Capítulo 5

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Una vez dentro del hospital diviso enfermeras corriendo de un lado a otro. Cojo valor y me acerco al mostrador.

—Hola, vengo de urgencias. —La señora me mira y se levanta a por una hoja.

—Siéntate allí y rellena esto.

Como me indica me siento en una de las sillas de plástico que hay pegadas a la pared y me relleno la hoja llena de preguntas. Al finalizarla se la vuelvo a entregar y me indica que vaya al final del pasillo. Creo que ha sido mala idea venir sola... Muero de nervios.

Han pasado aproximadamente cuarenta minutos y ya mi cabeza empieza a delirar. Tendría que haber llamado a mis tíos o incluso ofrecer la ayuda de Iván, pero no, me niego. Me paso una mano por la cabeza a la vez que gritan mi nombre. Echo un último vistazo a mi móvil que me indica que tengo dos mensajes nuevos, luego contestaré.

La habitación es bastante pequeña pero con los elementos necesarios, una mesa, sillas y una camilla. Me indica que me siente en la silla que tiene enfrente y eso hago.

—¿A ver cuéntame ¿Qué te sucede?

—Tengo un bulto en el pie y me duele mucho.

Me tumbo en la camilla como me pide e inspecciona mi pie. Lo toca y lo vuelve a tocar por lo que pide hacerme unas radiografías. Una vez hechas me siento de nuevo en la silla que hay enfrente de su mesa.

Cuando vuelvo de hacérmelas me siento de nuevo en la silla. Su cara no muestra alegría, al contrario, parece estar mustio, pensativo, el corazón bombea cada vez más rápido.

—Es un tumor Denise, lo tienes en un grado avanzado, eso significa que si no te operamos ya, podrías incluso perder el pie. —Mis ojos empiezan a aguarse ante la información. No puede ser, otra vez no.

—Pero ya me salió este bulto hace unos meses y se me fue solo. No puede ser un tumor Doctor, no puede ser.

—Lo siento Denise, las pruebas no mienten. ¿Practicas deporte? —Asiento con la cabeza mientras coge un bolígrafo de un bote. —¿Cuál?

—Hago ballet algunas tardes. —Digo en un hilo de voz. No quiero ponerme a llorar de nuevo.

—¿Durante estos días has notado algún síntoma, reacción de dolor?

—Desde hace unos días que me viene doliendo muchísimo, pero ya me torcí el pie aproximadamente hace un año. Me tuvieron que operar bastantes veces hasta que por fin pude volver a bailar. —Dejo escapar un suspiro y vuelvo a mirarle a los ojos. —Doctor, sea sincero. ¿Podré volver a bailar? ¿Qué pasará?

—No lo sé, eso depende de tu evolución cuando te operemos. Y no, no lo perderás ya verás. Lo operaremos antes de que pueda llegar a más, estate dentro de lo que cabe lo más tranquila posible. Por eso, fijaré la fecha de tu operación que será dentro de dos semanas. Al ser menos, deberías de avisar a tus familiares. —Asiento. —Ah y trata de descansar, me refiero a que no bailes todos los días.

De vuelta al infierno. El camino de vuelta a casa lo paso pensando y analizando como podrá ser la operación, si saldrá bien o no. Todo lo que necesito es calmarme y apoyo.

Al llegar a casa voy directa a mis tíos, necesitan saber la noticia.

—Cariño estábamos preocupados. —Mientras les muestro la hoja conforme me van a operar empiezo a llorar.

—Me van a operar.

...

Ya han pasado dos días y no he tenido noticias de Lore. No me coge las llamadas y no hay nadie en su casa. Estoy muy preocupada por ella, si no aparece es porque le debe de pasar algo realmente horrible. Tengo muchísimas ganas de hablar con ella y que me ayude con todo este marrón. Por no hablar de Iván, que lleva toda la mañana de hoy intentando llamar mi atención, que obviamente no ha funcionado.


Llego al estudio y me cambio lo más rápido posible de ropa. Tengo ganas de desconectar y desahogarme de la mejor manera como es bailando.

—Profesora. —La abrazo a lo que ella decide devolvérmelo. Con una mano coge mi mentón analizando cada parte de mi rostro.

—Deni, tienes unas ojeras horribles. ¿Qué ha pasado?

—Dentro de dos semanas me operan. Hice lo que me dijiste, fui al médico y me han comunicado que tengo un tumor. Hacía mucho tiempo que no me sentía, así. Así de vulnerable y nerviosa. —Me abraza fuerte.

—Tranquila Deni, todo saldrá bien, ya verás. —Estoy temblando.

Mis compañeras empiezan a entrar al salón y por último aparece Iván. Cuando me ve se le borra la sonrisa de golpe, debe de ser que tengo peor aspecto que esta mañana si no, no lo entiendo. Se le nota que tiene ganas de venir a donde estoy para preguntarme y seguramente abrazarme. Desvío mi mirada para mirar otra vez a mi profesora que esta, nos miraba con atención.

—No cuentes a nadie esto por favor.

Empezamos la clase con un corto calentamiento para después empezar a practicar una nueva coreografía elaborada por mi profesora.

No me siento con fuerzas para acabar la clase por lo que decido salir del salón pidiéndole disculpas a mi profesora mediante un susurro.

Me cambio pero esta vez, con bastante lentitud. No tengo prisa. Salgo del estudio y me encuentro a Iván parado enfrente de la puerta mirándome con una tímida sonrisa. Quiere abrazarme pero le detengo posicionando una mano en su pecho. Suspiro e inhalo su aroma. Me gusta mucho. Camino en silencio deseando que me siga, no se porque, pero necesito estar acompañada en estos momentos.

Llegamos al banco del otro día y nos sentamos dejando una separación bastante generosa entre ambos. Noto su mirada puesta en mí por lo que dejo de mirar el paisaje tan bonito que hay enfrente mío.

—No sabía en que momento hablar contigo. Hoy has estado evitándome todo el día y no te veo bien seamos sinceros. —Sus ojos azules captan mi mirada.

—No deberías de interesarte por mi Iván.

—Deni debemos de hablar.

—Yo no tengo nada que hablar contigo Iván.

—Pues yo si. ¡¿No ves que tengo la necesidad de preocuparme por ti?! ¿No lo entiendes? Me importas. —Coge mi mentón para que no pueda escabullir mi mirada.

—¡Ha sido un juego! Y lo hemos hecho muy bien por cierto. —Se levanta enfadado. Se pasa una mano por el pelo para revolverlo.

—Coño Deni, deja de pensar así de mí. Sé que tardarás en perdonarme y lo siento.

—Tardaré, tu mismo lo has dicho. Que me humillen y que me peguen no entraba en mis planes.

—Ni en los míos. —Deja caer en un susurro. Se arrodilla delante de mí y me coge las mano. —Lo siento de verdad. Si no me importaras no te diría esto, es más, no estaría aquí.

—¿Y por qué te importo? Hace solo unos días que empezamos a hablar y no me conoces.

—Hace mucho que te conozco. —Se levanta del suelo y una vez más calmada la situación se atreve a preguntar. —¿Qué te está pasando? —Me levanto de golpe haciendo que él se aparte un poco.

Yo ballet y tú hip hopDonde viven las historias. Descúbrelo ahora