mira seria. —¿No saben nada no? —Niego con la cabeza. —Está bien. Te dejaré descansar. —Le cojo la mano.

—Quiero irme a casa Lore. —Asiente con la cabeza y se va para llamar al doctor.

Después de tanto papeleo Lore aparca delante de casa de Abel y me ayuda a entrar. Se tiene que ir corriendo, ya que llega tarde a clase. Abel me ayuda a sentarme en el sofá.

—No estoy coja Abel. No paráis de tratarme como si estuviera enferma. —Sonríe como puede.

—Enferma no, solo eres una embarazada que no se alimenta y al final eso repercutirá en tu hijo. —Dicho eso se deja caer a mi lado.

—Tienes razón. —Hago una pausa. —Se acabaron los días tristes, quiero sacar este embarazo adelante.

—Eso quería escuchar. —Pone su brazo en mis hombros para atraerme hacia él. —Te quiero mucho Denise. —Besa mi cabeza.

—Y yo a ti Abel.

...

Dos semanas han pasado. Ya estoy de tres meses. El tiempo pasa muy de prisa y yo sigo igual de delgada. Bueno, no tanto. El bebé ya está dejando marca aunque aún no se le nota demasiado, solo un poquito.

Me visto con unos tejanos negros y un jersey ancho azul. Recojo mi cabello en un moño despeinado y me coloco las botas negras. Después de arreglarme recojo mi habitación un poco por encima y cojo los libros que me tocan hoy. 

Cojo el desayuno que me lo tenía preparado en una bolsita Abel y salgo corriendo para coger el bus. No sé como nunca lo pierdo. A la media hora llego al conservatorio y me dispongo a que pase la mañana lo mejor posible. 

—¡Ya estoy en casa! —Grito cerrando la puerta después de entrar. Daniel viene corriendo hacia mi para abrazarme. 

—¡Deni!

—¿Cómo estás cariño? —Me da la mano y vamos juntos a la cocina. 

—Muy bien ahora que has llegado. —Abel se acerca a mi y mesa mi frente. 

—¿Cómo te encuentras tú? —Mira mi barriga para después continuar poniendo la mesa. 

—De maravilla. —Enarca una ceja. —En serio, me encuentro muy bien. En clase tenía ganas de vomitar pero se me han pasado.

Después de comer me acompaña a mi habitación, ya que tengo que acabar de preparar la bolsa para ir al estudio. Se pone a mi lado y hace que me gire para mirarle a los ojos. 

—¿Qué pasa Abel? —Le miro preocupado a lo que él sonríe haciendo una mueca.

—Tengo una sorpresa para ti. Bueno, no te la he preparado yo sino Lore pero teóricamente es de los dos. —Nos reímos. 

—Me habías asustado. —Paso por su lado y me desnudo quedando únicamente en ropa interior. Tenemos la suficiente confianza ya para desnudarnos. Me miro al espejo y él se posiciona detrás mío. —¿Lo notas? —Toco mi vientre. Abel con cuidado coloca su cabeza en mi hombro y rodea mi cintura con un brazo, con la otra mano libre la coloca despacio encima de mi barriga para después acariciarla. 

—Físicamente no se nota mucho aún pero lo siento. —Sonríe al verme sonreír también. Hace que me gire para después abrazarme. —Serás una madre increíble. —Junta nuestras frentes.

—Eso espero. —Nos separo. Se puede notar la tensión después de tanto tiempo. Comienzo a vestirme de nuevo pero en vez de unos tejanos unas mallas y el mismo jersey. —Oye. —Hago que se gire. —Qué era esa sorpresa. 

—Ian vuelve mañana para visitaros. —Salto como una niña de lo feliz que estoy. 

—¿Cuánto tiempo se quedará? —Abel coge la mochila que he preparado y empezamos a bajar las escaleras. 

—Creo que Lore me dijo que dos semanas o así. —Que alegría saber esa noticia. 

Me acompaña a la puerta y voy andado al estudio. Respiro hondo y acaricio de nuevo mi barriga. No me cansaré nunca de hacerlo. 

Después de veinte minutos andando tranquilamente llego al estudio y saludo a la recepcionista. Paso al vestuario de profesoras y me cambio de ropa. Lo guardo todo en la taquilla y salgo a la sala donde están las niñas ya preparadas. 

—Buenos días chicas. 

—Buenos días profesora. —Saludan al unísono. Que alegría transmiten estas niñas tan bonitas.

—¿Cómo lleváis las últimas coreografías que os enseñé? —Sonríen tímidas. Una se atreve a levantar la mano.

—En mi opinión creo que las llevamos bastante bien. 

—Genial chicas. Pues empezaremos con el calentamiento que hacemos siempre y seguiremos con la coreografía del último día. —Asienten todas con la cabeza. Al final no soy tan mala dirigiendo como pensé el primer día. 

Cuando acaba la clase me quedo un rato más en la sala. Necesito ensayar una coreo que tengo que presentar mañana y voy muy mal. Se trata de una coreo de estilo libre en el cual yo en su día decidí mezclar hip hop con danza clásica, Iván me estaba ayudando pero bueno, ya sabéis lo que pasó. 

Hago unos pasos que Iván me quiso enseñar pero no me salen. Grito de frustración. Escucho la puerta abrirse y me giro para ver quien es.

¿Estoy soñando?

Es él.


Editado el 23/07/2021

Yo ballet y tú hip hopDonde viven las historias. Descúbrelo ahora