Cero

524 57 23
                                    

«16 DE MARZO DEL 2019»

—Ciro, si no salimos ahora vamos a llegar tarde —Marina tuvo que apurarlo ya que éste se había quedado dormido y ahora trataba de meter rápido sus útiles en la mochila—. Encima que prácticamente me obligas a cambiarme de colegio tengo que esperarte, ¿a vos te parece eso?

—Aceptaste cambiarte conmigo porque no podes estar lejos de tu hermanito, admitilo —se rió saliendo de la casa siguiendo los pasos de su gemela—. Además, un cambio nos va a venir bien.

—Uy, sí, no sabes. Estoy feliz de que te hayan expulsado, así puedo conocer gente nueva —respondió ella con el mayor sarcasmo posible.

Ciro había tenido varios problemas en su antiguo colegio, desde mal comportamiento con sus compañeros, hasta peleas a la salida de clases, eso sin contar la cantidad de ausentes, llegadas tarde y sus malas calificaciones. La gota que rebalsó el vaso fue irse a las manos con el sobrino de la directora, aquello había colmado la paciencia de la mujer.

Así que tuvo que inscribirse a un nuevo colegio, no sin antes convencer a su hermana para que se vaya con él. No quería empezar de cero solo. Marina le hizo prometer que dejaría de meterse en tantos problemas si ella aceptaba su propuesta, así que lo hizo, de todas formas no es que ella tuviera grandes amigas en ese lugar.

Se dirigieron al nuevo colegio caminando mientras mantenían una charla lo suficientemente entretenida como para hacer más ameno el transcurso hasta llegar.

Una vez ahí ingresaron luego de que abrieran las puertas a las siete y media en punto, los hermanos avanzaron despacio por los pasillos en busca de su salón correspondiente. Detrás de ellos dos chicos venían bromeando y dándose empujones, hasta que uno utilizó demasiada fuerza haciendo desestabilizar al más alto, el cual terminó chocando contra el cuerpo de Ciro. El pelinegro dio un tropezón pero no se cayó, sin embargo su celular no corrió con la misma suerte. Se volteó dispuesto a empezar una discusión con el culpable pero al verlo tuvo que tragarse sus palabras.

—Uh, perdón, no me di cuenta —el chico alto se agachó para levantar el celular, lo inspeccionó para asegurarse de que no se haya roto y se lo devolvió al ver que estaba en buenas condiciones—. Fue sin querer.

Por alguna razón Ciro estaba siendo consciente de la belleza de ese chico, algo que nunca le había llamado la atención del sexo masculino, pero ahora estaba impresionado por las facciones del castaño, hasta sus ojos color cafés le parecían únicos, y ni hablar de su mandíbula marcada.

—No te preocupes, no es la primera vez que mi celular tiene un encuentro íntimo con el piso —bromeó Ciro en lugar de putearlo, a lo que el otro sonrió enseñando sus blancos y perfectos dientes.

Ciro podía afirmar que era la sonrisa más bonita y cautivadora que había visto hasta ahora. Al darse cuenta de ese pensamiento quiso golpearse a sí mismo por lo idiota que se sentía.

—Pensé que me ibas a encajar una piña¹, te juro —dejó escapar un suspiro de alivio cuando alegó con humor—. Dije: chau, acá la quedo².

De hecho, así era justo como Ciro actuaría, comenzaría una pelea por un simple accidente. Se convenció de que esta vez estaba actuando diferente por la promesa que le hizo a su hermana, que su lado carismático y amable salió a relucir sólo por ella.

Ciro rió negando—. Nah, mira si te voy a pegar por eso.

—Uno nunca sabe, viste, hay cada uno..—se encogió de hombros.

Cabe destacar que seguían en medio del pasillo, con el acompañante del castaño que lo miraba raro, ya que su amigo no era de entablar conversación con alguien que no conocía. Marina observaba al chico desconocido de la cabeza a los pies, le parecía tan lindo que no podía dejar de mirarlo. Pero tampoco podía faltar a clases por eso.

INMARCESIBLE || (Desastres #2) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora