Capítulo 27

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La voz de Katy Perry retumbaba fuertemente por el salón mientras Haley, Beth y Anna veían un capítulo repetido de American Idol. Rick y Jason es encontraban allí junto a ellas, pero sin prestar mucha atención al programa, tan solo observaban sus móviles sin levantar cabeza. Eleanor entró en la sala cubriéndose con una manta que enrollaba todo su cuerpo.

- ¿Podéis hacer el favor de bajar la voz de la televisión? - suplicó al mismo tiempo que se derrumbaba en el sofá al lado de Rick. El dolor de cabeza que sentía acuchillaba su mente con cada pequeño sonido que se introducía en esta.

En un acto de inercia, Haley levantó su brazo apretando el mando y pulsó el botón para reducir el volumen. Ella tampoco se encontraba mejor. Haley no tenía dolor de cabeza. Sin embargo, su barriga no había parado de rugir desde que se había levantado. Las elevadas cantidades de tequila que había ingerido durante la noche habían destrozado su estómago provocando que cualquier alimento solido que se le pusiera delante le produjera arcadas.

El salón parecía más una sala de enfermos que una habitación de la fraternidad y Anna se había encargado de ser la doctora. Jason había dejado que Haley apoyara su cabeza en sus rodillas, pero eso había sido lo único que se había propuesto a hacer para ayudarla. Parecía como si no le importase mucho el estado en el que se hallaba su novia y lo cierto era que ella tampoco tenía fuerzas como para recriminarle nada.

Unos pequeños pies asomaron por las escaleras dejando entrever a Sophia descendiendo a un ritmo demasiado lento. Más que bajar los peldaños, se deslizaba por ellos. Sacudía su pelo mojado aireándolo con una mano y se agarraba a la barandilla con la otra. Al verla, Anna se levantó de su lugar y se acercó hacia ella.

- Ve a hablar con Peter. Está en la cocina. – susurró a su oído mientras le colocaba uno de sus mechones mojados tras su oreja. Sophia respiró profundamente y decidió hacer caso a lo que su amiga le aconsejaba.

La ducha había aliviado un poco el dolor que sentía en la pierna, pero no había sido suficiente. Seguía caminando con gran dificultad, incluso había llegado a pensar que se había fracturado algún hueso del horrible dolor que perforaba su rodilla. Al llegar a la cocina, se apoyó en el umbral para sostenerse a sí misma y observó a Peter al fondo. La luz que entraba por la ventana iluminaba su pelo moreno y destacaba sus rizos revueltos aún por la almohada. Estaba de espaldas y llevaba puesta una camiseta blanca muy parecida a con la que había dormido ella aquella noche, solo que esta vez había optado por manga corta. Si cerraba los ojos incluso podía olerla. Sin poder evitarlo, una leve sonrisa recorrió sus labios y comenzó a andar hacia él. El tintineo de la cucharilla contra la taza revelaba que se estaba preparando un tardío café en la mañana. Era algo que siempre hacía. No podía pasar un día sin café. Fuese la hora que fuese Peter siempre se tomaba uno.

Peter parecía no haberla escuchado. Iba descalza por la cocina por lo que sus pasos eran bastante silenciosos. Al llegar tras él, posó sus brazos alrededor de su torso y lo abrazó poco a poco. Peter, al no haberse percatado de su presencia, dio un brinco y empujó en un acto reflejo la taza derramando parte del café sobre la encimera.

- ¿No me esperabas? – exclamó Sophia divertida ante la situación.

Peter ni siquiera le respondió. Sujetó las manos de Sophia y, girándose hacia ella para mirarla, comenzó a apartarlas de su torso. Sophia estaba realmente sorprendida. Sabía que estaba enfadada con ella por todo lo que le había dicho hacía unas horas, pero sus profundos ojos no solo mostraban molestia, sino que también desprendían dolor.

Continuando con su voto de silencio, Peter cogió la bayeta verde que se encontraba en el fregadero y comenzó a limpiar las manchas que había dejado el líquido derramado. Sophia se cruzó de brazos y volvió a colocarse frente a él obligándolo a mirarla.

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