La luz de la lámpara que colgaba del techo iluminó toda la habitación en el momento en el que Peter pulsó el interruptor. Sophia entró tras él con una botella de vodka de fresa que acababa de robar de la parte de abajo. Sin pensárselo dos veces, dio un largo sorbo directamente de la botella. Desde el instante en que la había cogido, no había parado de pegarle largos tragos y lo cierto era que su cuerpo no podía tolerar ni una gota más de alcohol. Sabía perfectamente lo que iba a pasar y realmente quería hacerlo. Solo había un problema. No había vuelto a tener relaciones con nadie desde que lo dejó con Ashton. Él había sido su primera vez y su última, hasta ahora, y eso la estaba matando por dentro. Los nervios salían por cada poro de su piel insistiéndole para que dejara que el licor la relajase.
Peter se acercó lentamente hacia ella y cogió su mano con suavidad para retirarle la botella. El chico también se había dado cuenta de que estaba bastante perjudicada por no parar de ingerir alcohol de esa manera.
- No quiero que olvides esto, Sophia. Llevo esperándolo demasiado tiempo. – el joven apoyó la botella de vodka en el suelo. Volvió a ponerse a su lado para apartar con un cariñoso movimiento el pelo que caía por la cara de la chica y lo colocó tras su oreja.
Su voz sonaba calmada y dulce, la invitaba a dejarse llevar y eso era justamente lo que necesitaba. Peter juntó sus frentes de una forma muy provocadora. Sus respiraciones chocaban acompasadas, sus bocas estaban a pocos centímetros la una de la otra, sin llegar a tocarse, pero temblando ligeramente por querer hacerlo. Peter posó entonces su mano izquierda en la espalda de Sophia y la colocó por debajo de su blusa negra. Su piel aterciopelada se erizó bajo su tacto en cuanto notó cómo sus dedos subían veloces hasta el broche de su sujetador, deteniéndose ahí a propósito. Peter se agachó lentamente y se puso a la altura de su ombligo, levantando con la otra mano el resto de su blusa y dejandolo al descubierto.
- Antes has sido tú la que casi me vuelve loco lamiendo mi vientre. Déjame ahora probar a mí. – antes de que Sophia pudiera responder, Peter posó sus labios húmedos justo encima del pantalón de la chica, muy cerca de su monte de venus. Sophia soltó un fuerte gemido en el momento en que notó su lengua recorriendo su torso. Sus besos eran precisos, sabía dónde colocar sus labios y su cuerpo podía notarlo. La joven sintió una fuerte necesidad de reclinar su espalda sobre la cama. Si no se apoyaba en alguna parte sus piernas iban a empezar a fallarle. Sin embargo, las manos de Peter la tenían bien atrapada, se aferraban a sus muslos deslizándose hacia su entrepierna peligrosamente y de vez en cuando apretaban su culo haciendo que su pecho se contrajera aguantando los suspiros que no quería que salieran de su boca.
Peter por fin se levantó y la empujó con un dulce movimiento para reclinarla sobre la cama. Antes de que sus hombros reposaran sobre el colchón, alzó los brazos para retirarle por fin la dichosa blusa. Aquella prenda había comenzado a quemar su tronco como si se tratase de una brasa candente. Una vez en el suelo, Peter pellizcó su camiseta blanca y se la sacó con facilidad por encima de su cabeza para colocarla al lado de la de Sophia. Poco a poco se fue recostando sobre la chica, mirándola fijamente mientras se acercaba a ella. El color claro de sus ojos oprimía sus pupilas mostrando el deseo inminente que cubría su rostro. Peter estaba allí, encima de ella, recorriendo sus pitillos con sus grandes manos a la vez que trataba de juntar sus caras para fundirse en un beso que un año atrás había resultado demasiado arriesgado, pero que ahora se sentía como el mismísimo paraíso.
- Sophia, necesito que quieras esto tanto como yo. No intento aprovecharme de ti. Te deseo tanto que, o me dices algo ahora o no podré parar.
Su pecho se agitaba excitado por la situación, los abdominales que hacía unas horas había recorrido con su lengua oprimían su estómago y ella respiraba de forma entrecortada. La cabeza le daba vueltas. Sentía auténtico fuego bajo sus cuerpos pegados y lo único en lo que podía pensar en aquel preciso instante era en una manera para calmarlo.

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Alfa
Lãng mạnLos clichés siempre funcionan por algo... Bienvenidxs a su giro de 180º. Cuatro chicas líderes de la fraternidad más importante de toda la Universidad de Chicago. Alpha Roar. Conocida en todo el campus. Exitosa en todo Chicago. Todo se desmorona cua...