Sophia alzó el vaso y empezó a beber el líquido de su interior. El alcohol abrasó su garganta enseguida. Notó cómo bajaba suave pero cargado. Sentaba bien.
- Bebe, bebe, bebe – Anna gritaba seguida por más gente. Todo el mundo animaba a la chica para que terminara su vaso.
Una vez vacío, lo alzó como símbolo de victoria y la gran masa aclamó el logro. La música rebotada fuertemente entre las paredes de la fraternidad. La fiesta de inauguración del curso era, sin duda, una de las más esperadas y la casa estaba abarrotada de gente, veteranos y novatos.
La fraternidad Alpha Roar siempre había liderado aquel tipo de actividades. Era conocida en todo el campus por sus innumerables y exclusivas fiestas. Todo el mundo quería formar parte del fenómeno, aunque no resultaba nada fácil entrar en ella. Se trataba de una fraternidad mixta, liderada por cuatro chicas desde hacía ya tres años. No había nadie en toda la Universidad de Chicago que no las conociera.
Anna abrazó a Sophia con fuerza en una risa unísona. El alcohol recorría sus venas en cantidades considerables. Ya había pasado la media noche y la fiesta se encontraba en su máximo apogeo. Sophia retiró su pelo castaño con sus dedos hacia atrás para que no molestase a su campo de visión. Sus ojos pardos observaron la inmensa multitud. Un grupo de chicos jugando al beer-pong, parejas enrollándose en el sofá, gente bailando en el comedor, chapoteando entre los charcos de sus propias bebidas... La inauguración estaba siendo un verdadero éxito.
- ¿Sabes si ha venido Nick? – preguntó Anna mientras volvía a recorrer la habitación con sus ojos marrón chocolate. Sus rizos rubios saltaban cada vez que ella se movía de un lado a otro en su intento de búsqueda.
- ¿Tanto te importa? – añadió Sophia extrañada.
- Para nada. Es que todavía no he acabado con él.
Anna guiñó su ojo derecho y se perdió entre la multitud. Siempre había sido así. Libre. Disfrutando del momento. En ese mismo instante, una voz bastante conocida para Sophia hizo que girase sin poder evitar poner una sonrisa sobre su rostro.
- ¡Te he dicho que no toques este jarrón! ¡Como te vuelva a ver tirando tu bebida dentro vas fuera! – Eleanor sostenía el objeto entre sus manos mientras fulminaba con sus profundos ojos azules a un chico pelirrojo.
Sophia se acercó a ella divertida mientras pasaba un brazo por encima de su hombro.
- No sé por qué coño seguimos haciendo esto cada año. ¡Estoy harta! – resultaba bastante entretenido ver cómo se quejaba de esa manera con su acento británico.
- Ellie, relájate. Deberías tomarte otra cerveza. Así te divertirás más – le recomendó Sophia.
- Sabes que no me gusta beber y, ¡que odio a los borrachos!
Sophia tiró de la mano de su amiga arrastrándola hacia la multitud de gente bailando. La noche era joven, al igual que ellas. Las pieles y el sudor se evaporaban entre las notas. Eleanor se dejó llevar y su enfado fue desapareciendo por cada paso que daba. El curso ni siquiera había empezado, no podía encerrarse de ese modo. Levantó las manos y empezó a saltar. Quedaba mucho aún como para agobiarse por tan poco. El ritmo la llevaba y ella no se oponía. Su flequillo estaba cada vez más pegado a su frente. La británica se unió por fin a la fiesta y empezó a disfrutar.
Haley bajó las escaleras con cuidado de apoyar bien sus tacones plateados. Había bebido demasiado como para dar un paso en falso. Jason sostenía su mano tras ella. Entre risas se colocaba su falda negra, a la vez que Jason volvía a meter su camisa blanca por su pantalón. Llevaban seis meses así, algo rápido que no llegaba a nada. Tenían una relación estable, pero ambos sabían que tampoco iba a durar mucho. Haley, al ver a sus amigas bailando, corrió rápidamente hacia ellas para poder unirse. Jason la dejó marchar y comenzó a charlar con su grupo de amigos, pertenecientes al equipo de fútbol americano.
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Alfa
RomanceLos clichés siempre funcionan por algo... Bienvenidxs a su giro de 180º. Cuatro chicas líderes de la fraternidad más importante de toda la Universidad de Chicago. Alpha Roar. Conocida en todo el campus. Exitosa en todo Chicago. Todo se desmorona cua...