Catorce

301 39 67
                                    

A la salida del colegio Ciro emprendió camino hacia la casa de Ámbar, la noche anterior habían quedado en pasar el rato ahí y justo ahora él necesitaba olvidarse de lo que pasó en la mañana, no quería ponerse a pensar en el quilombo que se le venía con Marina, aunque era imposible porque no dejaba de preguntarse qué le había dicho Ramiro cuando salieron del salón. No había podido hablar con ninguno de los dos y tampoco sabía si estaba listo para escuchar lo que tenían para decirle.

Como sea, listo o no, recibió una llamada de Ramiro cuando apenas se había alejado tres cuadras.

—Hola —murmuró Ciro en cuanto atendió.

—¿Todo bien? —escuchar su voz, aunque sea a través del celular, hizo sentir mejor al ojiverde—. No te vi cuando salimos.

—Me fui rápido porque no me quería cruzar con Marina —admitió pateando una piedrita que se cruzó en su camino—. No sé cómo mirarla a la cara, no sé qué decirle si te llega a mencionar.

—Entiendo —respondió Ramiro—. Yo tampoco sabía qué decirle.

—¿Se enojó mucho?

—Al principio. Después se calmó con lo que le dije —la intriga le picó a Ciro cuando oyó el tono culposo con el que habló.

—¿Y qué le dijiste?

El suspiro de Ramiro disparó sus nervios, ya no sabía ni qué esperar de todo esto pero presentía que no le iba a gustar la respuesta.

—Le dije que lo que tenía con el pibe ese no era importante, que estaba experimentando y que no significaba nada, entre otras cosas.

Ciro detuvo su caminata. Tenía asumido que Ramiro no le iba a decir a Marina que se la estaba pasando fenomenal con él, sin embargo, escucharlo no dejaba de generarle una sensación fea en el pecho, otra vez lo atacaba esa inseguridad de no ser suficiente para Ramiro, de ser un entretenimiento pasajero y prescindible.

—Pero no es verdad, ¿no? —el miedo en su voz fue notorio.

—No, obvio que no —aclaró el castaño de inmediato—. Vos sos importante para mi, y aunque en cierto modo lo nuestro sea algún tipo de experimento para descubrir lo que sentimos, significa mucho para mi esto que tenemos. Pensé que te lo había demostrado, que confiabas en mi.

—Confío en vos —aseguró Ciro, de verdad lo hacía—. Es que a veces no termino de creer lo que pasa entre nosotros, me parece muy loco poder estar con el chico que quiero y me pongo medio inseguro, es eso nada más.

—Si yo estoy con vos es porque me gustas, porque me haces sentir un montón de cosas, porque disfruto pasar mis días teniendote conmigo; no dudes nunca de eso.

A Ciro se le formó una boba sonrisa en el rostro—. Está bien, me convenciste. Ahora me dieron muchas ganas de verte pero quedé en juntarme con Ámbar.

—Y yo quedé en almorzar con mi familia pero nos podemos ver más tarde cuando los dos nos desocupemos —propuso Ramiro.

—Me parece perfecto —aceptó Ciro, oyendose más alegre—. ¿Nos encontramos a la noche en la plaza que está atrás de la estación?

—Dale, nos vemos a la noche, lindo —casi podía sentir la sonrisa de Ramiro a través del celular.

—Como sos, eh —Ciro se mordió el labio inferior. Ramiro sabía que no se la ponía fácil al decirle eso, solo le daban más ganas de verlo—. Preparate porque cuando te vea no te voy a soltar ni un segundo.

La suave risa del castaño lo hizo estremecer y su estómago dio un vuelco. Después de despedirse Ciro continuó su camino, esta vez más relajado y con una expresión de felicidad que lo acompañó todo el recorrido.



INMARCESIBLE || (Desastres #2) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora