Cuatro

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El olor a tostadas recién hechas llenaba la cocina en casa de Lautaro, en la mesa ya estaba puesto el queso crema, un dulce de leche y dos tazas con las bebidas favoritas de cada uno. El ambiente estaba fresco a diferencia del exterior donde hacían unos treintena y cuatro grados.

Ramiro tomaba tranquilamente su té, o eso intentaba, Lautaro lo miraba de vez en cuando sin molestarse en ser sutil y comenzaba a ponerlo de los nervios.

—¿Qué? —espetó bajando la taza.

—Estaba pensando cómo cambiaron las cosas de repente —mencionó Lauti—. Hace una semana y media no lo podías ni ver a Ciro, ahora hasta parecen mejores amigos.

—No te pongas celoso, corazón, seguis siendo el uno —el castaño le tiró un besito burlón.

—No es eso, panflin —agarró una tostada y le untó dulce de leche—. Digo que es re loco cómo puede cambiar todo en un segundo.

—No cambió todo, lo único diferente es que nos llevamos bien ahora—respondió Ramiro—. Ya te dije que arreglamos nuestras diferencias cuando nos quedamos encerrados.

—A ver, Ciro y vos vuelven a ser amigos, él no se junta más con su grupito, lo que es rarisimo porque eran como una secta de la que nadie podía salir ileso, y hasta ahora no tuvo represalias de Maxi. De repente está con Brenda todo el tiempo, lo que me hace pensar que por fin se enamoró de una chica —enumeró Lautaro—. Es un montón para procesar.

—No está enamorado de Brenda —le informó Ramiro.

—¿Cómo sabes?

—Es obvio —se encogió de hombros revolviendo su té con una cuchara, al pedo, ni siquiera le puso azúcar.

—Desde la joda de Felipe donde estuvo a los besos con ella no lo volvimos a ver con otra piba y sabes que no es normal, Ciro se chamuya a alguien hasta cuando estamos teniendo un examen —dijo Lauti mordiendo la tostada—. Con Sofia pasó lo mismo.

—Lo de Sofia no duró nada y con Brenda son amigos, si fueran algo más me lo hubiera contado —se estaba cansando de este debate absurdo acerca del interés amoroso de Ciro.

—Está bien, si decis que solo son amigos te creo —Lauti levantó las manos en rendición.

—¿Por qué tanto interés? —cuestionó intrigado Ramiro—. ¿Te gusta Brenda o algo así?

—Es curiosidad, nada más, me pareció extraño el cambio —le dio unos cuantos tragos a su chocolatada—. No es que me guste Brenda. Es una piba linda, eso sí. Pero a mi me gusta Sol.

—Te tiene re flechado, ¿no?

—Sí —Lauti sonrió al pensar en ella—. Es tan dulce y comprensiva. Me acompaña en todo, no tiene un gramo de toxicidad y hoy en día eso un montón.

A Ramiro lo ponía feliz ver a su amigo tan contento y enamorado, hasta ahora no había conocido a nadie que le gustara en serio, Sol era la primera chica con la que salía y al parecer estaban teniendo un vínculo sano.

—Me alegro de que la hayas encontrado, se te ve feliz con ella.

—Lo estoy —asintió Lauti.

—Supongo que va a venir mañana a la noche —intuyó Ramiro.

Al día siguiente Lautaro cumplía dieciocho años y lo iba a festejar en su casa con algunos amigos, la idea era hacer pizzas y preparar unos tragos, algo tranquilo.

—Sí, sí, viene. Le podes decir a Ciro también que venga si querés, como ahora están siempre juntos me da cosa que se extrañen mucho si no se ven un día —lo picó Lauti con una expresión divertida.

INMARCESIBLE || (Desastres #2) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora