La biblioteca estaba abarrotada para ser martes a primera hora de la mañana. El curso avanzaba demasiado rápido y cada vez eran más los deberes, trabajos y parciales que se iban acumulando. Las estanterías atestadas de libros se alzaban camuflando los rápidos pasos de Anna al circular entre ellas como si se tratase de un laberinto de palabras. Damon se había encargado durante la clase del lunes de plantear quedar al día siguiente y empezar a establecer los límites de su trabajo. Él era el que había propuesto el encuentro primeramente en la biblioteca en vez de en su casa, al contrario de cómo le había sugerido el viernes. A Anna, sin duda, le había parecido que era la mejor opción. Instaurar un territorio neutral para ambos alejaría la probabilidad de que acabaran discutiendo ante cualquier desacuerdo que pudiera surgir debido al fuerte carácter que los envolvía.
Anna sorbió el café que recién había adquirido en la máquina. El humo se desprendía de su pequeño vasito de cartón reciclado. Soplaba antes de llevárselo hacia los labios mientras seguía buscando entre las innumerables mesas repletas. Su vestido blanco camisero con finas rayas marinas se balanceaba con su caminar decidido. Los rizos caían por sus hombros desnudos, pero a la vez las mangas se doblaban por encima de sus muñecas. Un fino cinturón rodeaba su vientre con un lazo desenfadado. Para completar su atuendo, Anna había optado por unos botines marrones con la punta al descubierto y un bolso holgado del mismo tono.
Al girar la esquina de una de las estanterías, vio a Damon observando a través de la ventana. Estaba sentado en una de las mesas más apartadas, con las piernas cruzadas y estiradas y las manos guardadas en los bolsillos de su pantalón de chándal negro. Llevaba una sudadera del mismo color en la que se podía leer en letras naranjas "Stolen Dreams" y una gran raya amarilla recorría todo su antebrazo. Ni siquiera se había percatado de su presencia. Miraba perdido la mañana de Chicago, el enorme campus con el que contaba la ciudad, repleto de estudiantes yendo y viniendo. En la mesa, frente a él, otro café. Aún se podía ver el humo salir del vasito, tal y como el de ella. Por lo tanto, no hacía mucho que había llegado. A pocos centímetros de su bebida, había una bolsa de papel reciclado doblada por el cierre y muy cerca de su silla, se encontraba otra muy bien colocada invitando a Anna a sentarse.
- Buenos días. – saludó Anna casi en un susurro antes de colocar su bolso despacio sobre la mesa y sentarse junto a su acompañante.
Damon retiró rápidamente su mirada del punto fijo que analizaba en la ventana y se volvió para ver cómo Anna tomaba asiento a su lado. No tardó en deshacer su pose relajada para apoyar su espalda de una manera más recta contra el respaldo y colocar sus codos sobre el tablero para cruzar sus manos.
- Buenos días. – le correspondió con voz ronca. Por el tono con el que lo había dicho, aún no se había despertado del todo. Carraspeó un poco al darse cuenta de cómo había sonado y continuó hablando – He comprado unos croissants para desayunar.
El chico alargó un poco la mano y empujó suavemente la bolsa hacia Anna. Los ojos de la joven se abrieron ante el gesto a la vez que volvía a dar otro sorbo a su café. Nunca hubiera esperado algo así de Damon. ¿De la noche a la mañana siendo amable? Tenía truco.
- Ya sabes que no se puede comer en la biblioteca. Solo permiten bebidas. – dijo la chica con una voz muy suave a la vez que se volvía a llevar el pequeño vasito hacia los labios. Su carmín rojo había creado un notable cerco alrededor del círculo.
Damon arqueó una ceja y abrió la boca para reprocharle, pero justo en el momento en el que se decidía a soltar palabra, respiró hondo y cambió de opinión. Con un movimiento preciso, sostuvo la bolsa marrón frente a él y cogió uno de los croissants recién horneados que desprendían su dulce olor con solo agitarlos. Dio un gran mordisco y observó como Anna ya se había arrepentido de su respuesta con tan solo aspirar el aroma a repostería. Aun así, la chica no iba a darle el gusto de pedirle uno y mucho menos después de haberlo tratado de una forma tan borde tras su buen gesto.
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Alfa
RomanceLos clichés siempre funcionan por algo... Bienvenidxs a su giro de 180º. Cuatro chicas líderes de la fraternidad más importante de toda la Universidad de Chicago. Alpha Roar. Conocida en todo el campus. Exitosa en todo Chicago. Todo se desmorona cua...