Las luces se encendieron cuando las últimas letras aparecieron en la pantalla. Sophia recogió su bolso y su chaqueta del sillón que se hallaba a su lado y se dispuso a abandonar la sala de cine. Aquello era justo lo que necesitaba. Un momento a solas con ella misma, disfrutando de lo que más le gustaba en el mundo. Siempre hacía lo mismo. Desde que había descubierto aquel pequeño cine cerca del centro de Chicago, lo había tomado como costumbre. Cada semana ponían una película clásica y ella se escapaba siempre que podía para perderse entre las butacas escarlatas de aquel viejo lugar.
Al salir al exterior, cogió su chaqueta apresurada para introducir ambos brazos por cada respectivo agujero. El camino hacia su coche no era largo, pero aún tenía que andar un par de calles para llegar a él. La película le había encantado. Era la primera vez que veía El cantante de jazz y había sido todo un acierto. Se trataba del primer largometraje con sonido de la historia del cine y era todo un clásico.
Aunque tenía ganas de volver a casa. Después del despertar que habían tenido aquella mañana, lo que más le apetecía era meterse en la cama y descansar para entrar con ganas al día siguiente. El fin de semana pasaba demasiado rápido. Apenas le daba tiempo a disfrutar de él cuando el lunes ya asomaba por la esquina. Odiaba los lunes. Como Garfield, pensó divertida. Chicago resplandecía por las farolas de sus aceras y los locales que aún seguían abiertos. Grandes letreros de comida rápida anunciaban las ofertas para atraer a los ojos glotones. Sophia sintió un rugido en su estómago que le recordó lo tarde que era y que aún no había cenado. En cuanto llegase a casa se prepararía un sándwich antes de ir a dormir. Esta vez no se entretendría con tonterías. El lunes pasado ya había empezado con mal pie y no iba a permitir que aquello se volviese a repetir. El profesor de Literatura Rusa ya había mandado una reseña sobre un relato corto de Pushkin que debían entregar. La asignatura cada vez se presentaba más cuesta arriba.
Sophia giró la esquina de la calle y continúo por el lado derecho de la misma hasta llegar a su coche. Rebuscó las llaves en su bolso encontrando varios cachivaches inservibles en lugar del manojo metálico. Al fin dio con el mando a distancia y abrió el coche. Tras sentarse en el asiento del conductor, abrochó su cinturón y arrancó el vehículo para volver a casa.
En la radio no paraban de poner modernas canciones que ni siquiera conocía y ya estaba un poco aburrida de ellas. Alargó la mano y pulsó el botón para ver si tenía algún CD metido en la disquetera. Bon Jovi inundó sus oídos al ritmo de "Bad Medicine" en ese mismo instante. Agradeció haber dejado aquel disco metido algunos días antes y comenzó a tararear la canción.
El tráfico a aquellas horas era mínimo para ser Chicago. Sophia pensó que esa cantidad en Libertyville era una verdadera exageración. Echaba de menos su hogar, la tranquilidad de casa, a su hermano tocando la guitarra mientras su madre le regañaba por no hacer otra cosa durante todo el día y a su padre sentado en el sofá leyendo cualquiera de los libros de su gran estantería. Sonrió al recordar la escena. Siempre le pasaba lo mismo, estaba deseando volver a la universidad y ver a sus amigos, pero acababa echando de menos su hogar. Aunque sabía que podía ir de visita cuando quisiera. Estaba a apenas una hora de allí y, aun así sabía que por mucho que los extrañara, tardaría en volver a casa.
La fraternidad comenzó a verse al fondo de la calle y pocos segundos después se encontraba aparcando en la puerta de la misma. Tras descender del coche, apretó el botón y aquel conocido sonido del cierre llegó a sus oídos antes de que emprendiera el camino hacia la entrada.
Justo entonces, Alex cerró la puerta de la fraternidad y bajó las escaleras. Estaba distinto. Sophia observó cómo cada parte de su pecho se cernía a su camisa blanca remetida perfectamente por sus pantalones oscuros. Su pelo rubio estaba peinado hacia atrás con un poco de gomina y sus ojos azules la observaban muy fijamente en aquel preciso instante.
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Alfa
RomanceLos clichés siempre funcionan por algo... Bienvenidxs a su giro de 180º. Cuatro chicas líderes de la fraternidad más importante de toda la Universidad de Chicago. Alpha Roar. Conocida en todo el campus. Exitosa en todo Chicago. Todo se desmorona cua...