Capítulo 20

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Sophia recogió la hoja que el profesor había repartido al principio de la clase con datos curiosos y relevantes sobre la película que habían estado viendo. La chica guardó el folio en una pequeña carpeta de gomillas. Había tenido que buscar un sustituto temporal para su archivador de anillas y solo había encontrado aquel portafolios endeble rebuscando entre su habitación.

Will se hallaba sentado a su lado recogiendo del mismo modo. Para su suerte, el viernes había llegado en un abrir y cerrar de ojos. Al fin podía descansar de una tediosa semana cargada de apuntes y trabajos. El tercer año se estaba notando demasiado. Los profesores estaban haciendo lo imposible para avanzar con el temario a pasos agigantados y resultaba agotador.

- Tengo algo para ti. -anunció la chica rebuscando entre su mochila. Will la miró extrañado, preguntándose qué podía ser.

Entre sus manos apareció un paquete de plástico que contenía un cargador de móvil. Will sonrió meneando la cabeza y cogiendo lo que ella le ofrecía. La verdad era que le había pillado completamente por sorpresa.

- No tenías por qué hacer esto. - dijo él sin quitar la sonrisa de su cara.

- Sé que tú no tuviste nada que ver y que perdiste tu cargador por nuestra culpa. No era justo para ti.

Will abrió los brazos y estrechó a su reciente amiga como agradecimiento. Era en la única que parecía poder confiar. Sus compañeros de casa no eran precisamente atentos con él ni tampoco se preocupaban mucho por el hecho de que su primer año de carrera pudiese resultarle difícil de llevar por estar lejos de casa.

- ¿Te apetece un café? Tienes que dejar que te invite a algo por esto - ofreció señalando su reluciente cargador nuevo.

- Vale, acepto.

La pareja se encaminó hacia la cafetería de la facultad charlando animadamente. Ambos disfrutaban de su mutua compañía. Will era muy diferente al resto de su fraternidad, era sencillo y abierto. Podía conversar sobre cualquier tema de forma fácil y tenía una mente brillante. En el poco tiempo en el que Sophia lo conocía, había podido comprobar la visión tan particular de la vida de la que disponía. Veía más allá de las personas. Sacaba lo mejor de ella y eso siempre era de agradecer.

La puerta estaba abierta y al fondo se podían ver un par de asientos libres junto a una redonda mesita. El suave aroma de los granos de café y la bollería horneada impregnó las fosas nasales de la chica haciendo que sus ojos brillasen con más intensidad ante la idea de devorar un croissant recién hecho.

Al otro lado del local, una particular pareja llamó su atención inmediata. Alex estaba sentado junto Emma y, en ese preciso momento, estaba colocando uno de sus mechones pelirrojos tras su oreja. Ella reía embobada y el joven seguía su gesto del mismo modo. Las pecas de Emma brillaban bajo el leve rayo de sol que atravesaba la cristalera.

- ¿Quieres que nos vayamos? - le preguntó Will mientras se colocaba a su lado y observaba el punto exacto en el que se había detenido su mirada. De nuevo, había visto más allá.

- No, no. Sentémonos.

Will asintió haciéndose a un lado para que la chica pasara por delante de él. En ese momento, sus ojos se cruzaron con los de Alex. Levantó la mano para saludarlo y este tan solo movió un poco la cabeza para corresponderle. Podía notar cómo su cuerpo se había erguido sobre el respaldo de la silla de madera. Sus dedos ya no rozaban la piel de su acompañante y el pico de su mandíbula se tensaba por la presión de sus dientes.

Tras retirar ligeramente su asiento, Sophia depositó su mochila en el suelo y se dispuso a mirar la carta que reposaba sobre la mesa, junto al servilletero. Will se encontraba frente a ella, había sacado su móvil de su bolsillo y pasaba rápido las historias de su perfil de Instagram sin pararse a mirarlas realmente. Parecía ausente, la presencia de Alex no la había afectado tan solo a ella, como pensaba.

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