Treinta Y Tres

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Cuando Ciro volvió a abrir sus ojos lo primero que vio fue un techo blanquecino, lo siguiente que percibió fue un olor a medicina que rápidamente ingresó por sus fosas nasales haciéndolo arrugar la nariz en rechazo. Movió un poco su cabeza hacia la derecha encontrándose con su hermana dormida en una silla junto a su cama mientras lo sostenía de la mano, hizo una mueca ante la posición incómoda en la que ella se hallaba. Echó un rápido vistazo a su alrededor dándose cuenta por la camilla y otros artefactos que estaba en la habitación de un hospital. 

Volvió a ver a su hermana, si no la despertaba ahora, más tarde le daría dolor de cuello. Le dio pequeños apretones a su mano para llamar su atención, lo cual funcionó porque segundos después Marina ya estaba prácticamente sobre él diciéndole lo preocupada que la mantuvo pero que estaba muy contenta de que haya despertado. 

—Cuando llegué a casa te vi en el piso y a papá dándote patadas, me asusté mucho, no sabía lo que estaba pasando, pero como pude lo alejé de vos y llamé a emergencias —relató Marina con los ojos llorosos—. También llamé a Ramiro, vino enseguida con su familia. 

—¿Ellos están acá? 

—Sí, Rama fue a buscarme un café y su familia está afuera esperando noticias, se van a poner muy felices cuando sepan que despertaste —le dio a su hermano una sonrisa, a pesar de sentir que su interior estaba destrozado—. Teníamos miedo porque recibiste un golpe muy fuerte en la cabeza y estuviste inconsciente como unas seis horas. 

—Me siento mejor, no me duele nada, no te preocupes —intentó brindarle tranquilidad. 

—Eso es por los medicamentos que te dieron, pero si vieras como… —Marina se cortó antes de terminar, bajando la mirada para evitar llorar frente a su hermano. Verlo así la estaba matando de angustia, la mitad de la cara de Ciro estaba hinchada con grandes zonas en donde su piel estaba morada y con algunos cortes que fueron desinfectados y atendidos por una enfermera. Y esa era solo la parte visible—. Perdón, Ciro. Perdón por haber sido tan egoísta, caprichosa y por haberte deseado el mal. No era cierto, no quería que te pase esto. Sos mi hermano y te amo más que a nadie en el mundo, por favor, perdonáme. 

—Esto no fue tu culpa, Mar, no te sientas culpable porque no lo sos —le aseguró afianzando el agarre de sus manos—. Y yo también te debo una disculpa por involucrarme con Rama sin hablar con vos primero, no estuvo bien y solo te ocasioné más dolor. Estabas en todo tu derecho de odiarme por lo que hice. 

—No te odio, solo estaba enojada y dolida, pero eso ya quedó atrás, si vos sos feliz con él te apoyo. Te prometo que no voy a ser un obstáculo para ustedes —contestó con honestidad. La idea de perder a Ciro, a la persona que más la quería y cuidaba, la hizo pensar mucho durante estas horas que tuvo para reflexionar. Al final del día lo más importante para Marina era que su hermano estuviera sano y feliz, no importaba si en el proceso ella debía desgarrar un poco su corazón—. Lo único que quiero es que te recuperes y volvamos a ser los mismos de antes, no me imagino una vida lejos de mi hermanito. 

Las comisuras de los labios de Ciro tiraron hacia arriba en una sonrisa de sincera alegría -que si no fuera por los analgésicos dolería por sus heridas—, su corazón se sentía más liviano ahora al saber que tenía la aprobación de su hermana. 

—Yo tampoco puedo imaginarme una vida lejos tuyo —dijo Ciro—. Te amo, Mar. 

Y Marina se sintió en paz con esas palabras, porque se había dado cuenta de que lo más importante para ella era que las personas que amaba estuvieran a salvo y viviendo una vida plena. Eso era lo que deseaba para su hermano, así que estaría ahí para asegurarse de que lo consiguiera. 

INMARCESIBLE || (Desastres #2) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora