Quince

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Terminar con Ramiro le había sentado terrible a Ciro, esa noche cuando volvió a casa se refugió en su casita del árbol para llorar a solas por lo que había hecho, tal como predijo ya se estaba arrepintiendo de la decisión que tomó, lo único que quería era ir corriendo con su chico, pedirle que olvidara todo lo que dijo y que lo abrazara hasta quedarse dormido. Pero no podía. Por más que doliera eso era lo mejor, las cosas tenían que volver a su orden natural. Todo sea por Marina.

En otra circunstancia habría tratado de tapar su sufrimiento con alcohol, esta vez se obligó a sentirlo todo tal como lo hizo su hermana: el pinchazo en el centro de su pecho que no lo dejaba respirar, la necesidad abriéndose paso en él por querer estar con Ramiro y no poder, la angustia arañandole las entrañas. Era insoportable, pero lo merecía.

Casi no pudo dormir esa noche recordando los hermosos momentos que pasaron juntos, los besos, abrazos y palabras que se confiaron. Se convenció de que estaría bien faltar al colegio al día siguiente, no quería estar en ese lugar mostrándose decaído y que Ramiro se diera cuenta de que era por él.

Pensaba quedarse aislado del mundo para poder pensar qué hacer con su vida, pero cuando Brenda le mandó un mensaje preguntando por qué no había ido a clases, él le pidió que vaya a verlo cuando saliera, que le contaría todo.

Había decidido compartir con ella aquello que tanto había estado escondiendo, ¿qué era lo peor que podía pasar? Ya había renunciado a Ramiro, nada podía superar eso. Después de que Brenda le contara su historia con Sofia, Ciro fue reuniendo el valor suficiente para hacer lo mismo. Ella había pasado por algo similar y estaba seguro que era quien mejor lo comprendería.

Las horas pasaron extremadamente lentas pero cuando el reloj indicó la «13:00pm», Brenda ya estaba tocando el timbre de su casa.

—¿Qué onda? —saludó la pelirroja ingresando sin esperar ninguna invitación—. ¿Me convidas un sanguche de algo? Me muero de hambre.

—Sí, vamos a la cocina —con una seña le indicó que lo siguiera.

—¿Qué me querías contar? —preguntó ella cuando Ciro comenzó a sacar una caja de hamburguesas veganas de la heladera.

—Te digo después de comer.

Tal como dijo, luego del almuerzo se metieron al cuarto de Ciro para poder conversar sin interrupciones. No iba a mentir, la calma que sintió cuando estaban disfrutando de las hamburguesas mientras Brenda le contaba lo que había pasado en el colegio ese día, lo abandonó ni bien se sentaron en su cama frente a frente.

Ahora tenía unos nervios que se le subían por la garganta hasta sofocarlo; y no es porque temiera la reacción de su amiga, sino porque sería la primera vez que le diría a alguien lo que estuvo pasando con Ramiro. Ámbar sabía que a Ciro le gustaba un chico pero nunca le dijo quién era. Este era un paso muy importante para él, por fin admitiría en voz alta que no es tan hetero como les había hecho creer, que se enamoró de un chico y que había tenido la fortuna de vivir un corto pero inolvidable romance con Ramiro.

—Bueno —empezó Brenda mirando expectante como el pelinegro seguía buscando una posición cómoda—. ¿Ahora sí me vas a contar? Me tenes muy intrigada.

—Ehh, sí —cruzó las piernas sobre el colchón frotando las manos contra las mismas—. Es que no sé por dónde empezar.

—No te enrosques demasiado —ella le quito peso a la situación—. Arranca por donde sea, vas a ver que lo demás va a salir solo.

Ciro asintió. Eligió abrir el tema mencionando un punto clave para este momento.

—¿Te acordas de esa vez en la joda de Felipe cuando me preguntaste si Ramiro era mi amor imposible y yo te dije que no? —preguntó. Brenda asintió despacio—. Te mentí.

INMARCESIBLE || (Desastres #2) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora